Te tienes que reír. Abre ABC con Rajoy junto a Albiol y el titular surrealista: ‘Rajoy presume sin complejos del 155 en Cataluña’, y a uno le suena como si le hablaran del talle juncal del Pancetas o de la mirada firme de Junqueras. Pero si a ABC no le importa que lo confundan con una publicación satírica, a mí tampoco.
Los complejos son al PP lo que las judías a la fabada, su principal ingrediente, y si en su día Aznar apuntó en su célebre cuaderno azul el nombre del gallego quizá fuera porque veía en él el epítome del nihilismo pepero.
Hay consenso generalizado en que la aplicación del 155 es una filfa que ha dejado intacta la estructura del secesionismo, y hasta a los propios ‘indepes’ se les ve medio avergonzados teniendo que fingir que es duro látigo la gentil e inesperada caricia.
Me entero por El País -y esto ya tiene algo más de sentido informativo- que ‘Ciudadanos disputa la victoria al PP y al PSOE’. Digo «algo más», solo, porque no deja de ser una encuesta, una noticia creada en casa, y todavía pueden pasar muchas cosas antes de las elecciones generales.
Pero, más o menos, cuadra. Uno se asombra de la persistencia de las tribus políticas pero, fuera de eso, tiene sentido que Ciudadanos crezca a costa de un PP que representa la nada y un PSOE invariablemente traidor. Dice mucho de nuestra democracia, esta extraña forma de soberanía popular, que el factor más positivo del partido que crece es que nadie lo conoce lo suficiente.
Y Podemos, claro, se hunde. Imagino que antes de las elecciones al PP se le ocurrirá algo para volver a insuflarle vida al ‘coco’ que tan bien le ha venido para parar una previsible sangría de votos, pero no veo probable que cuele igual que la primera vez. El disfraz de hordas revolucionarias ya se les ha ajado y llenado de lamparones burgueses.
En la foto, convenientemente borrosa, dos supuestos ideólogos del separatismo catalán saliendo de la embajada de Ecuador en Londres tras haberse reunido presuntamente con Julian Assange, el de WikiLeaks. Julian ha estado muy pesado últimamente denunciando con risibles analogías la situación de una región que, estamos seguros, no sabía ni localizar en el mapa hace un año. Pero todo suele tener una explicación en el mundo de humo y espejos de la propaganda contemporánea, sucedáneo moderno de la guerra, y suele ser una explicación decepcionantemente prosaica.
Que un deportista catalán se lleve el oro para y por España en cualquier categoría es, en estos momentos, noticia de primera. Es el caso de Marc Márquez, que ha ganado su cuarto título mundial en Moto GP y protagoniza la foto de primera en El Mundo y La Razón.
‘Colau sacrifica Barcelona para captar el voto independentista’, abre El Mundo. Ayer leí en Twitter un comentario que calificaba a la alcaldesa de la ciudad condal como «maquiavélica», lo que solo es aplicable a una época mezquina que llama ‘kafkiano’ a cualquier malentendido o ‘dantesco’ a la desgracia más trivial.
En cualquier época o lugar fuera de aquí y ahora, la ambición desmedida y torpe de doña Ada, sus contradicciones y demagogias repetitivas, la habrían convertido ya en objeto de ridículo universal.
Y en La Razón, ‘Colau rompe con el PSC y prepara el pacto con los soberanistas tras el 21-D’. Así va la vaina. La pregunta en estas alianzas nunca es «¿qué defendemos?», sino algo aún más breve: «¿Cuánto?».