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ES PROCURADOR DE VOX EN LAS CORTES DE CASTILLA Y LEÓN

Javier Teira: «El afán nivelador progresista está debilitando desde hace décadas la Educación en España»

El procurador de VOX en las Cortes de Castilla y León, Javier Teira. LGI

Javier Teira es procurador de VOX por Salamanca. El pasado 14 de marzo fue el encargado de argumentar el rechazo de VOX a la moción presentada por el PSOE en las Cortes de Castilla y León que pedía la reprobación de Santiago Abascal y de Juan García-Gallardo.

Es Doctor en Filosofía, licenciado en Filosofía y licenciado Derecho por la Universidad de Salamanca, Máster en Derechos Humanos por la misma Universidad y Máster en Práctica Jurídica por el Instituto Superior de Derecho y Economía-ISDE de Madrid. Su labor profesional ha estado siempre ligada a la enseñanza y actualmente está en excedencia en su plaza de profesor de secundaria de la especialidad de Filosofía. Es también profesor de Oratoria, disciplina sobre la que ha impartido cursos en varias universidades e instituciones públicas y privadas como la USAL o la UNIR.

-¿Por qué dio el salto a VOX?

Hay una razón principal y no es de carácter ideológico, por eso no tengo ninguna duda de que VOX es hoy por hoy la mejor opción de voto para cualquier español, la única opción patriótica garantizada. VOX es el único partido, el único, que defiende sin condiciones la soberanía nacional, es decir, las libertades y los derechos fundamentales de todos los españoles, el único que no está dispuesto a negociar ni un milímetro de aquello que sólo pertenece a los españoles. No hay que ver, por ejemplo, más que como negocia el PP con el PSOE, bajo supervisión internacional, ni más ni menos que la configuración del Poder Judicial. En segundo lugar, porque VOX es el único partido que entiende que el socialismo y el separatismo son incompatibles con las libertades y el Estado de derecho en España. Y porque es el único partido que defiende que la vida desde la concepción hasta su fin natural, la libertad y la propiedad como fundamento inamovible del orden social y político, y condición inderogable del bien común de la sociedad.

-Su intervención en Las Cortes se ha viralizado en la red…

Contarán las razones que expongo, que entiendo son claras y meridianas, así como la indignación que produce la injusticia incalificable que supone acusar a Abascal, a García-Gallardo y a VOX de atacar a la Universidad de Salamanca sólo por denunciar el peligro de la ideología woke y protestar porque un terrorista como Petro recibiera honores en las mismas aulas en las que Francisco de Vitoria impartió sus lecciones. Una injusticia a la que, como se ha visto, tampoco el PP ha resistido a la tentación de sumarse.

-En su intervención hay una clara crítica a la situación en la que se encuentra la universidad española y su deriva desde los años 80… ¿cómo se arregla esto?

Mi experiencia me dice que cuando se cuenta con una tradición tan rica como la nuestra y, sobre todo, con un capital humano como el de la universidad española, bastan tres ingredientes para conseguir el éxito: libertad, transparencia y seguridad jurídica en todos los procesos. Si a ello se le añade un compromiso financiero, imposible hoy por la naturaleza profundamente injusta del sistema de financiación autonómico del que depende la universidad, nuestras universidades y, por supuesto, la de Salamanca, estarían en el top de todos los rankings.

-Es portavoz en la Comisión de Educación… ¿tiene arreglo la enseñanza secundaria?

La enseñanza secundaria, por supuesto, tiene arreglo. De lo que se trata es de aplicar medidas tendentes a una educación de calidad, nacional y en libertad. Desde un punto de vista didáctico, por ejemplo, urge recuperar el papel central de los contenidos en la programación del currículum, pasando página del discurso de las competencias. En relación con la dimensión nacional, hay que reforzar la historia, la cultura y la lengua españolas, que amén de su valor intelectual intrínseco, son lo que nos une y lo que, en definitiva, puede hacernos más fuertes y más libres. Y en tercer lugar, igual que en la educación universitaria, la libertad es lo fundamental, por lo que es imprescindible suprimir todos los contenidos y prácticas adoctrinadores y que atentan contra la libertad de educación.

También está en la comisión de Agricultura. ¿Qué medidas deben emprenderse para que el sector primario español sobreviva?

El sector primario se enfrenta a dos tipos de problemas. Primero, los propios del sector, como son los precios de la energía y las materias primas, dependientes de las oscilaciones de los mercados internacionales, o las plagas, las enfermedades y las adversidades climáticas, todo ello inseparable y connatural a la agricultura y la ganadería. Y hay un segundo tipo de problemas que yo llamo artificiales, son los derivados del fanatismo climático y el globalismo de la Agenda 2030.

Desde mi punto de vista, el primer paquete de medidas es el más sencillo, basta la derogación de toda la normativa verde europea, así como de todas las medidas derivadas de la Agenda 2030. Todo ello atenta contra el sentido común, la experiencia y la ciencia, pero también contra la soberanía alimentaria, contra el derecho a la libertad de empresa y de comercio e incluso contra el derecho a la propiedad. Y basta un botón de muestra, la Ley de Restauración de la Naturaleza, por ejemplo, es antes que nada una expropiación encubierta de las fincas afectadas, en las que se prohibirá cualquier intervención productiva. Una vez neutralizado el fanatismo ecológico y globalista, las medidas más importantes son, primero, las que tienen que ver con el regadío y la gestión del agua, es decir, necesitamos un plan hidrológico nacional. Segundo, las medidas de protección contra la competencia desleal de terceros países. Tercero, las medidas que tienen que ver con la digitalización del sector. Y cuarto, las medidas de impulso al desarrollo de la industria agroalimentaria localizada para que el valor añadido del producto ejerza la función de tractor del sector primario sobre el terreno. Áreas todas ellas, por cierto, en las que se esta empleando a fondo y con éxito nuestra Consejería de Agricultura

Su discurso deja claro la forma de actuar de la izquierda manipulando las declaraciones e imponiendo su visión. ¿Cómo se hace frente a esa imposición ideológica?

Aquí me voy a poner piadoso. Los que me conocen ya saben de mi querencia a citar autores religiosos y textos sagrados. Nunca entiendo que esto sorprenda, pues para mí en este contexto son referencias intelectuales como las de cualquier otro texto y autor. Pero yendo al grano, el apóstol Pedro manda estar siempre prontos a dar razón de nuestra esperanza, y San Agustín, en sus Confesiones, dice que en atención a los no creyentes no debemos atenernos sólo a las Sagradas Escrituras. Con esto quiero decir que, con el mismo tesón con el que defendemos nuestro principios, no debemos ahorrar ningún esfuerzo, primero, en profundizar en ellos, y luego en explicarlos a todas horas y en cualquier sitio. Me refiero a la invocación de la razón y la verdad, algo fundamental en nuestra tradición que está en la base de la fortaleza de la unidad de los tres pilares de occidente: el cristianismo, la filosofía griega y el derecho romano. La verdad es el eje sobre el que pivota todo. Por tanto, contra la manipulación, entiendo que no hay otra receta que la convicción que brota de la esperanza, la verdad y el esfuerzo de la razón. Por otra parte, no debemos ser ingenuos, hay que practicar también la astucia evangélica, reforzada a conciencia con las armas de la retórica.

Salamanca, circunscripción por la que usted salió elegido, es una ciudad eminentemente universitaria. ¿Qué se les debe ofrecer a los alumnos que salen cada año de esas aulas y deben buscar trabajo?

En primer lugar, la universidad es el lugar del conocimiento y de la ciencia. En sus Siete partidas la define Alfonso X el Sabio como el ayuntamiento de maestros e escolares con voluntad e entendimiento de aprender los saberes, y esta definición sigue sustancialmente vigente. Por tanto, yo creo que lo que debe ofrecer la universidad es saber y ciencia. Un saber y una ciencia a la altura de nuestro tiempo que capacite a los alumnos para entender el mundo, la totalidad del mundo, el universo, de ahí el nombre de «universidad». Lo que es perfectamente compatible con proporcionar una formación que facilite a los alumnos estar en condiciones de responder con eficacia a las necesidades profesionales que la sociedad les va a demandar cuando salgan. Por eso, yendo más allá, la universidad debe estar completamente sincronizada con el mercado laboral y el entorno empresarial del que se alimenta y a cuyas necesidades debe responder. Por otra parte, estamos hartos de escuchar que la universidad tiene una función de transformación social, de contribución a la sociedad, a la libertad y al bien común. Exactamente, pero para eso lo que se necesita es libertad, transparencia y seguridad jurídica. El saber no necesita complementos ideológicos para ser liberador. Esto lo sabían muy bien los clásicos, por eso llamaban artes liberales no sólo a la gramática, a la retórica y a la lógica, es decir, a las humanidades, sino también a la música, la aritmética, la astronomía y la geometría, o sea, a las ciencias. Sin más, sin aditamentos ideológicos.

¿En qué medida los alumnos de secundaria y de la universidad, según su experiencia, son víctimas de modelos educativos que han ido rebajando la calidad de la enseñanza con la misma velocidad que los niveles de exigencia?

Hace veinte años los colegios profesionales, de ingenieros, por ejemplo, ya decían que la preparación de los graduados al salir de la universidad se había devaluado mucho. El afán nivelador progresista, que no entiende que haya diferencias entre el desempeño intelectual de las personas, viene debilitando desde hace décadas ya, desde la LOGSE, y hay quien afirma que incluso desde antes, el peso de los contenidos de los programas educativos y los mecanismos de evaluación. Cualquier profesor al que usted pregunte sabe que los alumnos de hoy, salvo las excepciones de que confirman la regla, en cualquier nivel de secundaria o de la universidad, y en cualquier materia, no aprobarían los exámenes que se hacían hace veinte años.

-¿Qué le gustaría haber conseguido acabe usted su paso por la política?

Lo primero que hay que decir es que la situación de España hoy no es normal, como puede serlo, por ejemplo, la de Portugal o Francia, para citar los dos países vecinos. La cosa venía de atrás, desde 1985 al menos, cuando se liquidó la independencia del poder judicial, pero fue con el 11-M cuando se puso de manifiesto la impotencia del Estado en España para defender a la nación, para defender los derechos y las libertades de los españoles. De aquellas fechas data mi compromiso político, en aquel tiempo con los peones negros y el apoyo a las víctimas del terrorismo, después con la Fundación DENAES y ahora en VOX. Los autores de la masacre de Madrid quedaron impunes y los gobiernos que desde entonces ha habido no han acometido ni por asomo la restauración de nuestra soberanía y nuestra dignidad como ciudadanos y como nación, llegando las cosas en la era Sánchez hasta el extremo inconcebible de que el Gobierno de la nación deroga el Estado de derecho para conceder impunidad a toda clase de delitos cometidos por políticos; desde la sedición hasta la malversación, sin detenerse siquiera en los delitos de terrorismo. En esta circunstancia, participar en política no es una posibilidad más entre otras, como podría suceder en Portugal o en Francia, es casi una necesidad de supervivencia, pero es sobre todo un deber moral inexcusable con las generaciones pasadas y futuras. En esta circunstancia, mi objetivo irrenunciable en política es recuperar la soberanía y la libertad en España, y mientras esto no se logre seguiré activo, ocupe o no un cargo electo como es ahora el caso.

-¿Volverá algún día a las aulas?

Como acabo de decir, en tanto en cuanto la circunstancia de España no cambie, seguiré en política ocupe un cargo electo o no. Si los ciudadanos deciden que deje la política activa regresaré a las aulas, soy funcionario y mi puesto me está esperando. Por lo demás, no he salido de las aulas prácticamente desde que tengo memoria, aprender es para mí lo más satisfactorio en la vida, y enseñar es sin duda la forma más perfecta de aprender. Con todo, insisto, mientras España se encuentre en este trance y Dios me de salud, mi compromiso político seguirá en pie.

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