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Entrevista al arquitecto y director de la Fundación DENAES

Iván Vélez: «El PSOE y el PP son los culpables de que las sectas secesionistas hayan llegado tan lejos»

El director de DENAES, Iván Vélez, en la entrevista concedida a LA GACETA. LGI

Hablamos con Iván Vélez, arquitecto, director de la Fundación DENAES y autor de numerosos libros —La Leyenda Negra, La conquista de México, Torquemada. El gran inquisidor, La Reconquista, entre otros—, dedicados a la investigación histórica.

Su ensayo, Nuestro hombre en la CIA, publicado por Ediciones Encuentro, es una obra de referencia en estos momentos de acontecimientos extraordinarios en nuestra nación que amenazan su propia supervivencia, que ayuda a comprender cómo se gestó el régimen del 78. Gracias a la exhaustiva documentación del dramaturgo Martí Zaro, el autor expone las actividades culturales de claro trasfondo político de escritores e intelectuales antifranquistas unidos en torno al Congreso por la Libertad de la Cultura en la década de los sesenta financiado por Estados Unidos.

«Nuestro hombre en la CIA», el título del libro es bastante llamativo. Su subtítulo es “Guerra fría, antifranquismo y federalismo”. ¿Qué pinta el federalismo en el contexto antifranquista?

En el contexto de la Guerra Fría, Estados Unidos trató de configurar un dique europeo frente al bloque soviético. La articulación de ese bloque debía hacerse por medio de la federación de Estados. Ocurre, sin embargo, que el colectivo español vinculado al Congreso por la Libertad de la Cultura, hace una lectura, una interpretación interna, cuyo resultado es el proyecto de federación de supuestas naciones existentes —Cataluña, Galicia, Vascongadas, Castilla— dentro de España. Aunque la fórmula federal ya había sido explorada anteriormente, el proyecto norteamericano la relanza.

Aunque luego hablaremos sobre ello ¿podríamos decir que de aquellos polvos estos lodos?

Podríamos decir que de muchos de aquellos polvos bastantes de estos lodos. En realidad, la estrategia norteamericana reeditó o rescató algunas líneas ya existentes. Los secesionistas ya estaban ahí cuando el Comité español del CLC comenzó a rodar. Su labor ideológica, bien sazonada de sentimentalismo y victimismo, encontró una vía renovada.

Se suele asociar la guerra fría exclusivamente con la carrera armamentística. Sin embargo, usted habla de encuentros y contraencuentros culturales entre EEUU y la URSS aquí en España ¿qué lugar ocupó la cultura en la guerra fría?

La cultura, en el sentido objetivo del que hablaba Gustavo Bueno, fue un campo en el que ambas potencias batallaron. Cultura y propaganda. Frente a los componentes del Estado del bienestar que propugnaba y publicitaba la Unión Soviética en el mismísimo corazón del imperio yanqui, pues la Conferencia Cultural y Científica por la Paz Mundial se celebró en marzo de 1949 en el Hotel Waldorf-Astoria de Nueva York, los Estados Unidos reaccionaron presentando el Congreso por la Libertad de la Cultura en Berlín al año siguiente.

Portada del libro Nuestro hombre en la CIA

Y este Congreso por la Libertad de la Cultura se crea también en España… ¿Qué interés tenía EEUU en España?

A finales de los años 50, España era una dictadura caracterizada, entre otras cosas, por su anticomunismo. A su vez, la única oposición real al régimen provenía del PCE. Por ello, el imperio norteamericano la incorporó a su órbita por vías económicas, militares y, por supuesto, culturales. De hecho, no hay más que recordar los nombres de las cafeterías de la Gran Vía en esa época o el cine que se consumía, para verificar hasta qué punto la cultura americana permeó la sociedad española.

Dice que la única oposición real al régimen provenía del PCE, ¿dónde estaba el PSOE por esa época y los nacionalistas que se supone tanto lucharon contra Franco?

El PSOE, en un principio, estaba enredado en cuitas internas dentro de su exilio francés. De hecho, su refundación se hizo alrededor del Clan de la tortilla (González, Guerra, Chávez…), tomando como plataforma las estructuras sindicales y aprovechando el vacío dejado por otro ausente: Rodolfo Llopis.

En definitiva, el PSOE no ha traído la democracia a España tal y como ahora quieren hacer creer a tanto desinformado…

No, claro, la democracia coronada es una transformación del franquismo hecha bajo el rótulo «de la ley a la ley».

¿Qué perfil político o ideológico se buscaba en sus componentes?

Los miembros del Comité español del Congreso por la Libertad de la Cultura pertenecían a una determinada oposición, asimilable dentro de los cánones políticos norteamericanos, al franquismo. El colectivo lo integraron liberales, monárquicos y nacionalistas fraccionarios, fundamentalmente. Algunos de los miembros del Comité, como fue el caso de Dionisio Ridruejo, eran gentes decepcionadas con el desarrollo de un franquismo que se alejaba de ciertas modulaciones del falangismo. Como común denominador de muchos de ellos, puede decirse que eran orteguianos y, por lo tanto, europeístas.

Antes ha comentado que España estaba totalmente penetrada por la cultura Norteamérica en todos sus ámbitos, entonces no estábamos tan aislados como nos cuentan ahora…

El aislamiento de España tiene mucho de mito. Quienes lo cultivan, que suelen emplear frecuentemente el término nacionalcatolicismo, no se dan cuenta de que precisamente la Iglesia rompía ese aislamiento. En un mundo de bloques, que dividía Europa en dos, había poca cabida para las naciones aisladas, pues siempre cabía la posibilidad de que uno de los bloques hiciera la vista gorda e incorporara a la nación anómala.

Los encuentros del CLC dedicaron muchos de sus coloquios y estudios a las llamadas comunidades históricas. ¿Se daba por hecho que la construcción de la nueva etapa política posfranquista se haría con la estructura autonómica nacida en la II República?

El influjo de lo ocurrido durante la II República se mantuvo durante mucho tiempo. Dentro de este colectivo, algunos eran nacionalistas que tenían como punto de partida de su secesionismo, paso previo al federalismo europeísta, los estatutos alcanzados durante el periodo republicano, un argumento que siguen empleando sus actuales herederos.

En el capítulo “El contubernio de la La Ametlla del Vallés”, en el año 1964, da cuenta del coloquio Castilla-Cataluña en el que se habla de estado plurinacional, de represión idiomática y de la necesidad de la educación en catalán; se llegó a decir que la escuela desarrollada en la lengua oficial -el español- producía “la perturbación normal del desarrollo psicológico del niño”. Qué paradoja.

Sí, ese argumento lo empleó Josep Benet, uno de los santones del primer pujolismo, que tuvo una activa participación dentro del Comité español. Curiosamente, sus herederos, en todos los sentidos de la palabra, no se aplican la fórmula. Al parecer, si un niño cuya lengua materna es el español, no recibe educación en su idioma, no hay tal perturbación…

En esta reunión, Ridruejo, cuyo cambio ideológico es digno de estudio, propone la creación de la Asociación de culturas peninsulares para el estudio de las regiones de manera aislada; mientras tanto, Benet, catalán secesionista, ya hablaba de etnias diferenciadas. ¿Se atisbaba ya el monstruo que vemos ahora?

Sí, muchas de las monstruosidades, recordemos el «bestias con forma humana» de Torra, ya estaban prefiguradas en estos ambientes que crecieron durante el franquismo. La impronta racista de los secesionistas catalanistas era evidente. Como alternativa, o paso intermedio a esos Estados Unidos de Europa, que ahora, de algún modo cultivaría Margallo, el de la entrega de toneladas de soberanía, se llegó a proponer un proyecto federalista ibérico, con piezas como Portugal, Castilla, Cataluña, Vascongadas, etc. Es decir, un modelo que recuerda poderosamente el de la Europa de las regiones impulsado por… la Alemania nazi.

En junio de 1969 tiene lugar en Madrid el III Coloquio sobre las Comunidades Diferenciadas, allí acude Pujol junto con vascos, valencianos y gallegos. Martí Zaro escribe un informe sobre dicho encuentro en el que dice: «Por otra parte, y del lado de los catalanes y los vascos, que el status de autonomía acordado por la República bastaría en principio para satisfacer las aspiraciones de estas dos regiones. Por otra parte, y del lado de los madrileños, que las aspiraciones serían aceptadas siempre que no pusieran en cuestión la existencia de un Estado español único, lo que ha sido aceptado por todos los demás«. ¿Les estaban engañando ya?

Ni siquiera era, a mi juicio, un engaño. Para muchos de los citados, la idea de una España unitaria y fuerte era insoportable por diversos motivos. El informe de Martí Zaro es del máximo interés, pues es un análisis muy fino, que aúna aspectos sociológicos con otros puramente políticos que anticipan, en cierto modo, la España actual. En cualquier caso, en lo relativo a los secesionistas, no cabe pretextar engaño. Sus objetivos siempre han sido públicos y explícitos.

El día 11 de junio de 1975, pocos meses antes de la muerte de Franco, se celebra en Madrid una reunión de la Plataforma de Convergencia Democrática. liderada por el PSOE. Uno de sus principales objetivos era la reivindicación del “derecho de autodeterminación de los pueblos del Estado español”. ¿Ese era el “PSOE bueno” que tantos añoran, empezando por el señor Feijoo?

El PSOE «bueno», entendiendo por «bueno» un PSOE que busque la igualdad efectiva entre españoles, nunca ha existido. Como la mayor parte de los partidos, incluidos muchos llamados «de derechas», el PSOE, cuyo origen tiene mucho que ver con lo que se cuenta en el libro, pues muchos de sus protagonistas fueron ideólogos socialdemócratas, por no hablar de la financiación que le dio impulso, han asumido los postulados de los supremacistas de Cataluña, Vascongadas y Galicia. En este sentido, busque el lector sus manifestaciones, Feijoo es indistinguible de los miembros del inexistente PSOE «bueno».

¿Todo estas antiguas pretensiones y acuerdos cuajados durante el franquismo y el tardofranquismo fueron la base sobre la que se construyó el régimen del 78?

Sin duda. A la mitificada Transición llegaron muy fuerte, sobrerrepresentados, los secesionistas, apoyados por un buen puñado de tontos útiles y de papanatas europeístas, por emplear la fórmula de Unamuno.

En la situación actual, ¿hacia qué configuración jurídica vamos: federal o confederal?

Aunque el término «federal» suena muy bien en determinados oídos piadosos capaces, incluso, de asumir asimetrías, a lo que vamos es a un Estado confederal, paso intermedio de la destrucción de España para la integración en Europa de una serie de jirones. Lo increíble es que un amplio sector de la sociedad española está encantada con esta autodestrucción.

La Constitución del 78 es imperfecta, ¿pero todo lo que ha pasado se hubiera podido parar con una aplicación más valiente de ciertos recursos de la propia Constitución?

Es evidente que en la Constitución —«nacionalidades y regiones»— habitan las herramientas de la destrucción de la nación española. Su redacción es deliberadamente ambigua. Ahora bien, sin la irresponsabilidad del PSOE y del PP, capaces de entregarlo todo a cambio de permanecer en la Moncloa, las sectas secesionistas no hubieran podido llegar tan lejos como para poner en jaque la propia existencia de España como nación. Ellos son, sin duda, los principales culpables de haber llegado hasta aquí.

¿Es reversible todo el daño que se está haciendo a España como nación?

Es reversible, pero lo será cada vez menos si se sigue desarrollando el sistema autonómico que ha servido para configurar estructuras de Estado o para que en algunas regiones el español, elemento cohesionador, ha sido prácticamente erradicado del mundo oficial, que no del popular, como demuestran, por ejemplo, las listas de canciones más escuchadas. Con unas políticas destinadas a ver a la región de al lado como a una tierra extraña, las posibilidades de un proceso de renacionalización, sí, he dicho de renacionalización, son cada vez menores.

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