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LA PROPUESTA NACIONAL DE VOX COBRA FUERZA

El peligro de que las reivindicaciones de la ‘España vaciada’ se conviertan en votos para apuntalar al PSOE tras el 28M

Adriana Lastra (PSOE) y el presidente de Teruel Existe, Tomás Guitarte. Europa Press

Millones de españoles han visto a sus pueblos y ciudades despoblarse y languidecer paulatinamente a lo largo de los últimos decenios mientras los partidos separatistas conseguían miles de millones de euros cada año de los presupuestos del Estado gracias a su deshonestidad. Esta injusticia prolongada y profundizada a lo largo de 40 años tiene como principales responsables al PSOE y al PP, al alimón.

La situación ha ido creando un descontento creciente y generalizado que llevó hace unos años a la aparición de nuevos partidos locales, principalmente en esas provincias y regiones. Ante ello, el PSOE y el PP se apresuraron a crear también sus propias marcas blancas, partidos-pantalla controlados por ellos, con la intención de captar a este nuevo perfil de votante. La maniobra resultó especialmente exitosa para el PSOE con el partido ‘Teruel Existe’, gracias al cual pudo formar el actual gobierno y mantener en sus manos hasta hoy el control del poder y del presupuesto. 

PSOE y PP son conscientes del desgaste de sus marcas y del hastío que éstas provocan incluso en no pocos de sus propios votantes. Por eso, en estas elecciones autonómicas y municipales recurren de nuevo a la fórmula de los partidos-franquicia tratando de detener la sangría de votos. La «España vaciada» es el ejemplo más claro.

No todos los nuevos pequeños partidos locales están patrocinados —más o menos abiertamente— por el bipartidismo. En cualquier caso, su perfil localista les juega en contra a la hora de ganar la confianza de los electores. Porque los españoles de las provincias maltratadas son, ante todo, eso: españoles. Son y se sienten españoles. Desean —y no negocian con ello— la unidad de España, y la igualdad entre todos los españoles.

Estas nuevas fórmulas localistas han conseguido decepcionar en tiempo récord. Además del caso de ‘Teruel Existe’, buque insignia del fenómeno en el que ha quedado manifiestamente claro ante toda España que su utilidad se ha reducido a permitir un gobierno sometido al separatismo, hay otras experiencias negativas. Por ejemplo, la de Cuenca. Allí, otro partido localista —‘Cuenca Nos Une’— se alió tras las municipales con el PSOE para permitirle gobernar y, poco después, se vio obligado a romper la coalición ante las dimisiones de sus propios concejales electos, presionados a su vez por las generalizadas protestas de los votantes y sus propias conciencias: el PSOE seguía en su línea de abandono y desamparo de Cuenca. 

En efecto, el apoyo de ‘Cuenca nos une’ al PSOE hizo posible —en palabras de Emiliano García Page—, «la alineación de poderes en manos del PSOE» (en referencia a los gobiernos de la nación, la autonomía, la diputación provincial y el ayuntamiento). Poderes que se han confabulado —entre mentiras y promesas incumplidas— para despojar a Cuenca del tren que mantenía la comunicación de sus pueblos y de la capital con Madrid y Valencia desde 1883; un tren que era —y los conquenses mayoritariamente piensan que debe seguir siéndolo— un elemento clave para la vertebración y dinamización de la provincia. De esta forma, los que optaron por votar a ‘Cuenca Nos Une’ buscando un trato más justo hacia sus legítimos intereses y necesidades pronto descubrieron, con profunda decepción y tristeza, cómo les robaban su tren, arrancando literalmente las vías y recalificando los terrenos.

Había sido, precisamente, esa «alineación» (sic) de poderes la que había permitido desmantelar infraestructuras ferroviarias que han funcionado durante 140 años prestando un servicio vital a la provincia. Una medida irracional, completamente contraria a los intereses de Cuenca, que pasa a ser la única provincia española sin ferrocarril mientras otras disfrutan de inversiones millonarias…, pero útil a los intereses del PSOE. Un verdadero tiro en el pie a la provincia de Cuenca… gracias a ‘Cuenca Nos Une’. Un ejemplo suficientemente significativo para constituir un fuerte aviso a votantes de otras provincias para que escarmienten en cabeza ajena.

Por otra parte, tampoco el estilo de sacar tajada de cada situación —propio de partidos separatistas— es algo que agrade a estos votantes. Esa España esquilmada, tratada injustamente durante decenios por los gobiernos del bipartidismo, ridiculizada, ignorada y engañada es… España. Y España no quiere su propia desmembración. Muy al contrario, el proyecto que anhela esa España profunda —y el que está dispuesta a apoyar— pasa necesariamente por fortalecer la unidad de todo el territorio, de todas y cada una de sus regiones. Así como por la anhelada igualdad entre todos los españoles, como marca la Constitución. 

Ante esta disyuntiva, la propuesta de VOX —nítidamente nacional y claramente alejada en este sentido de la de PSOE y PP— cobra más fuerza. Le juega en contra que la población de las provincias más abandonadas está formada mayoritariamente por personas mayores, las cuales —por su reducido acceso a interneT— son víctimas preferenciales del bloqueo informativo impuesto por el bipartidismo a través de los medios de comunicación controlados por ellos (prácticamente todos). A lo que se suma la dificultad que este sector de la población —el más fiel al bipartidismo— tiene para cambiar el voto. No ocurre lo mismo entre los jóvenes, a los que el mensaje demonizador contra el partido verde le produce el efecto contrario.

Los partidos locales no pueden ofrecer la solución que se espera porque en demasiadas ocasiones no son una propuesta de unidad. Es posible que el 28M se produzca un trasvase más o menos importante de votos hacia la propuesta verdaderamente nacional de VOX que —desde sus propios principios— defiende una justa valoración y apoyo a lo local en cada rincón de España, sin excepción. Porque la igualdad entre todos los españoles y entre todos los territorios de España que VOX defiende como uno de sus principales objetivos políticos es algo con lo que sí se pueden sentir representados la mayoría de estos votantes.

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