Millones de espaƱoles han visto a sus pueblos y ciudades despoblarse y languidecer paulatinamente a lo largo de los Ćŗltimos decenios mientras los partidos separatistas conseguĆan miles de millones de euros cada aƱo de los presupuestos del Estado gracias a su deshonestidad. Esta injusticia prolongada y profundizada a lo largo de 40 aƱos tiene como principales responsables al PSOE y al PP, al alimón.
La situación ha ido creando un descontento creciente y generalizado que llevó hace unos aƱos a la aparición de nuevos partidos locales, principalmente en esas provincias y regiones. Ante ello, el PSOE y el PP se apresuraron a crear tambiĆ©n sus propias marcas blancas, partidos-pantalla controlados por ellos, con la intención de captar a este nuevo perfil de votante. La maniobra resultó especialmente exitosa para el PSOE con el partido ‘Teruel Existe’, gracias al cual pudo formar el actual gobierno y mantener en sus manos hasta hoy el control del poder y del presupuesto.
PSOE y PP son conscientes del desgaste de sus marcas y del hastĆo que Ć©stas provocan incluso en no pocos de sus propios votantes. Por eso, en estas elecciones autonómicas y municipales recurren de nuevo a la fórmula de los partidos-franquicia tratando de detener la sangrĆa de votos. La Ā«EspaƱa vaciadaĀ» es el ejemplo mĆ”s claro.
No todos los nuevos pequeƱos partidos locales estĆ”n patrocinados —mĆ”s o menos abiertamente— por el bipartidismo. En cualquier caso, su perfil localista les juega en contra a la hora de ganar la confianza de los electores. Porque los espaƱoles de las provincias maltratadas son, ante todo, eso: espaƱoles. Son y se sienten espaƱoles. Desean —y no negocian con ello— la unidad de EspaƱa, y la igualdad entre todos los espaƱoles.
Estas nuevas fórmulas localistas han conseguido decepcionar en tiempo rĆ©cord. AdemĆ”s del caso de ‘Teruel Existe’, buque insignia del fenómeno en el que ha quedado manifiestamente claro ante toda EspaƱa que su utilidad se ha reducido a permitir un gobierno sometido al separatismo, hay otras experiencias negativas. Por ejemplo, la de Cuenca. AllĆ, otro partido localista —‘Cuenca Nos Une’— se alió tras las municipales con el PSOE para permitirle gobernar y, poco despuĆ©s, se vio obligado a romper la coalición ante las dimisiones de sus propios concejales electos, presionados a su vez por las generalizadas protestas de los votantes y sus propias conciencias: el PSOE seguĆa en su lĆnea de abandono y desamparo de Cuenca.
En efecto, el apoyo de ‘Cuenca nos une’ al PSOE hizo posible —en palabras de Emiliano GarcĆa Page—, Ā«la alineación de poderes en manos del PSOEĀ» (en referencia a los gobiernos de la nación, la autonomĆa, la diputación provincial y el ayuntamiento). Poderes que se han confabulado —entre mentiras y promesas incumplidas— para despojar a Cuenca del tren que mantenĆa la comunicación de sus pueblos y de la capital con Madrid y Valencia desde 1883; un tren que era —y los conquenses mayoritariamente piensan que debe seguir siĆ©ndolo— un elemento clave para la vertebración y dinamización de la provincia. De esta forma, los que optaron por votar a ‘Cuenca Nos Une’ buscando un trato mĆ”s justo hacia sus legĆtimos intereses y necesidades pronto descubrieron, con profunda decepción y tristeza, cómo les robaban su tren, arrancando literalmente las vĆas y recalificando los terrenos.
HabĆa sido, precisamente, esa Ā«alineaciónĀ» (sic) de poderes la que habĆa permitido desmantelar infraestructuras ferroviarias que han funcionado durante 140 aƱos prestando un servicio vital a la provincia. Una medida irracional, completamente contraria a los intereses de Cuenca, que pasa a ser la Ćŗnica provincia espaƱola sin ferrocarril mientras otras disfrutan de inversiones millonariasā¦, pero Ćŗtil a los intereses del PSOE. Un verdadero tiro en el pie a la provincia de Cuenca⦠gracias a ‘Cuenca Nos Une’. Un ejemplo suficientemente significativo para constituir un fuerte aviso a votantes de otras provincias para que escarmienten en cabeza ajena.
Por otra parte, tampoco el estilo de sacar tajada de cada situación —propio de partidos separatistas— es algo que agrade a estos votantes. Esa EspaƱa esquilmada, tratada injustamente durante decenios por los gobiernos del bipartidismo, ridiculizada, ignorada y engaƱada es⦠EspaƱa. Y EspaƱa no quiere su propia desmembración. Muy al contrario, el proyecto que anhela esa EspaƱa profunda —y el que estĆ” dispuesta a apoyar— pasa necesariamente por fortalecer la unidad de todo el territorio, de todas y cada una de sus regiones. AsĆ como por la anhelada igualdad entre todos los espaƱoles, como marca la Constitución.
Ante esta disyuntiva, la propuesta de VOX —nĆtidamente nacional y claramente alejada en este sentido de la de PSOE y PP— cobra mĆ”s fuerza. Le juega en contra que la población de las provincias mĆ”s abandonadas estĆ” formada mayoritariamente por personas mayores, las cuales —por su reducido acceso a interneT— son vĆctimas preferenciales del bloqueo informativo impuesto por el bipartidismo a travĆ©s de los medios de comunicación controlados por ellos (prĆ”cticamente todos). A lo que se suma la dificultad que este sector de la población —el mĆ”s fiel al bipartidismo— tiene para cambiar el voto. No ocurre lo mismo entre los jóvenes, a los que el mensaje demonizador contra el partido verde le produce el efecto contrario.
Los partidos locales no pueden ofrecer la solución que se espera porque en demasiadas ocasiones no son una propuesta de unidad. Es posible que el 28M se produzca un trasvase mĆ”s o menos importante de votos hacia la propuesta verdaderamente nacional de VOX que —desde sus propios principios— defiende una justa valoración y apoyo a lo local en cada rincón de EspaƱa, sin excepción. Porque la igualdad entre todos los espaƱoles y entre todos los territorios de EspaƱa que VOX defiende como uno de sus principales objetivos polĆticos es algo con lo que sĆ se pueden sentir representados la mayorĆa de estos votantes.