La negativa de la CUP para investir a Turull complica los planes del separatismo. Un camino plagado de obstáculos que conduce a pensar que en Cataluña habrá nuevas elecciones o 155 para rato.
Sesión de investidura. La abstención de la CUP descarta la investidura de Jordi Turull en primera votación y activa el plazo de dos meses que tiene el Parlamento de Cataluña para formar gobierno o convocar unas nuevas elecciones. Allá por el 22 de mayo, si no hay presidente, se disolvería el Parlamento y habría nuevas elecciones unos 45-60 días después. No lo descarten, que con el separatismo nunca se sabe… y con Moncloa tampoco.
Pero volvamos a la opción Turull:
Las fuerzas separatistas de Juntos por Cataluña (34) y ERC (32) suman 66 escaños (contando los votos no presentes de Carles Puigdemont y Toni Comín, de modo que de forma efectiva cuentan con 64 votos) que, sumados a los 4 de la CUP dan como resultado los 68 escaños que conforman la mayoría absoluta del Parlament. La falta de proyecto común ha convertido en inútil esta mayoría absoluta por lo que se pasa a la segunda opción: una investidura por mayoría simple (más síes que noes). ¿Es posible?
Sin el apoyo de la CUP, las fuerzas separatistas se quedan en los 64 escaños. Insuficientes para vencer los 65 votos que sumarían entre noes y abstenciones el resto de fuerzas del Parlament: Ciudadanos -36-, PSC -17-, Cataluña en Común Podemos -8- y PP -4-).
Así las cosas, el jueves se termina sin presidente y con un Jordi Turull a las puertas de los juzgados, donde comparece el viernes para recibir, previsiblemente, el auto de procesamiento del juez Llarena y, quizá, la orden de prisión. Desde la cárcel, Jordi Turull necesitaría un permiso del juez para abandonar la prisión y participar en la segunda votación de investidura, que se celebraría 48 horas después de la primera, es decir, el sábado. ¿Lo tendrá? Previsiblemente no, en tanto que existiría ese riesgo de reiteración delictiva que tanto han entonado la Fiscalía y la acusación particular. Pero imaginemos que sí obtiene ese permiso. Llegamos a la sesion de investidura del sabado.
Los partidos que apoyan a Turull -JxCat y ERC- tendrían que encontrar cuatro apoyos para su candidato si quisieran sumar los 66 escaños necesarios para la victoria. No es fácil, pero si los encontraran, Jordi Turull podría ser nombrado presidente de la Generalitat. Lo que no podría hacer, en su condición de procesado en prisión, es ejercer las funciones propias del cargo, según el artículo 384 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal: «Firme un auto de procesamiento y decretada la prisión provisional por delito cometido por persona integrada con bandas armadas o individuos terroristas o rebeldes, el procesado que estuviere ostentando función o cargo público quedará automáticamente suspendido en el ejercicio del mismo mientras dure la situación de prisión».
El 155 y el Rey
Situación complicada también para el Gobierno de Mariano Rajoy y para el rey Felipe VI, que podría verse obligado a refrendar con su firma a un presidente procesado y encarcelado ya que, tal como señala el artículo 152.1 de la Carta Magna, corresponde al Rey «nombrar al presidente del Consejo de Gobierno de las Comunidades Autónomas».
Por su parte, el Gobierno de Moncloa tiene la responsabilidad de mantener o desactivar el artículo 155 en virtud del cual la Autonomía está ahora en manos del Gobierno nacional. Hasta ahora el mensaje del Ejecutivo es que habrá 155 hasta que haya nuevo Gobierno autonómico, o lo que es lo mismo, que además de un presidente, sean nombrados unos consejeros. Tarea complicada con Turull en la cárcel. Elecciones o 155 para rato, al parecer.
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