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Bildu y ERC le imponen sus exigencias

El Gobierno de Sánchez canjea España por los terceros Presupuestos de la legislatura

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Europa Press

El Gobierno consigue aprobar los terceros Presupuestos en tres años con los mismos apoyos, los que le llevaron al poder. Solo hay un cambio, Teruel Existe ha decido votar «no» en esta ocasión. Bildu y ERC han sido capaces de imponer sus exigencias. Ante el acuerdo en las negociaciones, dan luz verde a los Presupuestos de mayor gasto de la historia: 198.221 millones de euros, un 1,1% más que en el ejercicio anterior. Subidas de pensiones, de sueldos de funcionarios, renta para gastar en «cultura» para los jóvenes… esta es la carta de presentación barnizada de «gasto social» que va dirigida a lo que el Gobierno denomina «mayoría social». Y para todo esto, el Ejecutivo «cuela» las exigencias que Bildu y ERC le han puesto encima de la Mesa: Guardia Civil de Tráfico fuera de Navarra (acabar con cualquier atisbo de españolidad en la Comunidad Foral) y sustitución del delito de sedición por un delito de «desórdenes públicos agravados» (la sedición, penada con 15 años, pasará a ser eliminada, y el nuevo delito será penado con cinco años de prisión). El Gobierno, como si de unos cromos se tratase, ha canjeado España por unos Presupuestos a medida de sus socios.

Mientras se vota por «llamamiento» en la votación de la sedición y de los impuestos para las grandes fortunas, Bildu y ERC consiguen avanzar en su agenda ideológica y el Gobierno sigue considerándoles «interlocutores básicos». A pesar de las enmiendas a la totalidad que han planteado VOX y PP, a Sánchez no le ha temblado el pulso para pactar y asegurar hasta el último día su estancia en La Moncloa. El Gobierno, a pesar del contexto social y los datos económicos, ha decidido elevar el techo de gasto, incrementar la presión fiscal e introducir impuestos a las grandes fortunas que servirán para cumplir su compromiso con el Ingreso Mínimo Vital, con el aumento del Gasto en Defensa y las ayudas a los jóvenes, que por el momento no llegan. En el plano económico, esta Ley de Presupuestos supone un veto a las propuestas de la oposición y una cesión ante los postulados de toda la «extrema izquierda parlamentaria». Lo que el PP no consiguió en su anterior legislatura, alargando y estirando sus Presupuestos, nos los entrega el PSOE y Podemos con unas partidas presupuestarias para 2023 llenas de «populismo» y concesiones a sus socios.

Algunas de las partidas más «curiosas» son el incremento del presupuesto para el CIS, de 450 millones a los 503 millones para 2023; la «descolonización» de museos del ministro Iceta; y la concesión a Bildu para que se financie el circo en euskera… medidas que ayudan a hipotecar a futuras generaciones e incrementan la deuda en España a 32.000 euros por español. Muchos han sido los organismos independientes que han criticado estas cuentas. Desde el Banco de España pasando por la AIREF. No les gusta las subidas en el gasto que plantean desde el Gobierno. Persiste la idea de imponer el concepto de la solidaridad a golpe de impuestos. Pareciese como si los hubiese redactado Robin Hood, porque su base se reduce a la frase: «Robarles a los ricos para dárselo a los pobres». La realidad es que muchas de las partidas se basan en el gasto superfluo, en incrementar «la grasa» del Estado y plantear una estrategia de marketing político de cara a las elecciones municipales de mayo a golpe de presupuesto. Ante un calendario electoral prácticamente inminente, Sánchez ha pensado que los «brotes verdes» hay que venderlos de la mano de los socios, que le han pasado la mano consiguiendo convencerle de que sin Guardia Civil en Navarra y sin sedición, España es mejor.

Y todo en una semana emponzoñada por el victimismo de Irene Montero, una semana en la que el Gobierno ha sacado adelante el plan en el que se refleja donde va a parar nuestro dinero, mientras ha intentado distraer denunciando una supuesta «violencia política», y en la que ha querido que se deje de hablar de sedición, malversación o la «ley del sólo sí es sí» para ponerse brazaletes LGTBI por el Mundial de Qatar o hacer que Cuca Gamarra apoye a la ministra. Cortinas de humo, tensión política, trampantojos victimistas para distraer a un electorado al que le han mandado un mensaje muy directo: os vamos a endeudar intentando comprar vuestras voluntades. Los Presupuestos de mayor gasto son un hecho, la reforma del delito de sedición también. La deuda y las amenazas de los independistas de volverlo a hacer crecen, mientras Irene Montero con lágrimas en los ojos consigue junto a todo el Gobierno los Presupuestos Generales del Estado que siempre habían soñado.

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