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Sufrió un traumatismo craneoencefálico y tres fracturas mandibulares

La Audiencia de Valencia impone una pena de 12 años a un interno de un CIE por dar una paliza casi mortal a una policía

El interno del CIE condenado. Europa Press

La sección cuarta de la Audiencia Provincial de Valencia ha impuesto una pena de 12 años y cinco meses de prisión al interno del CIE de Zapadores que dio una paliza casi mortal a una agente de la Policía Nacional en los calabozos en abril de 2021.

Así se desprende de la sentencia en la que el tribunal condena al individuo por un delito de asesinato en grado de tentativa en concurso con un delito de atentado cualificado y un delito de atentado en concurso con un delito leve de lesiones.

Además, se le prohíbe acercarse a la agente y comunicarse con ella por un plazo de 12 años y se le requiere una indemnización de 101.89,05 euros para la policía en concepto de responsabilidad civil y de 1.877 euros para otro agente al que también hirió.

Este hombre fue inicialmente juzgado y condenado a siete años de prisión por lesiones graves pero no por tentativa de asesinato. La defensa de la agente y la fiscal Susana Gisbert recurrieron y el TSJCV anuló la sentencia y ordenó repetir el juicio con un tribunal diferente al ver ánimo de matar y la agravante de género.

Hace unas semanas se repitió la vista en la Audiencia de Valencia, en la que la agente reiteró la agresión que sufrió y el acusado se negó a responder a ninguna pregunta, ni siquiera de su abogado del turno de oficio, que fue designado por el Colegio de Abogados después de que el letrado que le representó en el primer juicio renunciara a su defensa.

El nuevo tribunal juzgador sí ha estimado que el agresor es culpable de un delito de asesinato en grado de tentativa aunque no se ha observado la circunstancia agravante de género, pese a que lo pedían las acusaciones.

Los hechos se remontan al 14 de abril de 2021, cuando el acusado se encontraba detenido en un calabozo en Zapadores por haber intervenido en una agresión a otra persona en la vía pública.

Durante su permanencia en dependencias policiales, no paraba de proferir insultos a todos los agentes que pasaban por su celda a otros detenidos y, a raíz de un enfrentamiento verbal con otro interno, pidió a la víctima ir al baño y luego le recriminó que hubiera cerrado la celda de un portazo y le empezó a decir insultos como «puta, perra».

Ante su actitud, decidieron cambiarle de celda. Al entrar para comunicárselo, él estaba tumbado y tapado y cuando la agente le fue a coger la manta de los pies él se abalanzó sobre ella. Le propinó un fuerte golpe que la dejó inconsciente cayendo de espaldas al suelo. En esta posición le siguió dando puñetazos en el rostro y la cabeza.

En ese momento entró un compañero a celda y se abalanzó sobre el acusado, se produjo un forcejeo y la agente resultó herido por un golpe en la cabeza. Finalmente fueron necesarios hasta tres agentes para reducir al acusado.

Como consecuencia de los golpes recibidos, la agente, que quedó inconsciente, sufrió un traumatismo craneoencefálico, tres fracturas mandibulares, diversos hematomas y visión borrosa en los ojos. Como secuelas le quedaron diferentes dolores cervicales y craneales, además de trastornos neurológicos y de estrés postraumático. El otro policía agredido también sufrió lesiones y un traumatismo craneoencefálico.

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