El filósofo Alain Finkielkraut considera que la situación de los judíos en Francia «es desgarradora», según ha declarado en una entrevista en el diario Le Point.
Finkielkraut reacciona en este encuentro al resultado de Renaissance (Renacimiento), el partido del presidente de Francia, Emmanuel Macron, en las elecciones europeas del 9 de julio y a la convocatoria de elecciones cuya primera vuelta se celebra el próximo 30 de junio. «Como los republicanos rechazaron sus avances, Emmanuel Macron tal vez no tuvo otra opción que disolver la Asamblea Nacional. El país, si las cosas hubieran seguido como estaban, se habría vuelto ingobernable«, ha asegurado al citado diario.
El filósofo también opina sobre el éxito de Agrupación Nacional, el partido de Joan Bardella y Marine Le Pen, y considera que excluir a esta formación del «arco republicano» es «absurdo». «No podemos jugar eternamente la carta de la peste marrón ni marcar con el sello de la infamia xenófoba la angustia existencial de una mayoría de franceses ante la presión migratoria. Siguiendo el modelo danés, todas las partes deberían trabajar para defender el derecho a la continuidad histórica y restaurar el control fronterizo«, ha incidido en referencia a la defensa de políticas migratorias más restrictivas del partido soberanista.
Sobre Francia Insumisa, la formación que lidera Jean-Luc Mélenchon, Finkielkraut denuncia que basó toda su campaña europea «en el odio a Israel y a los sionistas». Y recuerda que uno de sus diputados, Aymeric Caron, llegó a incluso a asegurar que los judíos «no pertenecen a la misma especie humana».
En este punto, entiende que una parte de los franceses pueda haber elegido a Agrupación Nacional como una manera de «bloquear el antisemitismo». «Nunca hubiera imaginado que algún día votaría a favor de la Agrupación Nacional para bloquear el antisemitismo. Todavía no es así, pero tal vez me vea obligado a hacerlo tarde o temprano si no hay otra alternativa. Sería una pesadilla. La situación actual es desgarradora para los judíos franceses«, concluye Finkierlkraut.
