Un tribunal británico ha condenado a cuatro varones por la violación repetida de una niña de 13 años entre agosto de 2018 y abril de 2019. Dos de esos varones son sendos ciudadanos sirios a los que las autoridades británicas permitieron establecerse como «refugiados» en la ciudad de Newcastle, junto con su familia.
Tal como ha publicado el periódico The Telegraph, Mohamed, de 23 años de edad, fue declarado culpable hace unos días de seis cargos de violación y uno de agresión por penetración y condenado a 13 años de prisión, mientras que su hermano Omar, de 26 años, fue declarado culpable de cinco cargos de violación y condenado a 18 años de cárcel. Omar violó a la niña al menos siete veces y amenazó con matarla o llevársela a otro país. La niña declaró haber sido “torturada” por sus agresores.
La circunstancia que añade más ultraje a estos delitos es que los hermanos aparecieron en un documental de la cadena de televisión BBC, antes ejemplo de profesionalidad y objetividad, filmado entre 2015 y 2016, para mostrar las dificultades de algunos sirios por integrarse en el Reino Unido, representados por la familia de Omar y Mohamed, los Badreddin.
Durante el año en el que se grabó el documental, Omar fue juzgado por agresión sexual y declarado inocente. Una reportera de la BBC, Katie Razzall, entrevistó a la familia Badreddin después del juicio y Omar sacó la carta de la islamofobia para defenderse: «Creo que ella no quería extranjeros en este país y por eso se inventó toda la historia». La denunciante era una niña de 14 años de edad.
Dos años después, en 2018 y 2019, Omar y Mohamed cometieron varios delitos de violación contra una niña de 13 años de edad. El diputado conservador Neil O’Brien calificó el documental de la BBC como «adulador». Las víctimas de los hermanos Badreddin, importados por el Gobierno y las ONG británicas no han recibido de la BBC un trato ni remotamente parecido.
Es uno de esos casos que los tertulianos piden silenciar porque, según ellos, «beneficia a la extrema derecha». Otros se preguntan cuál será el destino de los violadores Omar y Mohamed una vez cumplida su pena: ¿serán expulsados a Siria o seguirán en Gran Bretaña, viviendo a costa de los contribuyentes?
«Son los mejores, los más valientes»
Entre medias, miríadas de políticos, ministros, consejeros de autonomías, concejales, oenegeros, asistentes a los Goya y tertulianos han cargado durante años contra quienes señalaban las consecuencias de la inmigración para la convivencia. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, llegó a decir que los delincuentes de origen extranjero, si han nacido aquí, «son tan españoles como Abascal».
La colección de frases de políticos y personajes públicos elogiando la inmigración ilegal y descontrolada llenaría un volumen de cientos de páginas. «Son los mejores, los más valientes», dijo Manuela Carmena en 2016, cuando era alcaldesa de Madrid, sobre el centenar de inmigrantes que irrumpió de manera violenta en Melilla.
«No se puede hacer la ecuación: Inmigrante es igual a delincuente, es igual a ladrón, es igual a violador. Es una injusticia identificar inmigración ilegal con eso», dijo el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, el obispo auxiliar de Toledo Francisco César García Magán el pasado día 8 de marzo.
A pesar de todo, la realidad ya es demasiado evidente. Los extranjeros, sobre todo los indocumentados, a los que los Gobiernos nacional y autonómicos conceden alojamiento y dinero, delinquen en mayor proporción que los nacionales o los extranjeros asentados desde hace décadas. Sin embargo, el Poder mantiene su discurso de que «la diversidad nos enriquece».
