La Agrupación de Madres de Adolescentes y Niñas con Disforia Acelerada (AMANDA) en España denuncia que el aumento en las solicitudes de cambio de sexo puede deberse a que las normas «están redactadas de espaldas a la realidad».
«Olvidan el fenómeno de la disforia de género de inicio rápido (DGIR) que ha supuesto un aumento de las peticiones sólo en Europa, sino en todo el mundo desarrollado». Así, se atribuye el malestar psicológico de algunos menores a una supuesta incongruencia de género, dando por supuesto que su bienestar pasa por un proceso de reasignación que puede incluir tratamientos hormonales irreversibles.
En este sentido, reclaman que los profesionales puedan atender los desórdenes subyacente, previos a la aparición de la disforia de género, «diagnosticándolos y tratándolos desde un ámbito pluridisciplinar, de modo que se permita a los menores completar su maduración antes de tomar decisiones irreversibles».
«Los tratamientos irreversibles —hormonales de bloqueo y transición y quirúrgicos de reasignación— deberían constituir la última opción a valorar por el daño que suponen y los malos resultados a largo plazo», afirma. «Los adolescentes que se identifican como trans de un día para otro están sufriendo muchísimo y necesitan apoyo psicológico y médico para buscar el origen de su malestar y abordarlo», añade AMANDA.
El perfil de este aumento es claro: adolescentes (80% chicas) que jamás dieron muestra alguna de discordancia con su sexo biológico durante la infancia; generalmente entre los 11 y 17 años; neurodivergentes (con altas capacidades, autismo, TDA) y/o con una problemática emocional o de salud mental previa (ansiedad, depresión, TCA, antecedentes de abuso sexual, bullying). En Reino Unido una investigación tras el cierre de una clínica determinó que más del 97% de los menores que querían cambiar de sexo padecían autismo, depresión u otros problemas.
Cabe señalar que en Bélgica, por ejemplo, desde la aprobación de la ley trans en 2018, una norma que permite un cambio oficial de sexo sin someterse a un procedimiento médico, ha aumentado de forma considerable el número de solicitudes (más de 2.300). En 2018 se alcanzó un pico de 742 solicitudes. Luego hubo una estabilización de más de 400 hasta el año pasado que se registraron 414 (casi el cuádruple de las 110 del año 2017, antes de la aprobación de la ley), según el Instituto para la Igualdad de Mujeres y Hombres.
En varios países del norte de Europa como Noruega e Islandia se ha otorgado la autodeterminación de género en el estado civil, permitiendo a las personas cambiar su género sin ningún requisito médico. Noruega, por ejemplo, eliminó la obligación de realizar una transición física en 2016… y permite la «autodeterminación de género» mediante la voluntad expresa de la persona también en menores.
La comisaria de Igualdad de la Unión Europea, Helena Dalli, felicitó hace unas semanas al Gobierno de Pedro Sánchez por la ley trans que eliminó los requisitos necesarios para acceder a este procedimiento: un diagnóstico médico que acredite una disforia de género y tratamiento hormonal durante al menos dos años. Sólo basta que se solicite el cambio por escrito, sin necesidad de presentar pruebas ni testigos. En este sentido, señaló que en la presidencia española del Consejo de la UE —a partir del mes de julio— «España va a ser un firme aliado para construir una Unión Europea de la Igualdad».
