Italia vive días de conmoción tras el ataque sufrido por Danylo Shydlovskyi, un joven ucraniano que «huyendo de la guerra en Ucrania, encontró el infierno en Milán», como relata su familia en una entrevista en Il Giorno, en la que el propio joven de 19 años cuenta el episodio de terror vivido tras sufrir una agresión múltiple a manos de 40 magrebíes frente a la estación de Porta Garibaldi, en Milán (Italia).
Danylo presenta un corte de la frente a la barbilla. Otros dos en la espalda, de cinco centímetros. Además de una herida en el brazo izquierdo. «Tenía miedo de desangrarme», confiesa. Danylo Shydlovskyi, un ucraniano que cumplió la semana pasada 19 años, muestra las terribles marcas que le dejaron los atracadores que le asaltaron la noche del domingo 6 de agosto en la plaza Freud, frente a la comúnmente conocida como estación Garibaldi.
Según la confesión de Shydlovskyi el ataque lo llevaron a cabo «una banda de unos 40 magrebíes». Un episodio que ocurrió un mes después del robo con machetes en un tren regional de la línea Lecco-Milán. Y fue precisamente desde Lecco desde donde llegó el joven ucraniano, que regresaba a Milán a las 7.00 de la tarde tras una excursión dominical al lago con su hermano y otros amigos. «En total éramos seis, cuatro chicos y dos chicas, dos de ellos menores», afirma.
Herido al querer proteger al resto del grupo
Danylo intentó proteger a los demás, «especialmente a las dos chicas», y se llevó la peor parte. Ingresado en el hospital Fatebenefratelli de Milán, tras el tratamiento fue dado de alta, pero debe guardar reposo durante aproximadamente un mes, para que sus heridas sanen.
Lo peor no son las heridas visibles: según los médicos, hay secuelas que permanecerán durante mucho tiempo. «Tendré al menos para un año. Tengo que mantener la herida bajo control, me tendrán que quitar los puntos (tengo al menos treinta) y luego tendré que empezar los tratamientos de cirugía plástica», afirma el joven agredido por un grupo de magrebíes.
De Ucrania a Milán
Danylo se expresa sólo en ucraniano y sus palabras son traducidas por su madre Raissa, que vive en Italia desde hace siete años. Su hijo se unió a ella y a su hermano pequeño tras el estallido de la guerra en Ucrania. «Pensé que estaría a salvo aquí en Milán. Huyendo de la guerra en Ucrania, encontró el infierno en Milán», comenta Raissa, que durante la entrevista.
Su pareja también interviene en la entrevista y narra cómo empezó todo: «Seis jóvenes norteafricanos —comienza— empezaron a acosarnos ya en la estación de Lecco, antes de que subiéramos al tren. Tomaron el mismo tren que nosotros; hicimos como que no pasaba nada y nos instalamos en otro vagón». El viaje transcurrió sin contratiempos.
Sin embargo, al llegar a la estación de Garibaldi, «esos seis nos siguieron hasta la salida de la estación». Danylo continúa la historia, con su madre haciendo de intérprete: «Esos chicos se unieron a otros. Eran unos 40 y nos rodearon. Me quitaron las gafas y no reaccioné. En un momento dado alguien les roció con gas pimienta. Yo, por instinto, aparté a las dos chicas que estaban a mi lado, para protegerlas y no huí».
Ataque con un cúter
Tras intentar poner el resto a salvo sintió como le agarraban. «Me empujaron contra un coche aparcado y me rompieron una botella en la cabeza. Luego me golpearon en la cara, con un cinturón y me agaché». Uno de los amigos de Danylo, que contemplaba impotente la escena, pidió ayuda. Según relata, «al cabo de unos segundos, uno de esos tipos le atacó con un cúter rajándole toda la cara, desde la frente hasta la barbilla y después se lo pasó a la espalda, golpeándole también el brazo mientras intentaba defenderse».
Los asaltantes huyeron con el escaso botín, dejando a Danylo en un charco de sangre. Dos policías y cuatro soldados llegaron después a los pocos minutos e iniciaron las primeras atenciones para el posterior traslado al hospital.
Tras recibir el alta hospitalaria, Danylo presentó una denuncia en la comisaría de Carabinieri de Affori. «Espero que la policía pueda averiguar quién me ha hecho esto, hoy me ha pasado a mí, mañana podría pasarle a otra persona. Estoy pasando días terribles, nadie se merece esto», concluye el joven ucraniano.