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ANTE EL AUMENTO DE LA VIOLENCIA

La defensa de la ley y del orden se convierte en un tema decisivo en las elecciones suecas

Policía sueco, en Malmö. Reuters

Quién iba a decirlo hace solo un par de décadas: el brutal aumento de los crímenes violentos en Suecia, un país tradicionalmente ajeno a esa lacra, será crucial en el voto en las inminentes elecciones del 11 de septiembre.

Aunque, en realidad, no solo era previsible, sino que fueron muchas las voces que previeron que la locura de querer revitalizar la sociedad sueca «importando» enormes contingentes de inmigrantes originarios de culturas muy distantes y distintas acabaría llevando indefectiblemente a lo que tenemos ahora: una Suecia en la que, por primera vez, el crimen es la clave de unas elecciones.

Pero la realidad ya es demasiado clamorosa para negarla, y el discurso inmigracionista está de vacas flacas. Como decía recientemente un tuitero sueco, el país ha pasado en poco tiempo de censurar tajantemente a quien osara sugerir cierto control sobre los flujos migratorios a que los suecos hablen abiertamente de deportaciones masivas.

Porque la llegada incontrolada de inmigrantes del Tercer Mundo ha cambiado radicalmente la vida cotidiana de los suecos. A peor, mucho peor. Suecia ha pasado en solo dos generaciones de ser uno de los países más seguros del mundo a convertirse en uno de los países más peligrosos de Europa, mientras su población se alteraba irreversiblemente: de los ciudadanos llamados a las urnas, 1,2 millones nacieron fuera de Suecia.

Suecia tiene una de las peores tasas de violación registradas en el mundo. En 2018, la emisora estatal SVT reveló que el 58% de los hombres condenados en Suecia por violación e intento de violación durante los cinco años anteriores había nacido en el extranjero. Algunos de los casos de violación más brutales han involucrado a inmigrantes musulmanes o africanos. Y la edad de los criminales desciende: de las más de 8.200 personas que la policía sueca tenía registradas como miembros de bandas criminales a finales de 2021, casi el 15% eran menores de 18 años.

Hasta hace poco, todo esto era meramente un fenómeno urbano. El sueco nativo todavía podía refugiarse en poblaciones pequeñas e imaginar que seguía viviendo en el país de siempre. Ya no es siempre posible: el crimen se están extendiendo a ciudades más pequeñas e incluso a zonas rurales de Suecia. Kalmar, una ciudad medieval relativamente pequeña de importancia histórica, ha experimentado múltiples tiroteos mortales entre pandillas.

Para algunos, los más alarmados, la solución es el exilio, un camino que toman cada vez más suecos.

Otro efecto de esta inmigración descerebrada es la radicalización del discurso público. Peder Jensen, del Instituo Gatestone, recuerda que Basem Mahmoud, influyente imán de Malmö, la segunda ciudad de Suecia, ha llamado a los judíos «la descendencia de los cerdos y los simios», dijo que «solo estaba citando el Corán» y espera con ansias «la gran batalla» cuando todos los no musulmanes se verán obligados a someterse a los musulmanes. En un sermón en febrero de 2022, Mahmoud atacó las escuelas y los servicios sociales suecos y afirmó que los musulmanes se están apoderando del país. «Suecia es nuestra», dijo. «Es nuestro, les guste o no a ellos [los suecos]. En diez o quince años, será nuestro».

Todo eso hace que la delincuencia sea el tema dominante en el periodo preelectoral. Para el 41% de los encuestados en un reciente estudio, la ley y el orden son los temas más importantes en la sociedad sueca. Esto podría beneficiar al Partido Moderado, a los Demócratas Cristianos o a los Demócratas Suecos. En el otro lado del espectro político, podría ser perjudicial para el Partido de la Izquierda, los Verdes y los socialdemócratas gobernantes.

El Partido Socialdemócrata encabeza el Gobierno sueco desde 2014. Durante estos ocho años, el crimen ha seguido creciendo a niveles intolerables en todo el país. En los últimos años, Suecia ha sufrido ataques con bombas, granadas de mano u otros artefactos explosivos semanalmente, a veces varias veces por semana.

En noviembre de 2021, el primer ministro Stefan Löfven renunció como líder del partido y primer ministro, y Magdalena Andersson se convirtió en la primera mujer primera ministra de Suecia. En abril de 2022, varias ciudades suecas experimentaron violentos disturbios y ataques contra la Policía por parte de musulmanes cuando el activista anti islámico Rasmus Paludan intentó quemar ejemplares del Corán. Andersson luego admitió que la falta de integración había contribuido a la violencia de las pandillas y dijo que hay «fuertes fuerzas que están listas para hacer todo lo posible para dañar a nuestra sociedad».

«Se ha permitido que la segregación llegue tan lejos que Suecia ahora tiene sociedades paralelas«, dijo Andersson según Aftonbladet. «Vivimos en el mismo país pero en realidades completamente diferentes… La integración ha sido demasiado pobre mientras que hemos tenido una migración a gran escala. La sociedad también ha sido demasiado débil».

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