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Aumentan las agresiones en el transporte público

La nueva realidad en Francia: la incapacidad de las autoridades para solventar la creciente inseguridad

Policía francesa. Europa Press

Las agresiones en el transporte público de determinados barrios de Francia se han disparado ante la incapacidad de las autoridades para acometer la situación.

Francia vive días de zozobra política y social. Lejos de mejorar la situación en las calles, los gobiernos de Emmanuel Macron han contribuido a agravar una situación que se antoja insostenible y que perjudica especialmente a las clases medias y trabajadoras. La inmigración primero y el fracaso de las políticas de asimilación después han conducido al país vecino a un momento de una gravedad extrema.

Lejos del foco por la ausencia de grandes atentados islamistas, aunque es cierto que de forma periódica, se producen pequeños ataques silenciados por buena parte de los medios, la cuestión de la seguridad en Francia representa una de las grandes preocupaciones ciudadanas.

En 2021, un estudio de Le Figaro mostraba el crecimiento de la seguridad como una de las grandes preocupaciones ciudadanas. En total, un 82% de los franceses decían «tener miedo y sentirse inseguros» por razones como «la violencia urbana y suburbana, el multiculturalismo y la inmigración no deseada».

Esta semana, los medios franceses explicaban un nuevo modus operandi de las mujeres para poder usar el transporte público con cierta tranquilidad. Ante la ausencia de agentes suficientes y la degradación progresiva de los barrios, donde las bandas han tomado las calles frente a un Estado que mira hacia otro lado, las mujeres han comenzado a modificar su hábitos de conducta y vestimenta para evitar ser acosadas.

Según el portal Fdsouche, la técnica de la «camiseta del metro» es una práctica cada vez común. «Nunca salgo sin una chaqueta grande, incluso en verano cuando hace mucho calor», explica la parisina Joséphine. En la misma línea se pronuncia Catherine que asegura evitar «llevar falda o vestido cuando coge el metro».

«No siempre fue así, Cambié mi forma de vestir desde el momento en el que comencé a recibir ciertos comentarios. A los quince años, un hombre me arrinconó en el metro y me preguntó por qué me había vestido así», subrayó Joséphine.

De Saint Denis al centro de París

En junio de 2022, con motivos de los incidentes registrados antes del comienzo de la final de la Champions League en Saint-Denis, la cuestión de la seguridad en Francia, la comunidad argelina en el país y la amenaza islamista pasó a primer plano. Las avalanchas, los robos y las agresiones no parecían propias de un gran evento deportivo anual en Occidente, en una gran capital europea y en un país con el peso de Francia.

La final de la Champions League puso en el foco Saint-Denis, pero son varias las comunas del conurbano parisino donde la policía no controla las calles y los delincuentes operan con total impunidad. Delincuencia organizada, narcotráfico y una exclusión permanente de las mujeres. El cóctel francés se nutre a partes iguales de islamismo y de materialismo, según la banda que se analice y la zona en la que se encuentre. Los trenes de cercanías están llenos de jóvenes delincuentes que visten caro, admiran a las grandes estrellas de la escena del trap y se gastan sus «beneficios» en drogas y alcohol.

Por el contrario, en determinados barrios manda la versión más fundamentalista del islam. En la Chapelle nada ha cambiado con respecto a 2017. Entonces casi 20.000 mujeres que vivían o trabajaban en la zona denunciaron el continuo acoso que sufrían en las calles: «Estamos hartas de caminar con la mirada baja y de aguantar insultos si llevamos tacones o falda corta», explicaba una joven.

«Salope (puta o perra) es lo más bonito que te gritan, y no son solamente los barbudos, son todos; si pudiera me iría de aquí», sentenciaba otra. Los agentes que patrullaban la zona eran conscientes de la situación, pero aseguraban «no tener medios» para poner freno: «Los caídes, los jefes extraoficiales de la comunidad, que marcan territorio y lo modelan hasta convertirlo en una zona donde imperan la ley islámica y las costumbres musulmanas«.

2024, la prioridad de Macron

El asunto de la seguridad y la descomposición territorial de Francia nunca ha sido una de las prioridades de Macron. En 2017, su campaña electoral estuvo centrada en negar estos problemas y tachar a la candidata del Frente Nacional de «radical». En 2020, anunció a bombo y platillo un plan para contener el «separatismo islámico» pero en el proyecto final, ante la presión de los sectores más progresistas, desistió de hablar de islamismo.

Ahora, con la inseguridad disparada, su horizonte parece estar en 2024. La ciudad de París acoge los Juegos Olímpicos y las imágenes de de Rio de Janeiro siguen muy presente entre el Comité Olímpico Internacional (COI). La ciudad brasileña fue incapaz de garantizar la seguridad de los asistentes y los robos se dispararon durante los poco más de veinte días que duró la cita.

En julio de 2022, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, apuntó a un cambio en las prioridades del gobierno para «intensificar como nunca la lucha contra la delincuencia» de cara a 2025. La idea es reforzar los cuerpos y fuerzas de seguridad con la creación de un millar de plazas adicionales de policía destinadas a París, 500 de ellas antes de los Juegos. Asimismo, el Ayuntamiento parisino anunció que elevará hasta 2.500 el número de agentes de la recién creada policía municipal.

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