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Los partidos soberanistas crecen en las encuestas

Protestas agrarias en Europa: ¿una nueva ‘Primavera de los pueblos’?

Protestas agrarias en Bélgica. Julien Warnand/Belga/dpa

Hace poco más de doscientos años, en las líneas que darían forma a su Fenomenología del espíritu, Hegel señaló que la humanidad se encontraba en una coyuntura histórica compleja; en un momento de profundas transformaciones; en un punto de intersección con una nueva realidad aún oculta, pero presta a desvelarse; en «un tiempo, en definitiva, de parto y de transición hacia un periodo nuevo».

Dos siglos después, las protestas agrarias que se han extendido por toda Europa podrían traer consigo el alumbramiento de un nuevo continente. No en vano, estas acciones bien podrían considerarse la plasmación simbólica de la pulsión nacional-popular que recorre el viejo continente, y que hará que las fuerzas soberanistas integradas en ID y ECR logren una gran victoria electoral en las próximas elecciones europeas.

Volviendo a Hegel, cabría pensar que «el Espíritu ha roto con el mundo anterior de su existencia y de sus representaciones, y está a punto de arrojarlo para que se hunda en el pasado». Hay quién podría creer en cambio, que las manifestaciones de los últimos días se disolverán y terminarán quedando en agua de borrajas. Sin embargo, Hegel ya advertiría en su magnum opus de que, en su inicio, la disolución del viejo mundo sólo sería anunciada por un puñado de síntomas sueltos capaces de barruntar que algo otro estaría en marcha.

Uno de esos síntomas sueltos podría apreciarse en los Países Bajos. No en vano, en las elecciones provinciales del pasado marzo, el Movimiento Campesino-Ciudadano obtuvo una amplia victoria en las doce provincias neerlandesas y, ocho meses después, aquellos electores que llevaron a este partido a la victoria, convirtieron a Geert Wilders en el gran triunfador de las elecciones generales.

Otro síntoma suelto tuvo lugar el pasado sábado en Alemania. Aquel día, mientras los agricultores germanos protestaban contra las medidas tomadas por socialdemócratas, ecologistas y liberales; antifascistas de todo pelaje se manifestaban en las grandes ciudades para exigir la ilegalización de AfD, que ya es la segunda fuerza política en el país. La extrema izquierda, de nuevo, apoyando las causas de la ruina económica de millones de familias y cadalsos a las consecuencias que la rabia genera entre aquellos sectores subalternos de la sociedad a los que les han arrebatado todo.

Por último, la manifestación que tuvo lugar en Bélgica, en concreto en Bruselas, el pasado miércoles también podría ser considerada otro de los síntomas sueltos que, a las puertas de la cita electoral del 9 de junio, empiezan a hacerse evidentes. No en vano, aquella concentración —al igual que los eventos antes señalados— logró poner de manifiesto una imbricación absoluta entre las demandas del mundo rural y el programa político de las fuerzas soberanistas que son las que hoy más crecen en Europa.

Habrá que ver, en cualquier caso, si estas fuerzas políticas están dispuestas a asumir todas sus demandas, imprimir una dirección consciente al movimiento agrario y trasladar los anhelos de millones de agricultores a la arena parlamentaria. Ello supondría que la Europa del ecologismo, el globalismo y la burocracia se derrumbe frente a una nueva Primavera de los Pueblos que concluya «la conformación del nuevo mundo».

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