El excandidato presidencial colombiano Fico Gutiérrez ha lanzado una voz de alerta esta semana. Las razones no son pocas: el izquierdista Gustavo Petro, aún sin haber comenzado a gobernar, ya amenaza con implementar un paquete de cambios radicales apenas se juramente como nuevo presidente. Lo peor de todo es que parece que logrará echar adelante su programa con pocas organizaciones y actores haciéndole oposición.
Una reforma agraria, fabricación de más impuestos para engordar al Estado y modificaciones profundas al sistema educativo y sanitario, así como un cambio de enfoque -ahora complaciente con los países pertenecientes a la órbita chavista- se asoman como las principales acciones que tomará en lo sucesivo Petro, que hasta ahora cuenta con el apoyo abierto -o al menos la intención de no hacerle oposición- del Partido de la U, el Partido Conservador y el Partido Liberal.
En medio del inicio de una nueva legislatura del Parlamento, Gutiérrez ha expresado en Twitter “Hoy se posesiona el nuevo Congreso. Una gran mayoría de partidos y políticos entregados a Petro sin ningún pudor. Aprobarán reformas que ponen en riesgo a Colombia sin ni siquiera importarles el futuro de sus hijos, a cambio de puestos y contratos. Ese era el cambio”.
El exaspirante presidencial, quien intentó conquistar el pase a segunda vuelta para enfrentar a Petro semanas atrás, naufragó ante la candidatura del empresario Rodolfo Hernández, quien terminó convirtiéndose en el rival del representante del Foro de Sao Paulo en el balotaje. Sin embargo, Hernández nunca polarizó realmente con Petro y, aunque recientemente ha expresado que también pretende oponerse a su gestión en el futuro, semanas atrás protagonizó un encuentro con el ahora presidente electo en el que se alegraba porque “el cambio” había comenzado en Colombia. Se trata pues de una ficha altamente impredecible.
Gutiérrez, quien solo había sido alcalde de la ciudad de Medellín durante un período, quizá no tenía la suficiente experiencia para enfrentar a un Petro que ya había corrido en dos candidaturas presidenciales previamente y buscaba la vencida en ese tercer intento. Sin embargo, a esta altura luce como alguien con mayor conciencia que el promedio de los políticos profesionales colombianos del riesgo que implica la venidera era Petro.
Quizá en medio de un escenario en el que los partidos tradicionales del sistema han decidido abrazar a Petro, este hombre de 47 años que luce como un político no del todo experto pueda ser la piedra de toque para dar pie a un movimiento de resistencia necesario que agrupe a varios líderes democráticos ante la amenaza que representa la llegada de la extrema izquierda al poder en Colombia. De momento habría que decir que el exalcalde al menos ha asumido una posición firme; a pesar de las modas, a pesar de tener el viento en contra.
La buena noticia es que el partido del expresidente Álvaro Uribe -que tampoco afronta su mejor momento después de la debacle electoral en las parlamentarias- ha anunciado esta misma semana que hará oposición sin ambages a Petro, desde el Congreso y desde donde corresponda. Han asumido en el Centro Democrático que esto es, ante todo, una cuestión de convicciones y coherencia histórica.
Ojalá en las próximas semanas dentro del Partido Conservador, Liberal y de la U identifiquen correctamente lo que se están jugando y sus dirigentes sensatos den el paso al frente también, haciendo causa común para evitar que Colombia sea arrojada definitivamente al barranco. A esta altura ya ni siquiera se trata de una amenaza que podría echar por la borda décadas de construcción de algo parecido a una democracia en el país, sino del tiempo oscuro que podría inaugurar un Petro -sin contención- en toda la región, con todo el entramado criminal que ello representa.
