«Ser es defenderse», RAMIRO DE MAEZTU
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ASPIRA A SU SEGUNDO MANDATO

Bolsonaro: el penúltimo dique de contención del socialismo que esclaviza a Iberoamérica

El expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Europa Press

El presidente Jair Bolsonaro se presenta a la reelección con un bagaje de rotundos éxitos en economía y en seguridad, y con la certeza de haber dado la batalla cultural a la izquierda al no someterse a sus postulados ideológicos. Su llegada al poder en 2018 con los votos de la amplia mayoría de los brasileños nunca fue aceptada por los grandes medios, que le criminalizaron antes y durante su mandato, ni por la izquierda, que trató de desbancarle a través de los tribunales.

Militar con dilatada trayectoria y descendiente de inmigrantes italianos llegados a Brasil después de la Segunda Guerra Mundial, comenzó su carrera política en 1988 cuando se postuló para el Concejo Municipal de Río de Janeiro y obtuvo un escaño. En 1990, dos años después de ser electo, ganó el primero de siete mandatos consecutivos como diputado federal por Río… y en 2014 fue el más votado en Río para la Cámara Federal. En 2018, alcanzó la presidencia logrando más de 58 millones de votos en la segunda vuelta. Durante la campaña electoral sufrió un atentado que casi le mata. Adélio Bispo de Oliveira, un militante izquierdista partidario del hoy expresidiario Lula y de las dictaduras narcocomunistas impulsadas por el Foro de Sao Paulo, le apuñaló en el estómago. Solo la rápida atención médica le salvó la vida.

Aliado de Trump y Orbán

Bolsonaro ha sido ejemplo de rechazo a las políticas globalistas durante la pandemia. Defendió la libertad de vacunación, dijo no a los confinamientos y no a los pases covid, mientras toda la región (y Europa) multiplicaba las restricciones arbitrarias y liberticidas. Él no es un político al uso, no procede del establishment político, es el «Trump de Brasil». Con el expresidente estadounidense tuvo una excelente relación. «Trump lo estaba haciendo muy bien», dijo Bolsonaro tras la salida del dirigente republicano de la Casa Blanca.

«El presidente Jair Bolsonaro y yo nos hemos hecho grandes amigos en los últimos años. Él lucha duro y ama a la gente de Brasil, al igual que yo hago a la gente de Estados Unidos. Brasil tiene suerte de tener a un hombre como él trabajando para ellos. ¡Es un gran presidente y nunca defraudará a su país!, aseveró Trump en octubre del año pasado en un comunicado.

También con Viktor Orbán, al que visitó en febrero de este año y elogió. «Hungría, nuestro pequeño gran hermano europeo, es un país soberano que no está gobernado por las ONG internacionales, promueve el liberalismo económico y defiende sus tradiciones», agregó Bolsonaro en Budapest, donde fue recibido con honores y viajó para impulsar las relaciones comerciales y afianzar la cooperación y la amistad entre ambas naciones.

Defensa del derecho a la vida y de la familia

«Brasil tiene un presidente que cree en Dios, respeta la Constitución (…) y debe lealtad a su pueblo», manifestó en el foro de la ONU de septiembre de 2021, en una intervención en la que agregó que la familia tradicional es «fundamento de la civilización».

El presidente es un firme defensor de los principios conservadores de la defensa del derecho a la vida y de la familia… y rechaza la Agenda 2030, que impone la ideología de género. «No cabe relativización en la defensa de la vida de los inocentes que no pueden defenderse», ha defendido en múltiples ocasiones. Su Gobierno creó la Secretaría de la Familia, firmó el Consenso de Ginebra junto a 31 países más para proteger la vida y reivindicar la familia como parte fundamental de la sociedad, y estableció el 8 de octubre como el Día Nacional del Niño por Nacer para «sensibilizar sobre los riesgos del aborto».

«Se trata de la vida de un bebé que ya tiene tacto, olfato y gusto, y que ya escucha la voz de su madre. ¿Cuál es el límite de esta deshumanización de un ser inocente?», declaró el pasado mes de febrero tras la decisión del Tribunal Constitucional de Colombia de despenalizar el aborto hasta las 24 semanas (seis meses).

Enemigo de las dictaduras narcocomunistas

Durante el mandato de Bolsonaro, Brasil se ha volcado con el recibimiento a los venezolanos que huyen de la miseria chavista. «El problema de Venezuela tiene que ver con el comunismo, esa ideología despreciable y asesina que destruye todo por donde pasa», manifestó en 2018.

El presidente, convertido hoy en penúltimo dique de contención del socialismo que esclaviza a Iberoamérica, envió todo el apoyo y la solidaridad al pueblo cubano que se levantó en julio del año pasado contra la tiranía castrista para pedir «el fin de una cruel dictadura que durante décadas masacró su libertad». «¡Que la democracia florezca en Cuba y traiga mejores días a su pueblo!«, escribió en Twitter.

También ha ofrecido Brasil para acoger a la expresidenta boliviana Jeanine Áñez, encarcelada y perseguida por el régimen izquierdista, y el pasado mes de septiembre, ante la Asamblea General de la ONU, condenó la persecución religiosa de la tiranía de Daniel Ortega. «Quiero anunciar que Brasil abre sus puertas para acoger a los sacerdotes y monjas perseguidos en Nicaragua», declaró.

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