Y ya de paso el de la JOC. Porque ya no existen. No son nada. Apenas un cadáver que tres nostálgicos pasean por ahí. Como Juana la Loca a Felipe el Hermoso por los campos de España.
Estamos en el 50 aniversario de la muerte de Guillermo Rovirosa. Al que quieren beatificar. No tengo nada en contra. La diócesis de Mondoñedo-Ferrol lo ha conmemorado nada menos que con dos actos. Muy cálidos según se dice. Y en Ferrol. Ciudad obrera de Galicia. Pues a esos dos actos, a los que se llevó, no se si a ambos o sólo a uno, al señor obispo, acudieron «cerca de cuarenta personas». ¿Treinta y cinco?
http://www.revistaecclesia.com/homenaje-guillermo-rovirosa-en-mondonedo-ferrol/
Eso ha fracasado y es hora ya de enterrarlo. Y no se iba a enterar nadie del sepelio. Hoy afortunadamente los obreros son unos católicos más, los que lo sean, y es absurdo separarlos como una casta aparte. En misa, los que vayan, están al lado del abogado, del médico, del militar, del empresario y no se distinguen en nada. Sus hijos van al mismo colegio que los de los otros y tampoco se distinguen. Ni en la cafetería, la playa, el cine o el estadio de futbol. Están en la misma cola en el ambulatorio y ocupan las mismas camas en los hospitales de la Seguridad Social. Sus hijos van a la misma universidad que los de aquellos que no son obreros. Y no es ninguna maldición serlo. Lo trágico es perder esa condición y pasar a la de parados. Hoy, también afortunadamente, no son los parias de la tierra. Esos son los sin trabajo o los inmigrantes. No los obreros.
Acabemos pues con esa ficción sin sentido que no mueve a nadie. Y que se muere sola. Porque no tiene relevo. Si la HOAC agoniza la JOC es ya un cadáver. Y era el relevo natural del agonizante. Cerca de cuarenta personas para recordar en Ferrol, con lo que fue aquella ciudad en la lucha obrera, a Guillermo Rovirosa. Nada.
