Porque allí está el epicentro aunque los daños se produzcan luego en todo el mundo.
Parece de perogrullo el que quienes ocupan puestos distinguidos en la Iglesia deben vivir como Dios manda. El obispo al que filman con un chapero o con una señora, el cura abarraganado y hasta con prole, el obispo o el sacerdote pederastas, el Hermano Mayor de una cofradía que vive con una mujer que no es con la que se casó por la Iglesia… chirrían demasiado y no hay misericordias que valgan. No es el caso del simple fiel que va a misa los domingos o el cofrade de filas sin más representación que la propia en una cofradía. Y no es sólo el sexo. El presidente de la Acción Católica diocesana no puede ser el contrabandista de droga ni el vicario general pasar los días en un campo de golf o ser la mayor fortuna de la provincia.
Pues el revuelo formado con motivo del último sínodo romano, y alguna cosa más de la misma procedencia, han llevado a artículos como el que os enlazo y a dejar a obispos que cumplen con su deber como los malos de la película. n esta ocasión el de Málaga:
http://www.diariosur.es/semana-santa/201411/13/cautivos-catala-20141112193047.html
Claro que el dimitido Hermano Mayor del Cautivo puede amar muchísimo a su Cristo, incluso acudir a su procesión, nadie discute eso. Si sólo pudieran ir a misa los santos, las iglesias estarían vacías. Pero ser presidente de Cáritas, delegado episcopal, ostentar la máxima representación de una cofradía, ser miembro del consejo pastoral diocesano, dirigir la televisión de los obispos… parece que reclaman una vida en coherencia con lo que la Iglesia predica. Y eso es todo. Cuando hay quiebra en ello procede dejar el puesto. O que te lo dejen si la persona en cuestión no se da cuenta de que no puede seguir.
El obispo de Málaga ha procedido como era obligado. Lo que hace falta es que desde el epicentro no se lo pongan más difícil. A él y a otros.
P.D.: Habréis observado que están saliendo artículos sin fotografía. El gato sigue teniendo cuatro pies y la cigüeña dos patas, aunque a veces encoja una. No hay más problema que mi proverbial incompetencia internáutica. Epero que un hijo, yerno o nieto, tengo uno que a sus trece años es una autoridad en estas cosas, con absoluto pasmo mío, me lo resuelvan cuando vengan por casa.