«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Zaragoza es un hervidero de candidatos

La fechoría del Yanero Solitario, en conjunción palmero-baturra con el esbirro de los demonios que no santos, ha levantado muchas ronchas en la capital maña y cada día surgen nuevos candidatos para suceder a Don Manuel. Siguen en primer lugar los recomendados por quienes han auspiciado el desaguisado: Omella, Ruiz Martorell y como aspirantes a alguna diócesis de menor categoría que quedara vacante en la carambola, podrían entrar en el bombo la metropolitana, Barbastro-Monzón y hasta Huesca y Jaca, los Satué, Altemir… Omella sigue teniendo otra novia, todavía más guapa, que es Barcelona. Y hay que reconocer que no estaría mal buscado el posible candidato. Habla catalán pero no es nacionalista pero tampoco un obispo declaradamente tradicional con lo que los progresistas no protestarían tanto. No falta quien pensando en el papel ascendente de Osoro ha mencionado al obispo más amigo del arzobispo madrileño, el almeriense González Montes, que no reuniría más mérito que el de la amistad con Osoro. Creo que es un rumor sin consistencia pero puedo equivocarme.

Últimamente ha comenzado a sonar otro nombre que sería, como el anterior, una derrota clara del tandem palmero-baturro y que tal vez cabría interpretar como intervención de otro cardenal mucho más aseado que el de los demonios. Y es el del arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez. No soy precisamente un entusiasta del pampilonense pero todo lo que sea desactivar las maniobras Yanero-abrileñas me parece bien. Creo que la situación de la Iglesia aragonesa precisa un shock potente que la vuelva a la vida y Pérez no tiene precisamente mucho de shock. Creo, además, que para levantar la Iglesia en aquella región se necesitaría un pontificado largo y la fuerza de un obispo joven. Omella presentará la renuncia en 2021 y Pérez en 2022. Seis años y meses para uno y siete y meses para otro no parece mucho tiempo. Pero esa es una realidad de la Iglesia española hoy. Que está muy envejecida. Barcelona lleva casi tres años pasada de fecha. El año que ya estamos casi tocando renuncian dos arzobispos, Mérida-Badajoz y Burgos, En 2017 Valladolid. En 2019 Toledo y Tarragona. En 2020 Madrid, Valencia y Sevilla. En 2021 Santiago. En 20022 Pamplona, el castrense y Granada. Y en 2023 el coadjutor de Badajoz y quien lo es a título personal de Urgel. En nueve años renuncian todos los arzobispos de España menos el de Oviedo. No me parece acertado buscar uno ahora para Zaragoza con caducidad tan a corto plazo. Pero es que con los obispos actuales ocurre casi otro tanto. De los que hoy están en ejercicio  treinta y trés obispos presentarán la renuncia antes de 2024. Y cinco más ese año. Con lo que sólo hay 25 obispos hoy para cubrir todas las bajas que se producirán hasta el 2025. Que serán más de cincuenta. Pues duro lo va a tener el nuncio.

     

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