Lo llamaban MOAR, la ‘Madre de Todas las Marchas’ (Mother Of All Rallies), y estaba convocada este fin de semana para ‘arropar’ a un presidente del que no puede decirse que atraviese su mejor momento.
Pero, al final, la Madre de Todas las Marchas ha resultado la mejor constatación de que Trump ha perdido el favor del núcleo duro de sus leales: apenas dos o tres centenares de leales MAGA aparecieron por allí, menos que la concentración de ‘juggalos’ -una pintoresca tribu urbana formada en torno a un grupo musical- reunida en el Lincoln Memorial; e incluso se permitió que intervinieran representantes del grupo violentamente antiTrump Black Lives Matter.
La reacción de las mesnadas trumpistas al pacto de su ídolo con los demócratas para amnistiar a los inmigrantes ilegales protegidos por el programa DACA, sumado a una nueva condena de la Casa Blanca a los ‘supremacistas blancos’ -sin definir el término ni incluir a grupos violentos de la izquierda- ha vacilado entre la incredulidad, la ira y la desesperación.
Pero aún había que apurar el cáliz del dolor
No hay mucho a lo que puedan agarrarse, fuera de sus desplantes fanfarrones en Twitter, los seguidores del presidente. Además del chaqueteo en el tema básico, la inmigración ilegal, han visto en estos diez meses que ni se ‘drena la ciénaga’ -que más bien parece haberse tragado a Trump-, ni se construye el muro, ni se aplica el veto migratorio de países islámicos, ni se sustituye el Obamacare. Solo Goldman Sachs y los ‘halcones’ del Pentágono parecen estar contentos con el presidente.
Oh, bueno, sí, quedaba algo: lo del Cambio Climático, ya saben, la anunciada retirada de Estados Unidos del Tratado de París. Por eso no ha podido salir en peor momento en Wall Street Journal para anunciar que «la Administración Trump trata de evitar retirarse del Acuerdo de París sobre el Clima». Es lo que se llama «la puntilla».
Abre así la noticia: «La Administración Trump está estudiando permanecer en el acuerdo de País para combatir el cambio climático «bajo las condiciones adecuadas», ofreciéndose a reincorporarse al tratado internacional tres meses después de que el presidente Donald Trump dijese que Estados Unidos se retiraría si no se daban términos más favorables».
A la Casa Blanca, viendo cómo está el patio, le faltó tiempo para lanzar un desmentido; concretamente, diez minutos fue lo que tardó su portavoz en asegurar que la posición de la Administración «no ha cambiado» y que se retirará del acuerdo «a menos que cambien las condiciones». Oh, bien, que empiece el chalaneo.
La liebre la levantó el responsable comunitario para el clima, nuestro Miguel Arias Cañete, que tras el desmentido matizó que, si bien Estados Unidos mantiene su intención de retirarse, está revisando las condiciones en las que podría reincorporarse al acuerdo.
El mal, en cualquier caso, ya está hecho. Para su base es un volver a decir «digo» donde se dijo «Diego» por parte del presidente, con el agravante de tratarse de dar marcha atrás a un anuncio realizado no en campaña, sino ya como presidente.
¿La ciénaga? Bien, gracias.
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