El pasado 10 de octubre se celebró el Día mundial de la salud mental. Desde 1982 se celebra esta fecha por iniciativa de la Organización Mundial de la Salud, con la intención de concienciar a la sociedad acerca de los problemas de la salud mental en todo el mundo, visibilizando esta rama sanitaria como fundamental para el desarrollo funcional de las personas.
La Fundación Mutua Madrileña elabora y publica cada año el informe La situación de la salud mental en España, que especialmente desde la pandemia, muestra una radiografía preocupante del estado mental de la población. Si bien esta no es una situación exclusiva de nuestra sociedad, sino que la salud mental ha empeorado notablemente en todo el mundo en los últimos años, nuestro país sí que es uno de los líderes mundiales en consumo de psicofármacos. En concreto, el 18,9% de los españoles consumen ansiolíticos. Un 26,2% acude actualmente a un especialista en salud mental y el 44,9% de la población afronta la situación actual con preocupación.
Esta percepción negativa de la salud mental también preocupa a los españoles: según el citado informe un 74,7% de la población considera que la salud mental de la sociedad española ha empeorado desde 2019 y la cifra de la población española tiene experiencia propia en salud mental alcanza ya el 22,8%. Según la OMS, la definición de salud mental es el «estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad». Una situación que no alcanza más de una cuarta parte de la población nacional.
En cuanto a los trastornos que afectan mayoritariamente a los españoles, esta semana hemos conocido datos proporcionados por la empresa Psico-Salud que la ansiedad es el problema de salud mental más frecuente en España. Afecta según cifras oficiales al 6,7% de la población, aunque ese porcentaje solo representa a las personas oficialmente diagnosticadas, por lo que el número real de afectados podría ser mucho mayor. Además, las consultas de los centros de salud demuestran que las mujeres padecen casi el doble de trastornos de ansiedad que los hombres (8,8% frente a 4,5%).
Lo que conocemos como ansiedad, según los psicólogos, no responde a un solo tipo de emoción, sino que es un cúmulo de emociones que se activan en función de las situaciones que vive una persona, como la alegría, el miedo, la vergüenza o el bloqueo. Cuando estas emociones se disparan de forma desproporcionada por cualquier vivencia personal, entonces todo el sistema nervioso entra en estrés y empiezan los síntomas que pueden alargase en el tiempo y derivar en todo tipo de problemas psicológicos. Cuando la ansiedad se mantiene en el tiempo se puede hablar de un trastorno de ansiedad, que limita la vida. Cuando se llega a sufrir ese trastorno es frecuente vivir ataques de pánico, que no son más que una reacción muy intensa que provoca la ansiedad, que paraliza por completo a quien la sufre, y origina incluso sensaciones físicas que llevan al convencimiento de que pueden provocar la muerte.
En cuanto a las personas más propensas a sufrir trastornos relacionados con la salud mental, el estudio anual de la Fundación Mutua Madrileña concluye que los jóvenes son el segmento de edad que cuenta en mayor medida con un diagnóstico en salud mental. Ante la situación económica y social actual, las personas de 18 a 24 años se manifiestan más ansiosas y deprimidas que la media. Además, en general, se muestran más preocupadas por no encajar en la sociedad (35,2%) y por lo que otros puedan pensar de ellas (33,7%), se sienten solas en mayor medida (32,6%), menos integradas en su entorno laboral o escolar (29,7%), dicen compararse más con los/as demás (40,3%) y es el estrato de edad más insatisfecho con su apariencia física (46,5%).
Los jóvenes de 18 a 34 años muestran una mayor probabilidad de acudir al psicólogo o al psiquiatra que el resto de los estratos de edad, sin embargo, tienen una menor probabilidad de consumir psicofármacos.
Por sexos, un 61,3% de las personas con experiencia propia en salud mental son mujeres, frente al 38,3% de hombres. El análisis muestra también que las mujeres tienen una probabilidad superior de consumir psicofármacos que los hombres, pero esto no se traduce en una mayor probabilidad de acudir al psicólogo o al psiquiatra: las mujeres acuden de media a los especialistas en salud mental lo mismo que los hombres, lo que nos permite concluir que la población femenina está infraatendida por los especialistas en salud mental.
