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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La investigación contra Trump, comprometida por correos de un agente

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump

Es sorprendente que los grandes medios, que llevan más de un año vendiendo una conspiración sin pies ni cabeza para la que no han logrado aportar ni un solo indicio, más bien al contrario, cierren los ojos y elijan ignorar las conjuras evidentes y de las que surgen pruebas abundantes.


Con lo primero nos referimos, naturalmente, a la improbable tesis de que el candidato Trump negoció en secreto con las autoridades rusas para amañar las elecciones a favor del magnate inmobiliario, por improbable que suene. Es la famosa ‘trama rusa’, que ha dado ya gloriosos días a los principales periódicos y cadenas de televisión norteamericanas y que cuenta, incluso, con una investigación especial a cargo de Robert Mueller, ex director del FBI que se arrastra infructuosa.
Y con lo segundo hablamos de la más que evidente conspiración abierta del Establishment, el Estado profundo o como prefieran llamarlo, contra Donald Trump. Repasen la prensa, vean noticieros desde el día de la toma de posesión, recuerden a Soros financiando marchas y protestas, jueces entorpeciendo cada medida del Presidente.
Pero, sobre todo, lo más peligroso: la oposición a ultranza de los poderosísimos servicios secretos y de la propia Administración que dirige.
Hace solo un par de días se supo que uno de los hombres de Mueller , el veterano agente del FBI Peter Strzok, tuvo que ser apartado del caso tras conocerse que era un acérrimo enemigo de Trump que había estado intercambiando correos con una colega (y amante) comentando el caso y expresando un furibundo aborrecimiento por Trump, y solo horas más tarde Judicial Watch hacía públicos correos en los que otro agente y el ‘número dos’ de Mueller , Andrew Weissmann, alababan los intentos judiciales de bloquear todas las órdenes ejecutivas del presidente Trump.
Es difícil, por no decir algo más fuerte, esperar una investigación imparcial y objetiva de individuos que han demostrado semejante animadversión hacia el presidente, pero parece ser que es la línea oficiosa del departamento.
También ha declarado John R. Maguire, un ex agente de la CIA que trabaja con los contratistas de seguridad (mercenarios, para entendernos) de Blackwater que el sucesor de Michael Flynn como director de Seguridad Nacional, General H.R. McMaster colaboró con la NSA en el espionaje de Donald Trump hijo, Eric Trump, Steve Bannon y otros colaboradores del presidente.
Maguire sostiene que McMaster, que desde su nombramiento mostró una fuerte antipatía por Bannon en particular y por la agenda electoral del presidente en general, habría ocultado información vital al presidente.
Lo que se está destapando, en lugar de la inexistente ‘trama rusa’, es una verdadera conspiración llevada a cabo por una Administración y unos servicios secretos hostiles a Trump para entorpecer sus planes y, si es posible, encontrar alguna razón para desalojarle de las Casa Blanca.
 
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