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la onu pretende promover la igualdad imponiendo su intervencionismo político y económico

Los ODS no acabarán con la desigualdad: la Agenda 2030 contra la verdad (X)

La exministra de Igualdad, Irene Montero, interviene durante un homenaje póstumo a la actriz Itziar Castro. Europa Press.

En el mundo hay mucha desigualdad. Esta es la premisa con la que las Naciones Unidas plantea el décimo punto de su Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible. Según la Agencia para el Desarrollo de la ONU, «a pesar de la existencia de algunos indicios positivos hacia la reducción de la desigualdad en algunas dimensiones, como la reducción de la desigualdad de ingresos en algunos países y el estatus comercial preferente que beneficia a los países de bajos ingresos, la desigualdad aún continúa». Todo un drama para la ONU.

Con el objetivo de acabar con esta injusta desigualdad, intensificada «por la pandemia de la Covid», la ONU ha diseñado algunas líneas maestras en su décimo de los 17 desafíos que la organización internacional se ha propuesto resolver. Indagar sobre ello se ha vuelto urgente, ya que en España tenemos un Ministerio de Asuntos Sociales, Consumo y Agenda 2030, capitaneado por Pablo Bustinduy. Esto es, la tarea de impulsar la igualdad entre españoles está en manos de un ministro comunista. Por no hablar del Ministerio de Igualdad.

En primer lugar hay que señalar, como siempre, las pretendidas buenas intenciones de la ONU, que se centra en «los refugiados y los migrantes, así como los pueblos indígenas, los ancianos, las personas con discapacidad y los niños». Todos ellos, ay, «se encuentran especialmente en riesgo de ser excluidos». Una preocupación —y aquí se empieza a entrever la trampa—, que se ha visto reforzada por «discursos de odio dirigidos a los grupos vulnerables, que están en aumento». «Discurso de odio» es el nombre que la Agenda 2030 pone a todas aquellas cosas que no les gustan.

A diferencia de los puntos anteriores, la décima meta de la ONU no reconoce si quiera un atisbo de esperanza: el mundo va francamente mal. Por eso las soluciones deben ser drásticas, en la totalidad de su significado: «Para reducir la desigualdad, tanto en los países como entre ellos, es necesario distribuir equitativamente los recursos, invertir en educación y en el desarrollo de competencias, aplicar medidas de protección social, luchar contra la discriminación, apoyar a los grupos marginados y fomentar la cooperación internacional para un comercio y unos sistemas financieros justos».

La trampa, como de costumbre, llega con los objetivos concretos de este punto: «potenciar y promover la inclusión social, económica y política de todas las personas»; «reducir la desigualdad de resultados, incluso eliminando las leyes, políticas y prácticas discriminatorias y promoviendo legislaciones, políticas y medidas adecuadas a ese respecto»; «mejorar la reglamentación y vigilancia de las instituciones y los mercados financieros mundiales».

El intervencionismo de la ONU, desarrollado en este décimo ODS, alcanza mayores cotas en otra de sus metas: «Facilitar la migración y la movilidad ordenadas, seguras, regulares y responsables de las personas». Esto es, promover la inmigración desordenada, insegura, irresponsable y, eso sí, totalmente regular en tiempo y forma. Por este asunto los españoles podemos estar tranquilos: las pateras que recibe España cada madrugada cumplen bien con los parámetros que exige la ONU.

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