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la onu reconoce en sus datos que no vamos tan mal

Los ODS no acabarán con la desindustrialización: la Agenda 2030 contra la verdad (IX)

Industria cementera en España. Europa Press.

En el mundo hay mucha industria por desarrollar. Esta es la premisa con la que las Naciones Unidas plantea el noveno punto de su Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible. Según la Agencia para el Desarrollo de la ONU, «la recuperación de la industria manufacturera tras la pandemia de la enfermedad por coronavirus sigue siendo incompleta y desigual». A esto hay que añadir una «grave» preocupación de la ONU: «Los progresos en los países menos adelantados (PMA) distan mucho de ser suficientes para alcanzar el objetivo de duplicar la cuota de la industria manufacturera en el producto interior bruto (PIB) para 2030».

Con el objetivo de acabar con esta precaria y lenta industrialización, y de paso potenciar «la sostenible innovación de las estructuras», la ONU ha diseñado algunas líneas maestras en su noveno de los 17 desafíos que la organización internacional se ha propuesto resolver. Indagar sobre ello se ha vuelto urgente, ya que en España tenemos un Ministerio de Asuntos Sociales, Consumo y Agenda 2030, capitaneado por Pablo Bustinduy. Esto es, la tarea de impulsar la industria y crear riqueza está en manos de un ministro comunista.

Es importante señalar que este noveno punto es el cajón de sastre de la Agenda 2030. O el cajón desastre. En el ODS sobre la industria caben todo tipo de preocupaciones, urgencias y necesidades. Es un objetivo amplio porque el mal siempre lo es, y con la aparente intención de lograr un desarrollo económico e industrial sostenible —que no sostenido en el tiempo—, la ONU abre numerosos frentes.

Reconociendo que la industria es compleja y variada según el país, la Agenda 2030 considera que «los países menos desarrollados necesitan acelerar el desarrollo de sus sectores manufactureros si desean conseguir la meta de 2030 y aumentar la inversión en investigación e innovación científicas». ¿Pero acaso desean conseguir esa meta? ¿Son los deseos de la ONU una inquebrantable necesidad de los Estados soberanos? Este ODS pretende que así sea: «Es esencial apoyar a los PMA, invertir en tecnologías avanzadas, reducir las emisiones de carbono y aumentar el acceso a la banda ancha móvil». Todo es esencial para la ONU.

Su urgencia, sin embargo, no se explica, porque en este objetivo, como en todos los demás, la ONU reconoce que no vamos tan mal. «El 95% de la población mundial está al alcance de una red móvil de banda ancha»; «El número de investigadores por millón de habitantes ha aumentado en todo el mundo desde 1022 en 2010 y 1160 en 2015 hasta 1342 en 2020»; «La proporción del empleo en fábricas siguió disminuyendo en todo el mundo, pasando del 14,3% en 2015 al 13,6% en 2021». Esto es, la libertad de los países funciona y nada mal.

¿Entonces por qué tendría sentido impulsar este ODS? Aquí viene la trampa: las metas concretas de este punto de la Agenda 2030 esconden, bajo el neolenguaje woke, los deseos de la ONU: «Desarrollar infraestructuras resilientes y transfronterizas» (para un mundo sin identidades); «Promover una industrialización inclusiva y sostenible» (para un mundo sin emprendimiento privado); «Reconvertir las industrias para que sean sostenibles y ambientalmente racionales» (para un mundo sin crecimiento económico); «Garantizar un entorno normativo propicio a la diversificación industrial» (para un mundo sin naciones soberanas). Una Agenda para un mundo sin libertad.

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