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este objetivo de la onu presta especial atención por las «mujeres migrantes»

Los ODS no acabarán con el desempleo: la Agenda 2030 contra la verdad (VIII)

Entrada de una oficina de empleo. Europa Press.

En el mundo hay mucho desempleo. Esta es la premisa con la que las Naciones Unidas plantea el octavo punto de su Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible. Según la Agencia para el Desarrollo de la ONU, «la Organización Internacional del Trabajo estima que cerca de la mitad de todos los trabajadores a nivel mundial se encuentra en riesgo de perder sus medios de subsistencia». A esto hay que añadir una «grave» preocupación de la ONU: «Se prevé que el crecimiento real del PIB mundial per cápita se desacelere en 2023. Las difíciles condiciones económicas empujan a más trabajadores al empleo informal».

Con el objetivo de acabar con el trabajo precario, las altas cifras de desempleo y la injusticia en el ámbito laboral, la ONU ha diseñado algunas líneas maestras en su octavo de los 17 desafíos que la organización internacional se ha propuesto resolver. Indagar sobre ello se ha vuelto urgente, ya que en España tenemos un Ministerio de Asuntos Sociales, Consumo y Agenda 2030, capitaneado por Pablo Bustinduy. Esto es, la tarea de acabar con el desempleo y con la injusticia laboral está en manos de un ministro comunista.

La ONU, pese a todo, reconoce que la cosa no va mal: «A medida que las economías comienzan a recuperarse, la tasa de desempleo mundial ha registrado un descenso significativo». Aunque los países occidentales viven inmersos en una crisis continua, lo cierto es que el mercado laboral sigue ensanchando. Así lo reconoce en otro punto de su informe: «Las previsiones indican que el desempleo mundial continuará disminuyendo hasta situarse en el 5,3 % en 2023, lo que equivale a 191 millones de personas».

Ahora bien. El octavo ODS explica también que, «sin embargo, la tasa de desempleo juvenil sigue siendo muy superior a la de los adultos, lo que indica que siguen existiendo dificultades para garantizar oportunidades de empleo a los jóvenes». O lo que indica que los adultos trabajan por están en edad de trabajar y los jóvenes trabajan menos porque deben estudiar. O el octavo ODS criticando de alguna forma el cuarto ODS.

¿Dónde está por tanto la trampa? Como todos los objetivos sostenibles de la Agenda 2030, hay una preocupación buena y verdadera. Pero también como en todos ellos, se encuentra una solución alejada de esa bondad y verdad. La ONU nos dice en su informe: «La consecución del Objetivo 8 exigirá una reforma en profundidad del sistema financiero para hacer frente al aumento de la deuda, a la incertidumbre económica y a las tensiones comerciales, promoviendo al mismo tiempo una remuneración equitativa y un trabajo digno para los jóvenes». Trampa.

Si bien es cierto que una reforma del sistema financiero ayudaría a frenar la crisis económica que con frecuencia sufren nuestros países, normalmente en manos de iletrados económicos, la trampa llega por el neolenguaje de la ONU: «remuneración equitativa» y «trabajo digno para los jóvenes» esconden mucho más. Por poner algunos ejemplos, una de las metas concretas de este ODS pasa por «promover un entorno de trabajo seguro y sin riesgos para todos los trabajadores, incluidos los trabajadores migrantes, en particular las mujeres migrantes».

Y otra de estas metas concretas, acaso mi favorita, pretende, «de aquí a 2030, elaborar y poner en práctica políticas encaminadas a promover un turismo sostenible que cree puestos de trabajo y promueva la cultura y los productos locales». Ante las altas tasas de desempleo, ante las precarias condiciones de algunos jóvenes y ante las políticas desastrosas de los altos organismos internacionales, la Agenda 2030 propone promover la cultura, la economía local, el turismo ecológico y la remuneración equitativa.

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