«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Siria: ¿Por qué nadie hace las preguntas oportunas?

Afrontar guerras interminables, una tras otra, aduciendo que no son democracias liberales es una de las ideas más estúpidas e irresponsables que quepa concebir.

Estos días he leído mucho sobre Siria y he escuchado más aún. Juan Manuel de Prada ha escrito un artículo interesante pero poco novedoso: si necesitas saber algo sobre Siria pregunta a los cristianos, viene a decir. La aportación radica en que lo dice en el medio en que lo dice, sobre todo después del artículo infame, tendencioso y plagado de sofismas de Luis Ventoso del mismo día del ataque estadounidense el 15 de abril, o de la columna en los mismos términos de Ignacio Camacho. La idea de esta gente es que si no apoyas la acción militar con Bassar Al-Assad eres de “podemos”, “buenista”, etc. Un buen resumen de esta absurda tesis puede leerse en el comentario de Juan Velarde, en “Periodista Digital” (15.4.2018), titulado “No se les puede tomar en ‘sirio’! Los ‘imagine’ Sánchez e Iglesias reclaman diálogo con sátrapa Bachar el Asad”.
En una tertulia en Intereconomía el obispo sirio de Madrid explica que todo el asunto de las armas químicas es mentira, que Siria protege a los cristianos y que el presidente Bassar Al-Assad es popular y querido entre la población. Grandes verdades que arrojan luz en las tinieblas neconservadoras de “El País”, ABC, “La Sexta” y demás. Pero cuando un tertuliano en ese mismo foro explica que hay “intereses petrolíferos en la región” el hecho denota un desconocimiento tremendo de los problemas que se dirimen en torno a Siria. Hoy día no se hacen guerras por petróleo por la sencilla razón de que unos necesitan tanto comprarlo como otros venderlo y esa convergencia de intereses no merece el costo de una guerra que, al fin y al cabo, no iba a cambiar demasiado el mercado internacional del petróleo. El problema que plantea todo esto es que nadie parece preguntarse “¿a quién beneficia la hostilidad hacia Siria?”.
A los EEUU, UK y demás, desde luego que no: con una población inmigrante en sus propios países totalmente descontrolada, atizar el odio antioccidental supone una maniobra de riesgo que puede llevar a actuar a una decena de “lobos solitarios”. Además, la inacción de los EEUU para con Siria desde hace tiempo demuestra que los EEUU no tienen intereses vitales en aquél país. Cuando los EEUU y todo occidente convivieron sin provocar la guerra con un bloque soviético muchísimo más peligroso que Al-Assad, resulto absurdo arriesgarse ahora en un conflicto totalmente impredecible por derrocar al presidente Sirio.
Se dice que el ataque del 15 de abril estaba pactado, que había sido anunciado a los rusos y que éstos evacuaron sus fuerzas oportunamente de la zona de ataque pero la cuestión no es si hubo un ataque o no de alcance limitado si no, primero, que este ataque aleja las posibilidades de entendimiento entre Occidente y el bloque Ruso-iraní, un poderoso agente en la región, se quiera o no. En segundo lugar, y lo que constituye la pregunta más importante, es: “¿Qué viene después?”. Esto posiblemente nadie lo sepa exactamente pero lo que sí podemos asegurar es que EEUU no tiene el control de su política exterior y por ello va a quedarse. El pasado día 15, Reuters informaba de las declaraciones de Emmanuel Macron en una entrevista difundida a través de BFM TV, RMC radio y Mediapart online news.: “Hace diez días el presidente Trump decía ‘tenemos que retirarnos de Siria’… Nosotros le convencimos de que era necesario permanecer a largo plazo”.
Los EEUU y Occidente van a comprometerse a intervenir en el conflicto a largo plazo. ¿Tienen interés vital en la región? No. Solo hay un país que tiene un interés real en que Siria desaparezca como país para apoderarse de sus recursos e incluso de porciones de su territorio. Nadie parece querer enterarse de por qué es esta guerra. Y eso que, tras Siria, el objetivo es Irán. En palabras de un editorial de “The Wall Street Journal” titulado “A Trump strategy for Syria (16.4.2018)” (Una estrategia de Trump para Siria) la cosa está clara: convertir a Siria en el Vietnam de los “Ayatollahs”. Al fin y al cabo eso es más factible que el choque frontal con una potencia militar y económica como Irán, próxima a la estratégica región del estrecho de Ormuz.
Afrontar guerras interminables, una tras otra, aduciendo que no son democracias liberales es una de las ideas más estúpidas e irresponsables que quepa concebir. El desbarre es de tal calibre que solo puede entenderse en clave de uno de los nacionalismos más peligrosos de los últimos tiempos. ¿Adivinan cuál? Por que esa es la cuestión.

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