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Todos en el entorno del magnate esperaban que Jonathan fuera el elegido

George Soros traspasa el control de su imperio a su hijo «más político»

Alexander Soros junto al presidente de EEUU, Joe Biden. Twitter de Alexander Soros

La monarquía secreta de George Soros, que a lo largo de una activísima vida ha utilizado su gigantesca fortuna —25.000 millones de dólares— para expandir el globalismo por todos los países imaginables, ya tiene heredero confirmado: Alexander Soros, el hijo «más político» (según confesión propia) del financiero internacional.

Aunque Alex no tendrá una coronación suntuosa como la que fuera la comidilla en redes sociales en la persona de Carlos III de Inglaterra, la importancia que tiene para el mundo este traspaso de poderes es inexpresablemente mayor. George Soros, entre cuyas incotables hazañas se encuentra el hundimiento de la libra, la financiación del golpe de Estado del Maidán en Ucrania o el apoyo financiero al fiscal que quiere empapelar a Trump, tiene ya 92 años y ha tomado la decisión de dejar su siniestro proyecto en manos de su hijo Alex, saltándose a quien fuera heredero aparente hasta hace poco, Jonathan Soros, de 52 años, tercer hijo de su primer matrimonio, un abogado formado en Harvard que estabilizó la firma de inversiones Soros después de un período tumultuoso.

Todos en el entorno del magnate esperaban que Jonathan fuera el elegido. El propio expresidente del arma internacional de Soros, la Open Society Foundation, Aryeh Neier, confesó su sorpresa. También Jonathan lo creía, según admite al Wall Street Journal: «Pero siempre supe que podía cambiar de opinión. Como financiero es conocido sobre todo por eso».

Pero Jonathan y el patriarca tenían personalidades demasiado opuestas, y chocaban a menudo. George es hombre de intuiciones e impulsos, mientras que su hijo es más analítico y prudente, y en cada enfrentamiento el padre se sentía desafiado por su hijo y el hijo, desautorizado por su padre.

Al final, Jonathan dejó el negocio para mantener la armonía familiar. George y Jonathan, asegura el segundo, se separaron amigablemente.

Pero en estas llega Alex, el mayor de los dos hijos de la segunda esposa de George, Susan Weber, presidenta de la Open Society Foundation desde diciembre y responsable de dirigir la actividad política como presidenta del fondo de acción política de Soros.

Alex, sin embargo, parecía tener madera de heredero, no de un financiero. Las finanzas le aburrían y prefería dedicarse al fútbol y la filosofía. El Journal lo describe como un niño gordo, inicialmente introvertido y avergonzado de la riqueza de su familia que se entregó a una vida de playboy. Dicen que su padre no conseguía que se interesara por las finanzas, igual que él no conseguía que su padre se aficionara al fútbol. Pero padre e hijo no carecían de puntos en común: se pasaban las horas muertas discutiendo de filosofía y política global. Su tesis doctoral, «El Dionisio judío: Heine, Nietzsche y la política de la literatura», emocionó a su padre. Pero en las reuniones de negocios, Alex era el que nunca hablaba. Como le definía un viejo titular del Daily Mail, «Modelos espectaculares, colegas de la NBA y juegos del escondite en su mansión: bienvenidos a la lujosa vida del hijo playboy del inversor George Soros».

Y ahora Alex, para quien la vida era «fútbol, filosofía y política, por ese orden», tiene ahora en sus manos una de las herramientas más poderosas de la política mundial. Alex, que reconoce ser más político que financiero, se ha reunido recientemente con altos funcionarios de la Administración de Biden, el líder de la mayoría del Senado, Chuck Schumer (D-NY), y jefes de Estado como el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, para discutir los intereses de la Open Society Foundation, que dona unos 1.500 millones de dólares al año a varias causas globalistas en todo el planeta.

En cuanto a sus prioridades, parecen estar perfectamente en línea con las de su padre. Dice estar preocupado por la posibilidad de que Donald Trump vuelva a la Casa Blanca en 2024, y ha sugerido un «papel financiero significativo» para la organización Soros en el esfuerzo por derrotarlo.

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