La cifra de víctimas del fuerte terremoto de 7,3 grados en la escala de Richter que asoló anoche la provincia de Kermanshah, en el oeste de Irán, aumentó hoy a 328 muertos y más de 2.000 heridos, según la televisión estatal.
Las autoridades iraníes han movilizado a todos los cuerpos de seguridad para acelerar las tareas de rescate y de retirada de escombros en las poblaciones de Kermanshah más afectadas por el seísmo.
Las operaciones de búsqueda se desarrollan a contrarreloj para intentar salvar a posibles supervivientes y en ellas participan el Ejército, los Guardianes de la Revolución, la fuerza de Voluntarios Islámicos y la Media Luna Roja de Irán.
El vicepresidente de la Organización de Gestión de Crisis de Irán, Behnam Saidi, explicó que se han enviado 19 helicópteros y tres aviones a las zonas afectadas para el traslado de los heridos.
Sobre el terreno están desplegadas también unas 140 ambulancias.
Numerosos edificios se han derrumbado y miles de personas han pasado la noche en las calles ante el temor a las réplicas, que se han contado por decenas.
Los daños son por ahora difíciles de cuantificar debido a que las comunicaciones han estado cortadas y a que algunas carreteras permanecen bloqueadas impidiendo el acceso a zonas damnificadas.
El epicentro del seísmo se produjo a las 21.18 hora local del domingo (18.18 GMT) cerca de la ciudad iraquí de Halabya, en la región del Kurdistán, fronteriza con Irán, a una profundidad de 33 kilómetros.
Las poblaciones más afectadas en Irán son Kermanshah, Ghasr Shirin, Sarpul y Azgale, aunque las réplicas se han sentido en varias provincias, incluida la capital Teherán.
Irán tiene una gran actividad sísmica. Los terremotos más graves hasta la fecha se produjeron en diciembre de 2003 y en junio de 1990, cuando perdieron la vida 31.000 y 37.000 personas, respectivamente.