La mutilación genital femenina, las terribles cifras de matrimonio infantil, la desigualdad legal y social de la mujer en los países en los que impera la sharia. Son sólo algunas de las cuestiones sobre las que, seguramente, no oirá hablar a las representantes del feminismo oficialista en este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
Mientras ellas hablan de los piropos como violencia o el abrir la puerta como micromachismo, la realidad de muchas mujeres a lo largo y ancho del planeta es la que sigue:
Matrimonio infantil
Doce millones de niñas obligadas a casarse con adultos cada año. Es la desoladora cifra que maneja UNICEF, que sin embargo señala que este abultadísimo número supone una reducción notable respecto a cifras anteriores. ¿El objetivo? Llegar al matrimonio infantil cero en 2030.
Hoy, en 2018, hasta veinte países autorizan los matrimonios infantiles con lo que eso supone de abuso, aislamiento y falta de oportunidades -las niñas dejan de ir a la escuela para dedicarse a tareas del hogar- para las niñas y mujeres.
A esta realidad del matrimonio precoz se una otra lacra. La del derecho a excluir de las escuelas a las jóvenes embarazadas: en Tanzania, por ejemplo, más de 8.000 jóvenes fueron despedidas de su escuela cuando las pruebas de embarazo, realizadas con frecuencia en el país, dieron positivo, según señala la Unesco que aporta datos de 2016.
Mutilación genital femenina
La Organización Mundial de la Salud cifra en 200 millones de mujeres y niñas en todo el mundo a las víctimas de la mutilación genital femenina, una práctica que todavía está instalada en 30 países de todo el mundo. Cada año tres millones de niñas son sometidas a esta práctica, en la mayoría de los casos antes de la adolescencia. En España, se estima que unas 18.396 adolescentes están en riesgo de sufrir esta práctica, según el informe de la Fundación Wassu UAB.
La Sharia (desigualdad legal y social)
La sharia o cuerpo de derecho islámico, sigue vigente en multitud de países de mayoría musulmana. Este detallado código de conducta, que incluye normas relativas a la moral y la vida social, está detrás de no pocos y graves comportamientos que tienen a la mujer como protagonista y víctima.
Fuente: Wikipedia
Lapidaciones, castigos, crímenes de honor, además de numerosas desigualdades son moneda corriente en países como Irán o Arabia Saudí, donde las mujeres se ven obligadas a llevar una túnica negra y un velo que deja al descubierto solo el rostro.
Más allá de los discursos políticos, los únicos gestos de protesta real contra el trato a la mujer en estos países islámicos los encontramos en particulares: es el caso, por ejemplo, de la ajedrecista ucraniana Anna Muzychuk, campeona del Mundo de ajedrez de 2015 a 2016, que decidió no aspirar a revalidar el título en el campeonato de Riad (Arabia Saudí) porque las condiciones exigidas por el país le parecieron «completamente inaceptables» al no respetar “los derechos de las mujeres”. Es el mismo gesto de protesta que llevó a cabo la española Sabrina Vega , que declinó participar en el campeonato. “No viviré con las reglas de otros”, dijo.
La lección de feminismo de la campeona española de Ajedrez en Arabia Saudí
Arabia Saudí, escenario de denuncias de tocamientos y agresiones sexuales entre las mujeres que peregrinaban a la Meca, se ha resistido a modificar su código de conducta y tipificar como delito el acoso con una sencilla explicación: “No es legal que las mujeres solas compartan espacio con hombres de diferente familia”.
En Sudán, por ejemplo, el código penal y la ley de orden público persiguen a las mujeres por su vestimenta, pero no están protegidas en caso de violación, tal como denuncia la dirección del Centro Sima para los derechos de la mujer y el menor.
Breves ejemplos de las numerosas desigualdades que viven las mujeres en muchos lugares del planeta. Motivos por los que salir a la calle a alzar la voz y por cuya erradicación hay que trabajar los 365 días del año. Pero este 8 de marzo, este Día Internacional de la Mujer, en España sólo escuchará hablar del piropo callejero como forma de violencia, de los micromachismos, del temible heteropatriarcado y de la cosificación de la mujer en el ámbito de la publicidad (más abajo tiene un ejemplo de que esa cosificación no es exclusiva de la mujer).
Los delirios de la huelga feminista del 8 de marzo, en siete puntos
Escuchará lemas tan pegadizos como caducos – ‘tenemos que quemar la Conferencia Episcopal por machista y patriarcal’, ‘sacad los rosarios de nuestros ovarios’, ‘nosotras producimos, nosotras reproducimos’- y será instruido con la importancia de que, durante 24 horas, ni una mujer en España se atreva a empuñar una sartén o envolver una merienda en papel albal… la huelga de cuidados, lo llaman. Seguro que las mujeres de Sudán, Arabia Saudí y la India agradecen el gesto enormemente…
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