El expresidente aseguró a su cĆrculo mĆ”s cercano que no tenĆa Ā«nada sueltoĀ» con lo que poder pagar la fianza del Tribunal de Cuentas.
Arturo ha tenido una mala noche. La mar estaba picada y el yate no ha cesado de moverse. Acostumbrado a su barco, con algĆŗn metro de eslora mĆ”s, el expresidente de la Generalitat no se siente muy a gusto. Ā«AquĆ no hay espacio para nadaĀ», lamenta mientras se prepara el primer cafĆ© de la maƱana. A continuación se despereza en la cubierta mientras comenta las portadas de los medios catalanes con sus amigos: Ā«Voy a la ducha, que tengo un dĆa ajetreadoĀ».
El escaso flujo del baƱo del yate no deja pensar a Arturo, que tras terminar de afeitarse llama a sus periodistas de cabecera: Ā«Voy a hablar, necesito detener esta injusticiaĀ», explica mientras repasa en su cabeza las lĆneas maestras de su discurso. El Tribunal de Cuentas le ha impuesto una fianza de 5,2 millones de euros por la consulta del 9 de noviembre y el nacionalista no tiene cómo pagarla. O eso dice.
La noche antes habĆa repasado una y otra vez el vĆdeo de Lola Flores reclamando Ā«una pesetaĀ» a todos los espaƱoles. Arturo, que nunca se habĆa sentido atraĆdo por el flamenco, incluso se puso una de sus canciones y se atrevió a dar unas tĆmidas palmas. La preocupación por la fianza pasó a un segundo plano: Ā«Soy su lĆder y seguro que me apoyarĆ”nĀ», pensó.
Los nĆŗmeros de cuenta para la multa de Artur Mas. Gracias.
ES78 2100 5000 5102 0017 2439
ES41 3025 0002 4514 3338 9791
#LoQueLaUrnaEsconde pic.twitter.com/Ulrr16SC8Pā Fran Gómez (@Nanchinho) 25 de septiembre de 2017
Antes de tomar la embarcación que le conducirÔ a tierra, decide tumbarse un rato en la cubierta. El sol pega ya con fuerza y al expresidente siempre le ha gustado apurar los últimos rayos del verano. Arturo se atreve incluso con un pequeño chapuzón, pero sale rÔpidamente del agua porque el tiempo se le echa encima. «Me tengo que marchar», dice al aire.
Ā«Me veo obligado a pedir ayuda a todos los catalanes, a aquellos que compartimos un sentimiento comĆŗn y que tanto hemos luchado para lograr la independenciaĀ», sentencia Arturo ante el tibio aplauso de los pocos periodistas que acuden a la rueda de prensa. Los asuntos monetarios, en lo que a prĆ©stamos se refiere, nunca han tenido gran Ć©xito en CataluƱa y esta vez no iba a ser una excepción. Arturo lo sabĆa pero, aĆŗn asĆ, tenĆa que intentarlo.
«Mucha gente ha tomado conciencia de que los acusados dimos la cara para poder celebrar una consulta en la que participaron 2,3 millones de catalanes, por lo que no tiene sentido que nueve lo perdamos todo y el resto no haga un muy pequeño esfuerzo para poder hacer frente a la fianza», asevera el expresidente.
Arturo pide ayuda y no se avergüenza de ello. Es consciente de que su deriva independentista le ha costado la inhabilitación y es el momento de que el pueblo catalÔn lo recompense por ello: «Aquellos que participaron en el 9N deben ayudar un poco con una aportación a la caja de solidaridad promovida por las entidades soberanistas para afrontar este tipo de pagos».
Cuando Arturo termina su última frase, en la sala de prensa no queda nadie. Un periodista se ha olvidado su libreta y espera en la puerta para recogerla. Entretanto, el conserje se señala el reloj y le dice visiblemente molesto: «Arturo, que hay que ir a comer».
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El Tribunal de Cuentas reclama 5.2 millones de euros a Mas por el 9-N