El abertzale personificó a la perfección este lunes la miseria moral que rodea a la causa independentista.
Antes de hablar de la inevitable cuestión catalana, un vistazo al panorama internacional. Porque ahí sigue -a pesar de Puigdemont– Corea del Norte, con sus amenazas a Estados Unidos. Empezamos a ver algunas similitudes entre nuestros amigos separatistas y el líder norcoreano. Un algo así como ‘amenaza, que algo queda’, sin que, en realidad, pase nada. Nuestro cronista del mundo, Carlos Esteban, repasa la cuestión asiática partiendo de una pregunta: ¿Y si la que invade es China? “China no puede permitirse indefinidamente dejar que su incómodo miñón siga comportándose en la escena internacional como si fuera el ‘malo’ de una película de James Bond, pero tampoco puede permitirse perder a su satélite y mucho menos dejar que Estados Unidos, con el que mantiene un discreto pulso por la supremacía en el Mar de China, reunifique la península por las bravas y le ponga Marines en su propia frontera (Washington mantiene 16.000 soldados en Corea del Sur)”.
La inevitable Cataluña
Y, ahora sí, vamos con la cuestión nacional. Seguimos con la mirada puesta en Barcelona donde dos gestos definen a la perfección qué está pasando por allí.
El primero, la ofrenda floral del líder de Bildu Arnaldo Otegi en una Diada que, por lo demás, ha sido todo un fracaso. Condenado a diez años de cárcel y diez de inhabilitación por “pertenecer a ETA en grado de dirigente”, el abertzale personificó a la perfección este lunes la miseria moral que rodea a la causa independentista. Y cualquiera que tuviera dudas debería agradecer a los secesionistas tamaña aclaración. Estar con ellos, con los del ‘derecho a decidir’, es estar con quien fuera jefe de ETA en la ciudad de Hipercor y es, también, estar con los cachorros de la CUP que este lunes quemaban banderas de España.
El segundo gesto del que les hablamos lo protagonizan los jóvenes de VOX. Trepan a postes, mástiles y balcones para arrancar unas esteladas que no representan ni a Cataluña ni a la mayoría de los catalanes. Habrá quien se burle de ellos. Para nosotros, esa ascensión suya es el mejor ejemplo de dignidad en una España que permite, por ejemplo, que sus guardias civiles se vean humillados a diario por unos antisistema que hace ya mucho tiempo que deberían estar detenidos.
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