7 de agosto. Un lunes en el que es obligatorio hacer un par de menciones sobre lo ocurrido este fin de semana en el mundo. Primero, en Venezuela, donde un grupo de militares se pronunciaba contra el gobierno de Nicolás Maduro, pedía a la población unirse a un alzamiento que, aclaraba templado y claro el capitán Juan Caguaripano, líder de la revuelta, “no era un Golpe de Estado”, y denunciaba la falta de libertades que se vivía en su país.
Aquí tiene la transcripción íntegra del mensaje que ayer paralizó al mundo. Duró unas pocas horas, pero la tensión del país se extendió al mundo entero como lo que podía ser el inicio, la mecha del polvorín, de una cruenta guerra civil.
Ésta es la responsabilidad que recae sobre el que es, todavía, dirigente del destino de Venezuela: evitar una lucha fratricida que sume miles de muertos a los ya más de cien. Y en ese camino, el gobierno de Transición y esas elecciones libres que proponía el capitán Caguaripano no parecen una mala idea.
Tensión máxima en Venezuela y el Gobierno de España, a través del titular de Exteriores, Alfonso Dastis, apostando por la “diplomacia cautelosa”. Ojalá nos equivoquemos y la tibieza, en esta ocasión, no sea tan mala como parece.
Ignominia
Mientras, en España se consumaba la ignominia. Homenajes en Galdácano al etarra fallecido de muerte natural en la cárcel mientras practicaba deporte. Homenaje a Kepa del Hoyo como quien homenajea a un héroe. Y todo con la bendición de la Justicia. Sólo un gesto de decencia hubo. Fue el del partido de Santiago Abascal, al que numerosos hijos de asesinados por ETA agradecieron el valor de una iniciativa que pasó por arrancar los carteles que anunciaban el vergonzoso homenaje.
Rajoy, en Marivent
Y, ya centrados en este lunes de agosto, estaremos muy atentos a la reunión del presidente del Gobierno con el rey Felipe VI. Será a las 12.30 en Marivent. Además, reunión de la comisión de Presidencia y Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona para analizar los ataques contra el sector turístico en la ciudad. Reunión extraordinaria, dicen… Extraordinariamente tarde, sí.
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