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LA ÚLTIMA VÍCTIMA, UNA NIÑA DE 14 AÑOS, SE HA SUICIDADO

El silencio mediático ante las casi 200 violaciones en grupo al año en Bélgica

Policía de Bélgica. Reuters

Una niña de 14 años se ha suicidado en Gante, Bélgica, tras ser brutalmente violada por cinco varones, tres menores y dos adultos, y después de que los autores del crimen subieran las imágenes de su ‘hazaña’ a las redes sociales.

La niña fue violada en el cementerio de Westerbegraafplaats en Gante, donde acudió para encontrarse con un amigo, a los que se unieron luego otros cuatro que la violaron mientras grababan en sus móviles el delito para subirlo a sus redes sociales. La policía pudo identificar a los sospechosos a partir de estas imágenes, según el informe.

«Los tres menores fueron recluidos en un reformatorio por el juez de menores en Gante y los dos adultos (ambos de 18 años) fueron arrestados por el juez de instrucción en Gante por delitos que habrían ocurrido poco antes de la muerte de la víctima.

Una noticia más, de esas que no copan precisamente los titulares de primera, y no he podido por menos que recordar el revuelo interminable, el incesante reguero de indignaciones y las penas altísimas de la ‘manada’ de Pamplona. Este caso tiene, por la edad de la niña y por el resultado final, bastante más dramatismo, incluso más ‘carnaza’ para que las partidarias de que todo varón es un violador en potencia lo conviertan en una ‘cause cèlebre’. ¿Por qué, en cambio, ha pasado la noticia sin grandes comentarios?

Bueno, es Bélgica, donde este tipo de delitos se está convirtiendo en algo desgraciadamente común. El país, que alberga las principales instituciones de la Unión Europea, registra casi doscientas violaciones en grupo al año, cuatro a la semana, pese a no contar con más de once millones de habitantes.

¿Qué podría haber causado esta catástrofe? Bélgica es un país avanzado, rico, que hace solo un par de décadas nadie asociaría con este tipo de crímenes especialmente atroces.

En este lapso, solo se nos ocurre un dato: uno de cada ocho residentes en Bélgica es extranjero. El dogma de nuestro tiempo es que “la diversidad es nuestra fuerza”, pero la cruda realidad no parece confirmar este mantra; de hecho, desde la Francia de las banlieues donde la policía apenas puede entrar hasta la Suecia de las bandas somalíes que resuelven sus conflictos con granadas, parece más ajustado a la verdad concluir que la diversidad de origen, cuando ni siquiera se intenta una verdadera integración en el país de acogida y las culturas son muy distintas y distantes, es causa de continuo conflicto.

Europa sigue escondiendo la cabeza debajo de la arena, incluso cuando la tensión sube hasta el punto de que, en Francia, más de un millar de militares y policías han escrito al presidente de la República urgiendo a tomar medidas drásticas y alertando de la inminencia de una guerra civil. 

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