El «supremacismo blanco» es, ha dicho el presunto presidente Biden desde el primer día, la gran amenaza de seguridad que se cierne sobre Estados Unidos, la Teoría Racial Crítica impone en todas las aulas la visión de que el país está inherentemente basado en la explotación de los negros y la expresión «privilegio blanco» es contraseña obligada en los conciliábulos de las élites. Lo que no quita para que ser cualquier cosa menos blanco sea lo más adecuado para que te admitan en cualquier universidad de prestigio. Extraño privilegio.
Cuando todo es palabrería, nada como un buen encontronazo estadístico con la realidad de la vida: el 34% de los blancos que aspiran a ser aceptados en la universidad han mentido sobre su raza a los responsables de admisiones con el fin de mejorar sus posibilidades de entrar en la universidad de su elección o de recibir mejores ayudas financieras, según un estudio de Intelligent.
El estudio, sobre 1.250 estudiantes blancos mayores de 16 años descubrió que la categoría racial más popular es «nativo americano».
Y es que no es la primera vez que esa categorización da un excelente resultado. Elizabeth Warren, la senadora demócrata y antigua aspirante a la candidatura del partido a la Presidencia, se presentó como piel roja ante los administradores de la Universidad de Harvard, lo que le sirvió para entrar en el claustro de la prestigiosa universidad. Pero dado que la buena señora (busquen foto) no desentonaría en las calles de Reykjavik, la noticia de su curiosa autoidentificación racial levantó demasiadas cejas, de modo que Warren se hizo una prueba genética. Y, sí, tenía algún ancestro nativo, en una proporción que seguramente sea inferior al que esto escribe, 0,03%. El caso se hizo célebre en redes por lo ridículo, y dio en que el anterior presidente se refiriese siempre a ella como ‘Fauxahontas’, una combinación de ‘falso’ y Pocahontas, con gran éxito popular.
Pero volviendo al estudio de Intelligent, del 34% de aspirantes blancos que mintieron sobre su raza, el 77% de ellos fue aceptado. Y en eso, supongo, consiste el privilegio blanco, en la capacidad para ocultar la propia raza y salirse con la suya.
Puestos a mentir en el currículum, como se hace desde siempre, mejor con una trola imposible de desmontar. En los malos viejos tiempos, es leyenda que regía la norma de la ‘one drop of blood’, una sola gota de sangre negra que te convertía en negro: esto es solo darle la vuelta a lo mismo, y malo será que hurgando, hurgando en el árbol genealógico, no se encuentre un antepasado libre del estigma de ser totalmente blanco.
Para hacerlo más fácil, los responsables de admisiones de las universidades tienen verdadero pánico a cuestionar la autoidentificación racial de los aspirantes, algo que podría llevar a indemnizaciones millonarias por discriminación y daños de autoestima y tal.