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'Los enemigos de España insultando. ¿Y Sánchez? Indultando'

De la crisis con Marruecos al desprecio de Biden: Sánchez condena a España a la irrelevancia

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Europa Press

La diplomacia tiene métodos que, a veces, son más letales que los desarrollados en un campo de batalla. Que lo diga Pedro Sánchez después de haber sido objeto de la mirada de desprecio de Joe Biden en el pasillo que los conducía a la cumbre del G-20 de este lunes.

Una mirada de desprecio, un gesto de desgana a la hora de intercambiar saludo. Un paso apurado al caminar junto a una persona. Evitar ver a la cara al dignatario que intenta entablar una conversación.

Más contundente es declarar público amor al régimen marroquí en plena crisis en Ceuta, con Mohammed V mandando chiquillos engañados a cruzar al enclave español para humillar al ya humillado Pedro Sánchez. Un gesto poco elegante de la diplomacia de los EE.UU. para decirle a España: “No me importa tu crisis con Marruecos, no me importan tus productos de exportación ni me importa faltarle el respeto al país que acoge dos de mis bases militares en Europa”.

Por cierto, que fue el propio Sánchez quien renovó en noviembre de 2020 el acuerdo de permanencia de dichas bases. Para mayor vergüenza.

Si todo eso no es suficientemente grave para evaluar la relación entre España y EE.UU. desde la llegada de Biden al Gobierno, ahora salta la amenaza arancelaria, respuesta infame a la imposición de deberes tributarios a las grandes tecnológicas.

En el nombre de Facebook

Cuando España anunció que impondría un Impuesto a determinados Servicios Digitales, el conocido popularmente como “Tasa Google”, Donald Trump prometió una investigación, considerando el mismo un castigo al libre comercio.

Pero era una investigación, obviamente llamando a un entendimiento. Con Biden las cosas, se supone, cambiarían, pues el demócrata le debe su presidencia a los grandes conglomerados tecnológicos: la esposa de Mark Zuckerberg se gastó 300 millones de dólares desde su fundación para “colaborar” con el sistema electoral del país para promover el voto por correo que, a la postre, le daría la victoria a Biden. Todo eso, según se reveló en el ya legendario reportaje/confesión de Time, en el que los involucrados contaron cómo torcieron al sistema electoral para favorecer al Partido Demócrata y a su candidato.

Obviamente, Facebook, Google, Amazon, Spotify, Apple, son “cuenta ahorristas” del bando demócrata. No es sorpresa entonces la medida que ha lanzado, cuál sentencia a muerte suspendida, el gobierno de los EE.UU. anunciando la imposición de barreras arancelarias a una lista de productos de exportación españoles, como castigo por la ‘Tasa Google’.

Una infamia y nada más. En principio, por la desproporción. Luego, por lo rocambolesco del proteccionismo que pretende EE.UU.. Estamos hablando de que los conglomerados digitales, en especial Google y Facebook, han asesinado al negocio de la publicidad en medios de comunicación desde que aparecieron por el horizonte, creando un mercado alterno donde se mueven miles de millones de dólares al año.

Pretenden las “big tech” que sus actividades se establezcan en paraísos fiscales o se amparen en los acuerdos de doble tributación, para pasar por alto que en cada país de Europa donde operan, recogen miles de millones de dólares libres de impuestos, en desmedro incluso de los derechos de millones de usuarios cuyos datos son transados en el mercado con fines publicitarios.

Pueden entonces las empresas tecnológicas que financiaron la llegada de Biden al Gobierno de forma impune eludir impuestos. Pueden además quedarse con los datos de sus usuarios. Pretenden además influir en el discurso de la sociedad determinando qué esta bien y qué esta mal en el discurso político o en la difusión de contenidos. Y de paso, si se les cobra impuestos por sus actividades, usan al Gobierno de Biden como brazo armado y los aranceles como balas.

¿Y Sánchez? Pues persiguiendo a Biden por los pasillos de la cumbre. No ha habido ni una carta de protesta ni una postura rígida ante los desplantes, por el contrario, la actitud ha sido la de poner la otra mejilla, una y otra vez.

Como un triunfo anuncian que han “logrado” sacar algunos ítems de la lista de productos a ser castigados con aranceles. Es decir, negocian qué es importante y qué no lo es a la hora de recibir castigos. Como el esclavo al que se le deja decidir de qué lado de la espalda recibirá el latigazo. Una vergüenza.

Ni una referencia a la permanencia de las bases militares de EE.UU. en España. Ni un llamado de atención a la embajada. Ni un gesto que busque mejorar la relación y darse a respetar.

Eso con EE.UU. Con Marruecos, ya vamos al colmo de la vergüenza, donde un gobierno de izquierdas que se declara y actúa contra la monarquía española, huye despavorido ante la monarquía absolutista marroquí, que usa a sus jóvenes y niños como arma arrojadiza obligándolos a cruzar la frontera, solo para incordiar y molestar al vecino.

Los enemigos de España insultando. ¿Y Sánchez? Indultando.

Vamos de mal en peor.

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