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un grupo paramilitar ocupa y corta la principal autopista de eeuu

El Alzamiento de los Moros, una parábola americana de lo que nos espera

Grupo Alzamiento de los Moros. TWITTER

Cuatro de Julio, la fecha más importante del calendario estadounidense junto a Acción de Gracias, el día para celebrar el orgullo de vivir en la ‘tierra de los libres, hogar de los bravos’. Y, normalmente, ocasión de atascos fenomenales en las autopistas, con cientos de miles de norteamericanos dirigiéndose desde sus trabajos al centro familiar donde celebrarán la fiesta.

Y esta ha sido la ocasión que ha aprovechado un grupo paramilitar para ocupar y cerrar la principal autopista que corre de norte a sur a través de los estados de la Costa Este de Estados Unidos. Una docena de hombres armados cortan la carretera a la altura de Wakefield, en Massachusetts. Los tipos, que se refugian en los bosques cuando llega la policía, después de haber montado un lío fenomenal, dicen no reconocer las leyes de la tierra y se dicen llamar el Alzamiento de los Moros.

Ahora, si un español, pongamos por caso, lee ese nombre, tarda cero coma en deducir de qué se trata. Pero en Estados Unidos esa palabra, ‘moros’, no despierta las mismas alarmas. De hecho, ocurre lo previsible.

Recapitulemos: el presunto presidente de Estados Unidos, el senil Joe Biden, inicia su mandato anunciando que, según los servicios de inteligencia del país, la mayor amenaza para la seguridad interna del país es el terrorismo procedente del supremacismo blanco, y que va a centrar sus esfuerzos para luchar contra esta plaga invisible. El ejemplo al que se apunta es el asalto al Capitolio de los trumpistas el pasado 6 de enero, que se está revelando cada vez más como una trampa tendida a Trump por los propios servicios de inteligencia.

Pero los medios acogen entusiastas esta narrativa, hay un supremacista blanco debajo de cada cama y ante la noticia aún confusa de cualquier ataque, tiroteo o incidente, lo primero es presuponer que ya están aquí los trumpistas haciendo de las suyas.

Las televisiones empiezan a especular, en las redes sociales los sospechosos habituales creen llegado al fin el momento en que la fantasía de Biden se haga realidad. Algunos incluso lo relacionan con un viaje a Maine del defenestrado General Flynn, el que fuera primer jefe de seguridad de Trump, juzgado y absuelto tiempo después, haciendo notar que su familia vive en el estado de Rhode Island. ¿Coincidencia? ¡No lo creo!

Mientras, empieza a saberse más del grupo. Aparece en los medios la bandera que despliegan, una bandera que no dice absolutamente nada al americano medio, ni siquiera a las estrellas de los telediarios, pero que a cualquier español le haría saltar inmediatamente del sofá: una estrella verde de cinco puntas sobre fondo rojo. La bandera de Marruecos.

Oh, vaya. La mayor parte del comando es detenido. Nadie en los medios habla una palabra de su raza, que no es exactamente la esperada en un supremacista blanco. Lo que empezó siendo la gran sensación informativa del comienzo del verano, afectando a cientos de miles de conductores de Estados Unidos, se deja caer discretamente. No ayuda precisamente a la narrativa, ni un mal ‘redneck’ pelirrojo que llevarse a la pantalla.

Nada que ver aquí, sigan circulando (ahora que ya pueden).

(Mi agradecimiento al seguimiento del caso hecho en Twitter por Víctor Sánchez del Real)

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