¿Ha tenido Estados Unidos alguna vez una administración más incompetente, en un momento de alarmante crisis mundial? La pregunta no es ociosa, después de saber que el secretario de Estado, Antony Blinken, haya declarado estar estudiando «de forma muy activa» un plan para que Polonia done a Ucrania cazas de fabricación soviética. Y no es que tengamos nada que decir sobre el plan, sino que la declaración de Blinken se produce horas después de que el gobierno polaco lo haya calificado de «fake news».
«Estamos analizando activamente ahora la cuestión de los aviones que Polonia puede proporcionar a Ucrania y analizando cómo podríamos sustituirlos», aseguró el jefe de la diplomacia norteamericana durante una visita a Moldavia, el vecino de Ucrania que alberga un territorio separatista aliado con Moscú, Transnistria.
El diario británico Financial Times se hizo eco de estas declaraciones de Blinken, quien aclaró que aún no disponen de un calendario para organizar este suministro de cazas polacos a Ucrania. Y no es raro que no dispongan de calendario para algo que, según el propio gobierno polaco, no piensan hacer en absoluto.
Y es que apenas unas horas antes, la Cancillería del Primer Ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, había negado categóricamente que se hubiera llegado a semejante decisión, confirmando al portal de noticias NEXTA que tal rumor era ‘fake news’. «Desgraciadamente, se están difundiendo noticias erróneas», puede leerse en la cuenta de Twitter Twitter de la Cancillería, desmintiendo una información similar aparecida en el Wall Street Journal en la que se dice que Polonia podría proporcionar a Ucrania MiG-29 y Su-25. «Polonia no enviará sus aviones de combate a Ucrania [ni] permitirá que [los pilotos ucranianos] usen los aeropuertos [polacos]», añade, tajante, la nota aparecida en Twitter.
El rumor parece haber surgido como noticia de parte, es decir, de fuentes ucranianas, que anunciaron negociaciones con países vecinos -Polonia, Eslovaquia y Bulgaria- para que estos países cedieran aeronaves a la fuerza aérea ucraniana e incluso permitieran a los pilotos ucranianos utilizar los aeródromos de esos países como bases de incursiones contra las fuerzas rusas en el territorio.
A cualquiera se le ocurre que una decisión así supondría, en la práctica, acercar una cerilla a un polvorín. Rusia consideraría, lógicamente, las bases polacas de las que partieran estos aviones como un blanco legítimo, arrastrando a toda la OTAN a una guerra abierta contra Moscú, la segunda potencia con un mayor número de armas nucleares.
Incluso es posible que, siendo la OTAN una alianza defensiva, la maniobra dejara sola a Polonia porque se le podría considerar la parte ofensiva. En pocas palabras, un disparate en un momento en que es imprescindible mantener la cabeza fría.
Pero, al parecer, esto no afecta al Departamento de Estado norteamericano, en una administración cuyo supuesto líder, Joe Biden, acusó recientemente a Putin de haber invadido… Rusia.