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LAS FEMINISTAS Y EL CASO DE 'FLORCITA MOTUDA'

El silencio del feminismo chileno ante la acusación de agresión sexual a un diputado izquierdista

Foto: Facebook de Florcita Motuda

A inicios del mes de enero, el diputado Raúl Alarcón (Partido Humanista), mejor conocido como Florcita Motuda, fue acusado por una expareja de violación y por la difusión de imágenes íntimas sin su consentimiento. No obstante, las voces feministas no han condenado transversalmente este hecho, ni tampoco han levantado la “alerta morada” en redes sociales. Por ello, es dable preguntar dónde están las feministas cuando el presunto abusador es un hombre que milita con las ideas de izquierda. Esto demuestra una vez más la hipocresía del feminismo.

El 8 de enero se ingresó una denuncia por violación a la Brigada de Delitos Sexuales de la Policía de Investigaciones, tras ser viralizada una acusación en Twitter contra el diputado Raúl Alarcón.

https://twitter.com/NaChAlAnD/status/1345819058869067777

La víctima señala que, cuando fueron pareja, fue violada por el parlamentario mientras dormía y que le pedía que tuviera tríos sexuales con sus amigos. Además, denuncia que a finales de diciembre el diputado compartió fotos y videos íntimos de ella.

Ante estas graves acusaciones, extrañamente hubo respuestas tibias por parte de las feministas, que se caracterizan por “funar” y acusar sin pruebas a presuntos abusadores. Suelen viralizar el rostro del acusado en redes sociales, lo acosan y hacen protestas fuera de su domicilio, y emplazan a las autoridades del gobierno a que se pronuncien sobre la violencia de “género”.

La “bancada feminista” del Congreso chileno expresó su “indignación” ante las denuncias, incitó a la Comisión de Ética que lo investigue, y que estarán en “estado de alerta hasta que exista un pronunciamiento desde la misma Cámara de Diputados y Diputadas”.

Alarcón renunció al Partido Humanista y dimitió como presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados. Además, presentó una licencia médica por 21 días. No obstante, señaló que esto sería un malentendido por parte de la presunta víctima.

El 27 de enero, el diputado fue sancionado por la Comisión de Ética, convirtiéndose en el parlamentario con la sanción más alta en la historia del Congreso: tendrá que pagar una multa que corresponde al 30% de su dieta parlamentaria (casi $2 millones de pesos chilenos, unos €2241).

Ante este dictamen, Florcita Motuda señaló que la sanción es injusta, y que hay un odio desorbitado de algunas “feministas terroristas” contra él.

Ante esto, la diputada izquierdista Maite Orsini señaló que “no puede seguir siendo parlamentario”.

Sin embargo, Florcita Motuda se la ha llevado fácil pues, al ser un hombre militante de izquierda, no ha sufrido el boicot de los colectivos feministas. Ni la Coordinadora Feminista 8 de Marzo (CF8M) ni el colectivo LasTesis se han pronunciado ante esto.

No se ve denuncia ni “funa” alguna en las redes sociales de las feministas, plataformas donde han llevado su revuelta durante la pandemia. Al contrario, continúan con su agenda de empujar el aborto libre; de liberar a los supuestos “presos políticos” como el mapuche terrorista Celestino Córdoba; de celebrar la visibilidad que han tenido sus colectivos; y de fijar lineamientos para el proceso constituyente en curso.

Toda denuncia de abuso y violación es sumamente grave, y la justicia debe dictaminar sobre cada caso. Dicho de otro modo, ante tales acusaciones es el Estado de Derecho el que debe actuar, y no así la inquisición social que promueven los colectivos de izquierdas. Y parece que para los feminismos, la ley solo aplica a quienes militan con sus ideas, por lo que no merecen las “funas”.

Por este motivo, el trato que ha recibido el diputado Alarcón por parte de los feminismos devela que, solo atacan cuando el presunto abusador no representa los estereotipos de izquierdas, es decir, un varón heterosexual, de tez blanca, o de un estrato social acomodado. O dicho de otro modo, a las feministas les conviene solo hacer protestas cuando el acusado representa lo que tanto odian: el capitalismo y la masculinidad.

Esto demuestra, una vez más, la hipocresía feminista. Pero también que el feminismo no busca defender a la mujer, porque es una posición política. Nos dictan cómo comportarnos, vestirnos, hablar, y con quién juntarnos, pero también, a quién se condena y a quién no cuando a alguien se la acusa de graves acciones.

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