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La candidata entiende mejor cuáles son los verdaderos problemas del país

Le Pen supera las expectativas en un debate marcado por los ataques y las interrupciones de Macron

Marine Le Pen, candidata de Agrupación Nacional, en el debate presidencial. Reuters

Las encuestas de urgencia tras el debate de este miércoles entre los dos candidatos a las presidenciales francesas de este domingo prueban lo que podríamos llamar «la paradoja francesa» (aplicable también a otros países occidentales), a saber: el francés medio cree que Marine Le Pen entiende mejor que Emmanuel Macron cuáles son los verdaderos problemas del país (un 37% lo cree de Marine, frente al 34% que lo piensa de Macron), pero también le resulta más inquietante la líder de la Agrupación Nacional que el antiguo banquero.

Es, en un sentido, una lucha desigual, en la que Macron, para ganar, le bastaba con no perder. En otro sentido, Marine gana porque su intervención en el debate superó holgadamente las expectativas que había dejado su mediocre participación en el debate cinco años atrás.

Los medios convencionales, tan descaradamente pro-Macron como pueden serlo, se inclinaron por el empate, dando en todo caso la victoria por la mínima a su campeón. Por los pelos, pero ese exiguo margen podría bastar para renovar su presidencia, partiendo de una ventaja de 12 puntos en las encuestas previas al debate.

Quizá lo más sorprendente del debate fue que parecían haberse cambiado los papeles: Macron atacaba, interrumpía, se irritaba (e irritaba presumiblemente a la audiencia) como suele hacerlo el aspirante, el que tiene que superar la ventaja de su contrario. Le Pen, en cambio, mantuvo la calma y manejó con contundencia datos y argumentos, como si gozara de toda la paz que da una cómoda ventaja.

En condiciones normales, el plato fuerte debería haber sido «la gran sustitución», la realidad demográfica por la que una Francia en caída libre en la natalidad estaba perdiendo su identidad frente a una inmigración inasimilable o, al menos, inasimilada, mayoritariamente islámica.

Pero no vivimos en condiciones normales, e igual que figuró en primer plano en la exitosa campaña que dio la victoria a Viktor Orbán en Hungría, la guerra en Ucrania también centró el debate francés. Macron lanzó un ataque frontal contra los vínculos de Le Pen con Moscú y Vladimir Putin. Su partido había obtenido y aún no había reembolsado por completo un préstamo de 9 millones de euros de un banco ruso, dijo. Eso la convirtió en una «dependiente» del Estado ruso. «Cuando habla de Rusia está hablando de su banquero, Madame Le Pen. Ese es el problema».

Pero Le Pen supo salir fácilmente de esa trampa, explicando las condiciones reales del crédito y recordando las elogiosas palabras que había dedicado a Putin el presidente francés en los últimos meses.

Otra acusación inevitable que lanzó Macron fue que Le Pen quería sacar a Francia de la Unión Europea. Ahora, este es un asunto terriblemente delicado en Francia sencillamente porque la media de edad en el país es de 43’2 años, hay una enorme cantidad de jubilados para un número demasiado bajo de jóvenes, y la idea de hacer olas con algo tan importante como la moneda da terror a la envejecida Francia.

Y esa es la segunda paradoja del debate y de la campaña: Francia teme a Le Pen porque Francia es conservadora, como suelen serlo las poblaciones envejecidas. Solo que ser conservador en 2022 es radicalmente distinto a lo que era ser conservador hace solo un par de décadas; se conservador hoy es querer conservar un sistema que ha sido básicamente diseñado por el ala más radical del progresismo, en todo menos en lo económico.

Pero Le Pen ha aprendido, y aseguró no tener la menor intención de dinamitar la Unión Europea, al contrario: quiere hacer de ella lo que se supone que era, una alianza de «naciones soberanas que cooperan». Algo que para Macron «ya no sería la Unión Europea».

Otro asunto que se trató fue una de las iniciativas más polémicas propuestas por la líder del antiguo Frente Nacional, la prohibición del velo islámico. Curiosamente, la crítica de Macron a esto se centró en una pregunta retórica de carácter práctico: «¿Cuántos policías cree que tendrá para hacer obedecer esa ley?». A lo que Le Pen respondió con admirable cintura: «Los mismos que necesitó usted para aplicar la mascarilla obligatoria».

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