«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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LA POLÍTICA DE SIEMPRE ES COSA DEL PASADO

‘¡Luchad por Trump!’

La escena tenía cierto sabor altomedieval, de una ceremonia de homenaje en la que los barones feudales prometen lealtad a su Señor Natural, el rey. Solo que en realidad la cosa no podía quedar más lejos, un moderno mitin electoral en la democracia más veterana de Occidente y el país más poderoso de la tierra, Estados Unidos.

Y, sin embargo, en el aire mismo del ‘rally’ de Donald Trump en Atlanta, Georgia, en apoyo de los candidatos republicanos al Senado ante las elecciones de enero, puede olerse un cambio irremediable, algo que nos dice que la ‘política de siempre’ es cosa del pasado, que se ha cruzado un umbral y ya no puede contarse con la ortodoxia institucional que ha marcado hasta ahora la vida norteamericana.

El grito unánime de la muchedumbre -una masa ingente que ningún otro político consigue agrupar en Estados Unidos- deja claro el mensaje a los candidatos: “¡Luchad por Trump!”. No hay otro programa que acepten los votantes para apoyarlos en las urnas en enero, ya pueden ahorrarse programas y propuestas, bajadas de impuestos o proyectos de creación de empleo. Solo una cosa hará que los electores republicanos acudan a los colegios para respaldarlos: que ellos apoyen la lucha de Trump por demostrar el fraude electoral, muy especialmente en su estado.

Cuenta la leyenda, transmitida en susurros por los usuarios de redes al calor de la lumbre, que Donald Trump sabía todo lo que iba a ocurrir, y reunió en la Casa Blanca un cuerpo del Ejército especializado en guerra cibernética para seguir el fraude en tiempo real, y que, por eso, aunque se pasó meses advirtiendo del riesgo de pucherazo, no tomó medidas para evitarlo.

Nos parece un poco peliculero, la verdad, aunque quién sabe, vivimos tiempos de prodigios. En cualquier caso, Donald actúa como si hubiera sido así. No solo es que actúe tranquilo, confiado y con una seguridad desarmante, sino que el mega fraude le ha dado una estatura entre los suyos y ha electrizado su base de tal manera que podría convocar una cruzada para tomar Tierra Santa y habría bofetadas para apuntarse.

El Partido Republicano es suyo. Sí, hay 16 diputados de su partido que se han pronunciado abiertamente contra él y que no volverán a ganar unas elecciones en su vida, y muchos otros, quizá una mayoría, que le odia en secreto. Pero no hay nada que hacer: el GOP, sin Trump, ya no es nada. En un momento dado, mientras la multitud coreaba la consigna más popular de estos meses -” ¡Parad el robo!”-, Trump respondió a la masa de sus enfervorizados seguidores georgianos: “Vuestro gobernador podría pararlo muy fácilmente si supiera qué demonios estaba haciendo”. El gobernador de Georgia, Kemp, republicano, fue de los primeros en dar la victoria a Biden en su estado, sellando así su suerte. Donald nunca olvida.

Mientras, la magnitud del fraude se hace poco a poco evidente, para asombro e indignación de quienes acaban aceptando lo que tienen delante de sus ojos. La verdad, hay que hacer mangas y capirotes con la lógica y el sentido común para negarlo. Uno no sabe por dónde empezar para explicarlo, desde las imposibilidades matemáticas y estadísticas a los vídeos, desde los cientos de miles de votos de muertos, residentes en otros estados, personas que ya habían votado o sacas de votos a Trump aparecidas en vertederos o, sencillamente, la expulsión de los observadores. Nadie expulsa a los observadores ni tapa con tablas los ventanales si no va a hacer algo ilegal, sería absurdo.

Ha sido, la verdad, bastante cutre, bastante idiota, bastante descarado. Uno solo entiende emprender una estafa tan monumental y obvia si actúa desesperado y si cuenta con el apoyo prácticamente unánime de los medios. Este parece ser el caso, ¿verdad? Por eso ustedes no están oyendo hablar de este fraude y sí de lo estupenda que va a ser para todo el mundo la Administración Biden. Por eso el ABC online publicó una noticia de la bajada del paro en Estados Unidos con una foto del demócrata, aunque de ninguna de las maneras puede ser responsable del dato.

Y, como, total, ya han perdido por completo la confianza del pueblo y van de perdidos al río, les da igual alcanzar las mayores cotas de ridículo con tal de tener contentos a sus amos. Lo último que he leído, de CNN: “Biden es ya más popular de lo que nunca lo haya sido Trump”. Biden. Que Trump. Bueno, así está el nivel.

Mientras, ante Trump se abren cada vez más caminos para contestar unos resultados que ya no se cree nadie, no, ni quien se lo jure por la gloria de su madre.

Trump no va a ceder, tiene más probabilidades de quedarse en la Casa Blanca de las que la inmensa mayoría sospecha y, lo consiga o no, la política norteamericana, como dicen de nuestras vidas cotidianas nuestros gobernantes, no regresará nunca a la normalidad.

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