«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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CRÓNICAS DEL ATLÁNTICO NORTE

Nadie sabe qué hacer con Biden

El presidente de EEUU, Joe Biden. Europa Press

La popularidad de Joe Biden, si es que le queda alguna, se está desangrando por tres heridas. Lo expone bien John Daniel Davidson en The Federalist: «En primer lugar, está la corrupción de la empresa familiar Biden, cuya evidencia se ha ido acumulando desde que los republicanos de la Cámara de Representantes lanzaron su investigación de juicio político en el otoño. Luego está la incapacidad mental de Biden para el cargo, como se detalla en el informe del fiscal especial publicado la semana pasada y corroborado inmediatamente por el propio Biden en una desastrosa conferencia de prensa. Y finalmente, está la causa menos conocida, pero en cierto modo más convincente, para el impeachment: la colaboración de Biden con una síntesis corrupta del cartel-Estado en México para crear la actual crisis fronteriza».

Sobre el primero de los asuntos, la corrupción familiar de los Biden, conocemos ahora más detalles gracias al informe del fiscal especial sobre el segundo de los asuntos, su incapacidad mental. Lo detalla también en The Federalist Margot Cleveland: «El informe del fiscal especial de casi 400 páginas confirma una superposición en el momento y los temas de la vicepresidencia de Joe Biden y las empresas ‘comerciales’ de Hunter Biden».

Entre las defensas más surrealistas de la izquierda ante el informe del fiscal Robert Hur, la ganadora es caricaturizarlo como un tipo de extrema derecha designado por Trump, olvidando el pequeño detalle de que fue el propio fiscal general de Biden quien eligió a Hur como fiscal especial. Hasta el New York Times ha denunciado la torpeza de esa estrategia: «Los aliados de Biden ya están recurriendo al manual habitual de Washington de desestimar el informe del fiscal especial por considerarlo partidista. Independientemente de la motivación del Sr. Hur, los detalles que presentó hablaban de las preocupaciones que los votantes ya tenían» y recomienda al presidente desmentir con hechos lo que dice Hur, es decir, le proponen interactuar más con la gente, cara a cara, y con los periodistas, para demostrar que no está incapacitado mentalmente; a decir verdad, no sé si el Times quiere apoyarlo o hundirlo definitivamente.

En cuanto a la edad y los problemas de salud mental del presidente, resulta demoledor Charles Cooke en National Review. «No hay ninguna posibilidad de que los demócratas puedan sortear el evidente declive de Joe Biden, dado que las personas para las que hablan tienen acceso a la misma información que ellos. En este punto, la observación de que Joe Biden está, a todos los efectos, desaparecido no es tanto una opinión como un hecho evidente».

Este párrafo es un jarro de agua fría para los demócratas porque no es crítico, sino descriptivo. «Si Biden buscara trabajo en el sector privado, sería rechazado«, añade, «si solicitara una licencia de conducir, se la denegarían. Los seres humanos saben muy bien cómo es el declive y pueden verlo en su presidente. El hombre está decrépito, debilitado, enfermo. Pretender lo contrario en el año 2024 es prácticamente presentarse como un mercenario. Me temo que ese barco se ha hundido».

«Recuerda conversaciones recientes con líderes muertos hace mucho tiempo, pero aún así pueden ordenar ataques nucleares. Esto es peligroso», dice David Catron en The American Spectator. «No puede pasar una conferencia de prensa de 13 minutos sin gritar enfadado a los periodistas», añade, «identifica erróneamente al Presidente de Egipto como el Presidente de México y tergiversa el informe del fiscal especial».

La situación es tan delicada y extrema que el presidente ya no recibe ataques de los ajenos, sino también de los propios: «Los demócratas y los medios corporativos claramente están buscando una manera de deshacerse de su turbulento candidato a la reelección de 2024».

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