El Gran Hermano ahora es más peligroso que antes. «Las grandes empresas tecnológicas y el sistema de vigilancia federal trabajan de la mano para manipular lo que ves, oyes y piensas», denuncia Sean Davis en The Federalist, «el estado de vigilancia te espía constantemente si participas en actividades que detesta: ir a la iglesia o hablar en una reunión de la junta escolar, por ejemplo. Desarrolla e implementa tecnologías complejas que se utilizan para manipular su percepción de la realidad».
«Big Tech es el mecanismo de implementación de gran parte de esta tecnología», añade, «las redes sociales utilizan tecnología financiada por el gobierno para censurar las noticias que lees. Los motores de búsqueda utilizan estas tecnologías para evitar que usted vea información que sea inconveniente para el régimen. Salga de la línea y el estado de vigilancia exigirá que las grandes tecnológicas cierren su cuenta o le impidan obtener ingresos de su periodismo. Personalmente sé que esto sucede porque el régimen me lo hizo a mí y a The Federalist en 2020 y más allá».
A continuación, Davis señala algunos ejemplos recientes de cómo lo que el llama la «Stasi estadounidense» ha actuado para manipular informaciones y percepciones: «Rusiagate», «Kavanaugh», «covid-19» o la computadora de Hunter Biden.
La defensa contra estas demandas suele ser siempre la misma: tildar de conspiranoicos a los que lo denuncian. En ese sentido, resulta ilustrativo el artículo de Scott Mckay en The American Spectator sobre lo verdadero o falso de las teorías de la conspiración contemporáneas. «Lo que pasa con tus amigos locos por las conspiraciones es que la mayoría de ellos son personas bastante inteligentes», escribe, «y las personas inteligentes tienden a ser bastante buenas para captar patrones y conectar puntos a partir de ellos». Entre otros ejemplos apunta a los peligros de la IA: «Cuando la propaganda woke se inserte en el código central de estas aplicaciones de IA, no solo con imágenes sino, más importante aún, con texto, y luego, cuando la gente comience a usar la IA para investigar o recibir noticias, perderemos la verdad».
Mckay también indaga en las presuntas teorías de la conspiración en los coches eléctricos, en los sucesos del 6 de enero, o incluso en la candidata republicana Nikki Haley que pugna con Trump por el liderazgo del partido: «El hecho de que la mayoría de sus votos en las dos primeras contiendas primarias de este ciclo provinieran de demócratas que cruzaron líneas partidistas para votar por ella fue un claro indicio. Algunas de las cosas estúpidas que dijo durante la campaña electoral tampoco le han ayudado mucho a su causa». Y la conspiración: «National Pulse señaló que el principal patrocinador de Haley ha sido Reid Hoffman, estrella de la isla pedófila de Jeffrey Epstein». «La otra hazaña de Hoffman contra Trump fue su financiación del litigio por falsa violación y difamación de E. Jean Carroll», añade, «nadie que sea conservador tendría nada que ver con Hoffman y, sin embargo, Haley aceptó su dinero con entusiasmo. Él no le dará más, no porque ella lo haya rechazado sino porque se da cuenta de que está quemando ese dinero al financiar su campaña».
Por supuesto, todas las miradas están puestas en la convención conservadora mundial CPAC, a la que además de Donald Trump y otros líderes republicanos, este año han acudido otras figuras del conservadurismo internacional como Santiago Abascal, Eduardo Bolsonaro, Nayib Bukele, Eduardo Verástegui o Javier Milei. Aunque tendremos ocasión de analizarlo más a fondo en los próximos días, resulta interesante la intervención del congresista de Florida Matt Gaetz, que recoge The American Conservative, y que mete el dedo en la llaga sobre los intentos de controlar el devenir político de Occidente por parte de los grandes medios y poderes.
«Los votantes de las primarias republicanas deben hacer su parte en un espacio de batalla lleno de enemigos», escribe, «Mike Pence acaba de anunciar que está creando un fondo de 20 millones de dólares para combatir la adopción del populismo por parte de Estados Unidos. No me sorprende que Mike Pence esté en contra del populismo: ¡nunca fue particularmente popular! La gente dice que soy divisivo, pero este es el tipo que recauda dinero republicano para debilitar a los republicanos del MAGA». «Mire, cuando ofrezco estas críticas que incluyen la conducta de mis compañeros republicanos, recibo mucha presión», concluye, «no me malinterpreten: preferiría simplemente luchar contra los demócratas, pero si los republicanos van a disfrazarse de demócratas, entonces yo también lideraré la lucha contra ellos«.
