La misma imagen abre mis cuatro cabeceras, los cuatro líderes catalanes que salen de la cárcel dando palmas tras pagar la fianza: Raül Romeva, Carles Mundó, Jordi Turull y Josep Rull.
La noticia de primera de El País es, como viene siendo habitual en estos casos, una encuesta, del CIS en este caso: ‘La campaña catalana se abre con Ciudadanos por delante’.
No es raro, teniendo en cuenta que la opinión catalana está partida en dos mitades fluctuantes y que los secesionistas están más divididos. Los otros, en cambio, en cambio, tienen por fuerza que castigar a un partido, el PP, que está haciendo un papelón en Cataluña y a un PSOE que a menudo cuesta distinguir del nacionalismo de estricta observancia.
En ABC, sobre la foto de marras, no se pone el énfasis en quién sale, sino en quién se queda: ‘Junqueras seguirá en prisión para que no lidere más actos violentos’. Y para que pueda escribir emocionantes y emocionadas ‘Cartas desde mi celda’ que luego se leerán entre sentidas lágrimas amarillas en los mítines.
El Mundo sale como El País, pero personalizando: ‘Arrimadas es la más votada y el independentismo se estanca’. Una vez más, Arrimadas no es «la más votada», porque todavía no se ha votado, pero me siento incapaz de seguir luchando contra los elementos.
Que el independentismo se estanque tampoco es raro, aunque solo sea por la triste farsa que ha engendrado. Salvo los más entregados a la causa que ven en cada disparate una ‘jugada maestra’, los secesionistas con cierto ‘seny’ tienen por fuerza que sentir cierto bochorno ante el ‘show’ belga de Puigdemont y las hipérboles de Rovira, por no hablar del dominó de ‘acatamientos’ y la admisión generalizada que, contra lo que se les había repetido hasta la saciedad, la independencia no estaba lista en absoluto.
La Razón, que tanto ha despotricado contra la inmersión, titula en catalán en su primera: ‘Del procés al canvi’. Y luego que si escribimos Girona…
En cualquier caso entendemos el subterfugio para no tener que titular como El País o El Mundo, dando al tiempo la misma noticia. Imagino a Marhuenda con el corazón partido, entre la alegría de que se consolide el constitucionalismo en la intención de voto y la pena de que no sea su niño bonito quien obra el milagro, sino el que está quedan allí, como aquí, como la chata de Pumarín.
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