PasĆ© las Ćŗltimas noches de claro en claro picoteando textos de esos panfletos que prepararon la Revolución Francesa, y con las ilusiones de aquellos ilustrados sobre el mundo que traerĆa la aplicación de sus preclaras ideas he amanecido, y con sus ojos me ha dado por examinar las primeras de hoy.
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‘El PP se marca como prioridad frenar a Ciudadanos’, leo como primera noticia de nuestro diario de referencia, y le tengo que explicar a mi ilustrado interior lo que quiere decir, a saber: que la facción que gobierna, la mĆ”s votada en esa expresión de la ‘voluntad general’ que son las elecciones, no tiene por prioridad la felicidad de sus conciudadanos ni su buen gobierno, si no detener el avance de otra facción que amenaza con hacerse igualmente popular, si no mĆ”s.
Renuncio de antemano a explicarle las diferencias entre ambos partidos porque, si obviamos toda retórica y puntos demasiado menudos y probablemente cambiantes para tener peso, no encuentro otra que el hecho de que los primeros gobiernan y los segundos, no.
El titular de la segunda noticia -información que copa hoy, por segundo dĆa, nuestras primeras- es delicioso para mi ilustrado que, comprensiblemente, lo entiende mal. ‘El Gobierno, contra la pared por la gestión de la nevada’.
Esa expresión, ‘gestión de la nevada’, fascina a mi imaginario ilustrado, perfectamente dispuesto a creer, maravillado, que en estos felices tiempos los gobernantes gestionan la meteorologĆa a placer. Me apresuro a explicarle que no, que aunque los polĆticos hablan como si fueran dioses , ni ellos ni nadie decide aĆŗn si nieva, llueve o hace sol.
Se me hace difĆcil explicar que lo que el titular dice significa que las autoridades advirtieron durante dĆas que probablemente nevarĆa tanto que serĆa peligroso lanzarse a las carreteras, que aun asĆ muchĆsimos ciudadanos lo hicieron y luego, al suceder lo que se les advirtió que podrĆa suceder, culparon a los autoridades por no remediarlo.
Sigo luego desarrollando el asunto, de modo que entienda que todo aquello que, no estando en nuestras manos, puede suceder de malo sin culpa de nadie, tiene una respuesta de los poderes pĆŗblicos que nunca es tan buena como podrĆa haber sido en el mejor de los mundos posibles y que eso lo aprovechan los otros partidos para que la gente deje de votar al que estĆ” en el poder.
Lo curioso es que muchos votantes lo hacen, que tanta es su fe en la divinidad del Gobierno que solo por malicia o personal torpeza creen posible que no hayan evitado del todo las consecuencias de la propia imprevisión e imprudencia, e incluso la victoria o derrota del equipo de fútbol nacional se asocia con la bondad o maldad de quienes gobiernan e influye en su voto, de un modo no muy distinto a como el salvaje cree que del cacique depende la abundancia de las cosechas.
La torpeza con que titula ABC no puedo explicarla; no tendrĆa sentido sino entendiĆ©ndola como Ć”cida ironĆa para hundir al Gobierno por lo de la portada de Arrimadas. Aparecen en una mesa los ministros de Interior y Fomento mirĆ”ndose a los ojos y el estupefaciente titular: ‘El Gobierno lamenta los errores en el caos de la P-6’.
Por mÔs que pienso no logro imaginar un caso, una situación, en la que el Gobierno pueda no lamentar -al menos, de palabra- errores en un caos. Cómo esto pueda ser, no ya noticia, sino titular único de primera es algo que se me escapa.

La primera de El Mundo tambiĆ©n abunda en titulares pensados para desconcertar a mi imaginario ilustrado. El primero, ‘Rajoy limita la autocrĆtica del Gobierno a la comunicación’. Tengo que explicarle que no, no es que en nuestro tiempo vayamos escasos de medios para comunicar, bien al contrario; pero que es ya tradición en nuestras democracias que el partido en el poder, ante la fuga de apoyos a su gestión, nunca reconozca que esta haya sido mediocre o negativa, sino que no la ha sabido contar bien.
No entedemos cómo esto, que podrĆa dejarse pasar una vez, puede repetirse tan a menudo, y por quĆ© hemos de creer que un equipo preparado para tantas contingencias complejas es, en cambio, repetidamente incapaz de explicarlas, obviando que cuando hay que explicar tanto las cosas, o bien la explicación es un cuento chino, o se estĆ” llamando idiotas a los ciudadanos.
En la segunda -‘Puigdemont volverĆ” a EspaƱa solo si es investido ‘president’- renuncio a explicar nada, por temor a que mi ilustrado piense que somos terminalmente imbĆ©ciles.

En La Razón, con la misma rueda de prensa que abre ABC, se crece: ‘El PP Ā«decisiones osadasĀ» a Rajoy tras el caos en la AP-6’. ĀæOsadas? ĀæCuĆ”nto de osadas? ĀæQue dimita? ĀæO que garantice un helicóptero de rescate para cada vehĆculo que hay en EspaƱa? ĀæQuizĆ” que dedique millones en proyectos tipo HAARP para controlar el tiempo atmosfĆ©rico? Por otra parte, ĀæquiĆ©n es el PP que pide esas cosas?
‘El PP se marca como prioridad frenar a Ciudadanos’, leo como primera noticia de nuestro diario de referencia, y le tengo que explicar a mi ilustrado interior lo que quiere decir, a saber: que la facción que gobierna, la mĆ”s votada en esa expresión de la ‘voluntad general’ que son las elecciones, no tiene por prioridad la felicidad de sus conciudadanos ni su buen gobierno, si no detener el avance de otra facción que amenaza con hacerse igualmente popular, si no mĆ”s.
Renuncio de antemano a explicarle las diferencias entre ambos partidos porque, si obviamos toda retórica y puntos demasiado menudos y probablemente cambiantes para tener peso, no encuentro otra que el hecho de que los primeros gobiernan y los segundos, no.
El titular de la segunda noticia -información que copa hoy, por segundo dĆa, nuestras primeras- es delicioso para mi ilustrado que, comprensiblemente, lo entiende mal. ‘El Gobierno, contra la pared por la gestión de la nevada’.
Esa expresión, ‘gestión de la nevada’, fascina a mi imaginario ilustrado, perfectamente dispuesto a creer, maravillado, que en estos felices tiempos los gobernantes gestionan la meteorologĆa a placer. Me apresuro a explicarle que no, que aunque los polĆticos hablan como si fueran dioses , ni ellos ni nadie decide aĆŗn si nieva, llueve o hace sol.
Se me hace difĆcil explicar que lo que el titular dice significa que las autoridades advirtieron durante dĆas que probablemente nevarĆa tanto que serĆa peligroso lanzarse a las carreteras, que aun asĆ muchĆsimos ciudadanos lo hicieron y luego, al suceder lo que se les advirtió que podrĆa suceder, culparon a los autoridades por no remediarlo.
Sigo luego desarrollando el asunto, de modo que entienda que todo aquello que, no estando en nuestras manos, puede suceder de malo sin culpa de nadie, tiene una respuesta de los poderes pĆŗblicos que nunca es tan buena como podrĆa haber sido en el mejor de los mundos posibles y que eso lo aprovechan los otros partidos para que la gente deje de votar al que estĆ” en el poder.
Lo curioso es que muchos votantes lo hacen, que tanta es su fe en la divinidad del Gobierno que solo por malicia o personal torpeza creen posible que no hayan evitado del todo las consecuencias de la propia imprevisión e imprudencia, e incluso la victoria o derrota del equipo de fútbol nacional se asocia con la bondad o maldad de quienes gobiernan e influye en su voto, de un modo no muy distinto a como el salvaje cree que del cacique depende la abundancia de las cosechas.
La torpeza con que titula ABC no puedo explicarla; no tendrĆa sentido sino entendiĆ©ndola como Ć”cida ironĆa para hundir al Gobierno por lo de la portada de Arrimadas. Aparecen en una mesa los ministros de Interior y Fomento mirĆ”ndose a los ojos y el estupefaciente titular: ‘El Gobierno lamenta los errores en el caos de la P-6’.
Por mÔs que pienso no logro imaginar un caso, una situación, en la que el Gobierno pueda no lamentar -al menos, de palabra- errores en un caos. Cómo esto pueda ser, no ya noticia, sino titular único de primera es algo que se me escapa.
La primera de El Mundo tambiĆ©n abunda en titulares pensados para desconcertar a mi imaginario ilustrado. El primero, ‘Rajoy limita la autocrĆtica del Gobierno a la comunicación’. Tengo que explicarle que no, no es que en nuestro tiempo vayamos escasos de medios para comunicar, bien al contrario; pero que es ya tradición en nuestras democracias que el partido en el poder, ante la fuga de apoyos a su gestión, nunca reconozca que esta haya sido mediocre o negativa, sino que no la ha sabido contar bien.
No entedemos cómo esto, que podrĆa dejarse pasar una vez, puede repetirse tan a menudo, y por quĆ© hemos de creer que un equipo preparado para tantas contingencias complejas es, en cambio, repetidamente incapaz de explicarlas, obviando que cuando hay que explicar tanto las cosas, o bien la explicación es un cuento chino, o se estĆ” llamando idiotas a los ciudadanos.
En la segunda -‘Puigdemont volverĆ” a EspaƱa solo si es investido ‘president’- renuncio a explicar nada, por temor a que mi ilustrado piense que somos terminalmente imbĆ©ciles.
En La Razón, con la misma rueda de prensa que abre ABC, se crece: ‘El PP Ā«decisiones osadasĀ» a Rajoy tras el caos en la AP-6’. ĀæOsadas? ĀæCuĆ”nto de osadas? ĀæQue dimita? ĀæO que garantice un helicóptero de rescate para cada vehĆculo que hay en EspaƱa? ĀæQuizĆ” que dedique millones en proyectos tipo HAARP para controlar el tiempo atmosfĆ©rico? Por otra parte, ĀæquiĆ©n es el PP que pide esas cosas?
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