El ser humano es un animal competitivo, a menudo impaciente con los procesos en la pugna política y centrado en los resultados que perjudican o benefician a su bandería. Atento a la victoria de los suyos, con frecuencia es poco escrupuloso con los medios, con consecuencias que perjudican a todos.
En Estados Unidos, el presidente George W. Bush se puso a firmar órdenes ejecutivas como loco, decidiendo en asuntos tradicionalmente reservados al Congreso, ampliando considerablemente el poder de la presidencia, algo que los republicanos aplaudía como locos porque era de los suyos, pero que luego lamentaron amargamente cuando la Casa Blanca cambió de manos y Obama hizo abundante uso de las nuevas prerrogativas.
Así se deterioran las garantías y equilibrios, cuando el resultado de ignorarlos nos favorece.
El prófugo Puigdemont ha ido a Dinamarca, dicen que a forzar su detención para poder delegar el voto en la investidura. Y el Tribunal Supremo ha retirado la euroorden solicitada contra él.
No soy jurista, y probablemente haya buenas y sólidas razones jurídicas para esta decisión. Pero Pablo Llarena, juez del Tribunal Supremo, lo ha explicado así, en declaraciones que abren La Razón y glosan otros diarios: «Puigdemont quería ser detenido para ser presidente».
Es decir, el juez se ha servido de un argumento político, no jurídico, para retirar la orden. Y eso, qué quieren que les diga, me preocupa. Porque todo vuelve, tarde o temprano, y los precedentes los carga el diablo.
En la foto que abre El País, versión más amplia de la que abre La Razón, Puigemont en un acto en la Universidad de Copenhague junto a la profesora Marlene Wind, que le puso en serios aprietos con sus preguntas.
Abajo, remedando el titular de La Razón, ‘El Supremo entiende que Puigdemont quería ser detenido en Copenhague’. Y por eso no procuró su detención.
Arriba, abriendo, ‘Los barones recelan de las negociaciones Rajoy-Sánchez’. Naturalmente. Con la crisis que hay abierta, solo se entendería una reforma constitucional que pusiera coto a las comunidades, que son las que dan poder a los ‘barones’, y detrás de toda la retórica ideológica de la democracia subyace siempre el crudo «quién y a quién» leninista. Por eso la prioridad del PP es ‘frenar’ a Ciudadanos y no conservar la unidad de España.
Por eso, también, la primera noticia de la columna de la derecha: ‘El SPD pide a Merkel más concesiones en el pacto de gran coalición’. Puede hacerlo, luego lo hace.
‘Ciudadanos no contempla la recuperación de la mili en España’, leo para terminar. Naturalmente. Hasta que no llegue inequívoca la orden de Bruselas, ningún político pedirá a su electorado sacrificio alguno.
El Mundo, con lo mismo y foto del mismo acto: ‘El juez no detiene a Puigdemont para evitar su investidura-trampa’.
ABC es el único que evita la foto del debate, aunque no de su protagonista. Prefiere a Carles llegando al Aeropuerto de Copenghague acompañando el literario titular: ‘Viaje a ninguna parte’.
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