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Los votantes de Bullrich en la primera vuelta apoyaron a Milei

Argentina y la lección del frente antikirchnerista: ¿apoyaría el PP a VOX para vencer a la izquierda?

El presidente de VOX, Santiago Abascal. Guillermo Sánchez (VOX)

En las elecciones presidenciales argentinas el colegio electoral es todo el país. No existe por tanto el voto táctico o voto útil, esa tonadilla que el PP y sus medios de comunicación ponen a todo volumen cuando vienen elecciones.

Después de la primera vuelta, celebrada en octubre, pasaron a la segunda Sergio Massa, con 9,85 millones de papeletas, y Javier Milei, con poco más de ocho millones. Respecto a las elecciones primarias de agosto, en que Milei sorprendió al quedar primero, el candidato peronista había ganado 3,6 millones de votos, mientras que el liberal atrajo menos de 700.000. La candidata del centro, Patricia Bullrich, pasó de 4,14 millones en agosto a 6,38 en octubre, pero quedó excluida de la segunda vuelta al quedar tercera.

La segunda vuelta, celebrada el 19 de noviembre, se presentaba inquietante para Milei y su compañera, Victoria Villarruel, ya que sólo podrían superar a Massa y a Agustín Rossi si conseguían el respaldo de la coalición de Bullrich y del expresidente Mauricio Macri. Un mal pronóstico fue el pronunciamiento de los gobernadores provinciales del Partido Radical, incluidos en Juntos, a favor de la abstención. Sin embargo, tanto Macri como Bullrich apoyaron la candidatura de Milei y aparecieron con él en varios actos; también cedieron sus interventores para vigilar la votación y el recuento.

Los resultados son claros. Indican que, con una participación un poco menor que la registrada en octubre (unos 800.000 sufragios menos), Milei ganó las elecciones gracias a que se embauló todo el electorado de Bullrich. Obtuvo 14,47 millones y la suma en la primera vuelta de ambas candidaturas fue de 14,41 millones.

Dado que el voto es obligatorio en Argentina, sectores de Juntos escandalizados con el programa y los modales de Milei (y la pérdida de contratos con las Administraciones) pidieron el voto en blanco, un encogimiento de hombros ante una oportunidad única para revertir la decadencia del país. El resultado del voto en blanco y nulo es ligeramente superior al de octubre: unos 860.000.

En el electorado de la coalición centrista-liberal se impuso el miedo a otro mandato del partido peronista y el deseo de acabar con esa lacra, encarnada en una inflación de más del 140% y la condena por corrupción a Cristina Kirchner. Es decir, no hubo tacticismos ni complejos ni ganas de caer bien a la izquierda. Los 6,38 millones se unieron a un candidato que no era perfecto, pero que ofrecía la oportunidad de poner fin al kirchnerismo.

Esta debe ser la principal lección para el Partido Popular y su prensa. En vez de despreciar a VOX, su único aliado (y empleando los mismos argumentos que puso en circulación el PSOE), y de buscar unos socialistas buenos a los que solicitar su voto, sea en las urnas o sea en el Congreso, unirse sin reservas en la misma lucha.

Y tampoco deja de ser de interés la conducta de Milei en las cuatro semanas que han mediado entre las dos votaciones. En lugar de seguir el consejo habitual de los consultores de moderarse para atraer a electores flotantes, Milei mantuvo sus puntos fuertes, los que lo catapultaron al primer puesto en las PASO: repetir su grito de «¡Viva la libertad, carajo!», enumerar los ministerios que suprimiría y no buscar la aprobación de las encuestas.

En Argentina Milei y Villarruel, por un lado, y Bullrich y Macri, por el otro, coincidieron en el mismo objetivo: desalojar del poder al partido de la izquierda. Así se consiguió la victoria más amplia sobre un candidato peronista desde 1983. ¿En España el PP tiene el mismo objetivo que VOX o prefiere repartirse un turno con el PSOE? Esa es la cuestión fundamental para las próximas elecciones a Cortes, no las candidaturas provinciales.

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