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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Claves (y secretos) del año en que España estuvo sin gobierno

Rajoy confesándole a Pablo Iglesias que el IBEX no les quería a ninguno de los dos en la Moncloa, la operación del mismo IBEX para descabalgar a Pedro Sánchez, las operaciones Menina, Monti, Margallo y las presiones de Aznar para acabar con Rajoy o un controvertido dossier sobre Albert Rivera… secretos del año que España estuvo sin gobierno.

Fernando Hernández Valls es, pese a su edad, uno de los periodistas con mejores fuentes del país. Después de una década en El Confidencial Digital, hoy es responsable de información política en el diario La Información y corresponsal en Las Cortes. Ha sido testigo privilegiado de todo cuanto ha ocurrido en los cenáculos de poder en los últimos años y tiene contacto directo con los protagonistas de la vida política española. Información que le ha permitido confeccionar un libro del que hoy nos hacemos eco y que aporta numerosas claves, muchas desconocidas hasta ahora, para entender por qué España funcionó sin gobierno casi durante un año.

El ensayo, que acaba de salir a la venta, se titula “El año que vivimos sin Gobierno”, y aborda lo ocurrido desde las elecciones del 20 de diciembre de 2015 al 29 de octubre de 2016, fecha en la que Mariano Rajoy es investido presidente, unos días después de que Pedro Sánchez fuera descabalgado de la Secretaría General del PSOE.

«Riverita»

Durante los días previos a las elecciones del 20 de diciembre, Ciudadanos era una incógnita electoral. En Génova temían que pudiera «robarles» aún más votos de los que finalmente logró. Y fue objetivo de duros ataques durante toda la campaña.

Hernández Valls cuenta en su libro que Mariano Rajoy y Albert Rivera están más en contacto de lo que se cuenta. El presidente del Gobierno suele decir de Rivera que, en las reuniones, » no para de hablar y que, en ocasiones, Rajoy pasa largos periodos en silencio viendo cómo su interlocutor realiza un monólogo«.

Además, entre los cargos del PP y los diputados las palabras que se escuchan de Albert Rivera no son demasiado agradables. Le critican abiertamente por querer condicionar decisiones con sus 32 diputados obtenidos y le llaman «Riverita» o, directamente,
«Naranjito». Calificativos despectivos que no pronuncian nunca en público ya que el PP dio orden a sus filas de acabar con los improperios hacia su socio de investidura, que no de Gobierno.

Rajoy y su desprecio por la prensa

Donde Rajoy apenas tiene amigos es entre los periodistas o directivos de prensa, quizá con la única excepción de Francisco Marhuenda, que trabajó a sus órdenes en el Gobierno de Aznar. Ni en los momentos más delicados de su primer Gobierno, como la publicación de los papeles de Bárcenas, los SMS que envió al extesorero del PP, o el verano crítico de 2012, cuando España estuvo a punto de ser intervenida, Rajoy se acercó a los medios de comunicación.

Para el autor del libro, el hecho de que Rajoy no quiera saber apenas de la prensa tiene una explicación. O tres, para ser exactos. En primer lugar, afirma que los medios sólo traen problemas y muy pocos beneficios. Demasiados dolores de cabeza para tan pocos réditos. En segundo lugar, Rajoy está convencido de que los dos presidentes del Gobierno que le precedieron han acabado mal con la prensa, unos precedentes que disuaden al gallego de cualquier acercamiento a los periodistas. Y por último, y más importante, Rajoy sencillamente cree que los mass media no son determinantes para ganar unas elecciones. “Se pone nervioso en las apariciones mediáticas que protagoniza y que le generan una evidente incomodidad. No le gustan nada las entrevistas y, además, no las considera necesarias ni importantes”, sentencia el autor de libro.

Por todo ello, Rajoy ha delegado la conexión de alto nivel con los medios en el equipo de Soraya Sáenz de Santamaría en la primera legislatura, y en el de Íñigo Méndez de Vigo en la actual. Y de ambos ha dependido la secretaría de Estado de Comunicación, que dirige Carmen Martínez Castro.

Rajoy a Iglesias en La Moncloa: «El Ibex no nos quiere, Pablo»

A las pocas horas de las elecciones generales del 20 de diciembre, y con escenario parlamentario endiablado, Rajoy convocó a los cuatro principales líderes, uno por uno, a La Moncloa. Con Pablo Iglesias ocurrió algo sorprendente que Hernández Valls desvela: Rajoy le dijo al líder de Podemos que los grandes empresarios del Ibex 35, propietarios algunos de ellos de importantes medios de comunicación, no querían que gobernara ninguno de los dos. La operación para dejarles a un lado estaba cocinándose.
El líder de Podemos se quedó ojiplático, tal y como él mismo ha confesado más tarde a periodistas. Pero Rajoy fue más allá y le contó a Iglesias que el plan de estos «poderes fácticos» era que el Gobierno fuera presidido por otro dirigente del PP o incluso estaban dispuestos a aceptar un Ejecutivo liderado por Pedro Sánchez, en coalición con Albert Rivera. Para esta segunda opción hacía falta el concurso del PP, en forma de abstención, y, claro está, sobraba Rajoy.

La operación de la que habló Rajoy a Iglesias pasaba porque el líder del PP diera un paso a un lado por el bien de España, se sacrificara y cediera el liderazgo del partido a otra persona. Los poderosos del Ibex querían que la sucesión de Rajoy la pilotara su número dos en el Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría. Iglesias, dice el periodista, “no salía de su asombro ante esta confesión”. Ese Gobierno alternativo que Rajoy relató a Iglesias en Moncloa tomaría más tarde forma con el pacto que Pedro Sánchez firmó con Albert Rivera, el llamado «Acuerdo para un Gobierno reformista y de progreso».

Para completar el plan trazado hacía falta, por tanto, la abstención del PP, pero Rajoy se negó en redondo argumentando que el partido que había ganado las elecciones no podía dejar gobernar a los que habían quedado segundo y cuarto. Eran los momentos de mayor debilidad de Rajoy y las operaciones Menina, Monti, Margallo y las presiones de Aznar estaban en plena efervescencia.

Ahora el IBEX 35 tampoco quiere a Pedro Sánchez

Rajoy resistió y se volvieron a convocar elecciones generales. El PSOE de Sánchez siguió hundiéndose y el PP logró una mayoría más amplia. Con el panorama más despejado, los poderes fácticos cambiaron de candidato: era el momento de dejar caer a Pedro Sánchez.
En la operación para acabar con Pedro Sánchez al frente del PSOE participó la vieja guardia o un grupo de barones rebeldes. También, cuenta el autor, estuvieron implicados empresarios, el servicio de Inteligencia, algunos expolíticos y el Grupo Prisa.

Fernando Hernández Valls desvela que la maniobra se fraguó durante los días previos al Comité Federal del 1 de octubre y se concretó en una reunión en Madrid en la que participaron destacados protagonistas del mundo político, periodístico y empresarial.

Dos fuentes diferentes, implicadas en dicha reunión, confirmaron al autor del libro lo sucedido: participaron el expresidente del Gobierno Felipe González y el presidente del Grupo Prisa Juan Luis Cebrián, tres importantes empresarios del Ibex 35, César Alierta, expresidente de Telefónica, Isidro Fainé, máximo mandatario de Caixabank, y algunas fuentes apuntan también a la presencia en el mismo de José Manuel Entrecanales, presidente de Acciona.
En la reunión, los actores manejaron información procedente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Incluso una fuente sitúa en la misma al director de los servicios de Inteligencia, el general Félix Sanz Roldán.

Se trató, en definitiva, de una reunión encaminada a laminar a Pedro Sánchez al frente del PSOE y evitar así que forjara un gobierno junto con Podemos y los separatistas. Y días después se celebró una segunda cita, ya con el objetivo de conseguir el apoyo mediático para la operación. Estuvieron Susana Díaz, que no había participado en la primera, y César Alierta. El encuentro tuvo lugar en la sede de Telefónica en Madrid bajo la más estricta reserva. En esa reunión Díaz recibió garantías por parte de Alierta de que contaría con apoyo mediático si decidía liderar una ofensiva contra Pedro Sánchez para descabalgarle de la secretaría general del PSOE. En concreto se habló del apoyo de los medios del Grupo Prisa, el diario El País y la Cadena SER, y de Unidad Editorial, El Mundo y Expansión. Y una de las primeras decisiones que se tomó tras ambos encuentros fue que Felipe González, como voz autorizada del PSOE, concediera una entrevista a la Cadena SER donde explicara que Sánchez le dijo que se abstendría para dejar gobernar al PP. La entrevista se difundió unas horas antes del Comité Federal, fue entonces cuando se desencadenó toda la revuelta contra el líder socialista…

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