«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Feijóo, cabeza de turco

¿Cómo saber si una desgracia es fruto de un imprevisible azar y una inevitable fatalidad o, por el contrario, es consecuencia directa de las malas artes del gobernante? Sencillo: lo primero se da cuando gobierna la izquierda -ver Asturias-, y lo segundo, cuando lo hace la derecha.
Hasta 700 incendios se han localizado en Galicia en las últimas 72 horas, obra evidente de lo que ya se llama ‘terrorismo incendiario’, y la izquierda vil (disculpen la redundancia) ya se ha lanzado a rentabilizar electoralmente la desgracia ajena culpando al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo.
¿Se acuerdan del Prestige, de la incesante campaña del ‘Nunca Mais’?
Un petrolero naufragó frente a las costas gallegas, provocando una marea negra que hizo famosa una palabra que nunca antes había oído, ‘chapapote’, la materia oscura y viscosa que cubrió las playas. Un desastre ecológico como el del Exxon Valdez o el del Golfo de México pero que, tras una incesante, machacona y bien coordinada campaña de la izquierda dejó en la mente de muchos españoles la vaga idea de que Aznar había hundido el Prestige.
Vivimos luego otro tanto a cuenta de las ‘vacas locas’, una plaga bovina que afectó a media Europa pero que, de modo misterioso, en España no era culpa de un prión, sino del propio Aznar en persona.
En esta ocasión se han dado una prisa indecente. Ciudades como Vigo y Bayona tenían el fuego en sus mismas calles, sus habitantes vivían una noche inenarrable de angustia y miedo y ya estaban los desalmados pescadores a río revuelto, con la sensibilidad donde las abejas tienen el aguijón, tratando de acercar el ascua -nunca mejor dicho- a su sardina electoral.
No eran las 9 de la noche y saltaba en la red social Twitter este ‘ingenioso’ comentario del dirigente de Podemos Pablo Echenique:
– ¿Cómo explico que no tenemos nada que ver?
+ ¿Pirómanos de Venezuela?
– Mmm, demasiado. Dejémoslo en Portugal.
Ya lo dijo el bocazas de Errejón: hay que politizar el dolor. Lo que, naturalmente, no significa que el tuit no fuera un tiro que le saliera por la culata a juzgar por las airadas répicas de muchos tuiteros gallegos que estaban luchando contra el fuego.
También tuvimos la ocasión de disfrutar del negro humor de su correligionario y compatriota argentino Albano Dante-Fachín, con este derroche de sensibilidad: «Estamos a 2 telediarios de Antena3 de q los incendios sean culpa de Catalunya», a lo que añadía un emoticono de llorar de risa.
Naturalmente, el dolor que se politiza no hace falta sentirlo, y no hace falta escuchar a esta gente mucho tiempo para advertir que su empatía de pega esconde apenas una frialdad implacable.
Como implacable ha empezado a ser la reacción contra Núñez Feijóo con las brasas aún humeantes. La madrugada del lunes unos desconocidos lanzaron un artefacto incendiario contra su casa, y en varias localidades ya se han producido protestas pidiendo su dimisión, secundadas por los sospechosos habituales.

¿Por qué?

Los dos mitos esgrimidos con más frecuencia son que los incendios son consecuencia de la Ley de Montes del PP y del despido de varios centenares de brigadistas voluntarios.
Lo cual es bastante surrealista, porque la ley en cuestión no permite recalificar terrenos quemados en treinta años salvo circunstancias muy excepcionales que no se han dado nunca aún y es totalmente impensable que se den en este caso. De hecho, sólo el 0,15% de los incendios entre 2001 y 2013 se han provocado para obtener una modificación en el uso del suelo.
En cuanto a lo segundo, los brigadistas son refuerzos especiales que se contratan de forma temporal. Esos celebérrimos cuatrocientos y pico brigadistas ‘despedidos’ por ‘Feijóo’ (en persona, suponemos), son en realidad personas a quienes se les terminó el contrato y no se les renovó, algo absolutamente habitual.
Pero todo esto es absurdo, aunque solo sea porque los incendios están asolando Asturias y, de modo muy especial, Portugal, donde no nos consta que llegue la autoridad del presidente gallego, por no hablar de una verdadera ola de casos en toda Europa que debería centrar nuestra atención en una ofensiva bastante más grande y ambiciosa que la inconsciencia de unos pirómanos.
No importa. Nada importa, usted lo sabe, yo lo sé: es la psicopatía delirante de una izquierda sin escrúpulos a la que ni la vergüenza ni un mínimo rastro de decencia frena ante la posibilidad de arañar unos votos o perjudicar la imagen del ‘enemigo’ usando la desgracia como trampolín.
En su mágico mundo de color, perfecto por inexistente, no hay accidentes ni catástrofes por efecto de la mágica acción de sus benévolos líderes. No traten de comparar su modelo con el venezolano -que tanto jalearon cuando se podía mantener el mito del pueblo al poder-, del que hoy huyen como de la peste, ni ningún otro.
Decía el pensador conservador americano Thomas Sowell que una de las réplicas más dañinas (y esclarecedoras) a las peroratas críticas de la izquierda es una pregunta, muy a la gallega: «¿Comparado con qué?».
Nunca se lo dirán, porque el secreto de la izquierda es que su modelo solo es eficaz en la destrucción, como los pirómanos ideológicos que han sido siempre.
Alguna publicidad valiente y la ayuda desinteresada de muchos lectores como tú han hecho posible esta noticia. Conoces nuestra línea editorial, a contracorriente de la ideología dominante y desacomplejadamente comprometida con la dignidad humana, la unidad de España y la identidad de Europa. No es fácil ni es barato sostener un medio de comunicación que beba de estos postulados, siempre contra los más poderosos. Por eso te pedimos que nos ayudes con una aportación, que formes parte de nuestro proyecto, que ayudes a que sigamos incordiando al Poder. Puedes hacerlo de varias maneras, infórmate aquí.

TEMAS |
+ en
.
Fondo newsletter