«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Vox protagoniza el éxito del 10N

Vox se ha convertido este 10 de noviembre en la tercera fuerza política con más de medio centenar de escaños en el Congreso y ha sabido dar respuesta, esta vez sí, a las grandes expectativas generadas en la recta final de la campaña y convertirse en protagonista indiscutible de las elecciones.

El partido de Santiago Abascal ha sumado un millón de votos más que en las elecciones generales del 28 de abril, en las que cosechó casi 2,7 millones, y el apoyo del 15 por ciento de los votantes, cinco puntos más que en los anteriores comicios.

Si los 24 escaños que consiguieron entonces supieron a poco porque la mayoría de los sondeos les daban mucho más, seis meses después de su irrupción en el parlamento nacional han confirmado la las apuestas más optimistas.

Han protagonizado la «gesta más fulgurante y rápida de la democracia en España», según palabras de Abascal, al pasar en «solo once meses» de cuatro o cinco concejales a contar ahora con representantes nacionales, europeos, autonómicos y municipales.

Pero cuando en septiembre fueron convocadas las elecciones generales no las tenían todas con ellos. Entonces se veía como un triunfo que pudieran consolidar las dos docenas de diputados.

Confiaban para ello en la ventaja de estar ya dentro de muchas instituciones y, por tanto, de contar con más recursos económicos para diseñar una campaña más ambiciosa con tres caravanas recorriendo el país de norte a sur y de este a oeste.

Además de Abascal, se han montado en las «furgonetas» de Vox el secretario general del partido, Javier Ortega Smith, y su portavoz en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros.

Pero en esta campaña han podido, sobre todo, disponer de espacios gratuitos de propaganda electoral y, lo que finalmente se ha demostrado decisivo, participar en los debates de televisión.

A tan solo siete días de las elecciones, Abascal se convirtió, según los expertos en comunicación, en el gran triunfador del debate entre los cinco candidatos a la Presidencia del Gobierno.

No solo consiguió lanzar sus mensajes a ocho millones de espectadores sin que nadie los pusiera en cuestión, sino que logró «normalizar» a Vox, un objetivo largamente perseguido por este partido que rehuye de los calificativos de «extrema derecha» y «ultraderecha» que les atribuyen desde el PSOE y el resto de formaciones de la izquierda.

Además de su éxito en el debate, las encuestas ya venían marcando en el último mes la tendencia al alza de Abascal y los suyos, especialmente, desde el momento en el que el Tribunal Supremo dio a conocer la sentencia del juicio del «procés» y comenzaron los disturbios en Cataluña.

Vox supo dar una respuesta contundente y del agrado de muchos ciudadanos: petición del estado de excepción, restablecimiento del orden constitucional y prisión para el presidente de la Generalitat y «capo de los CDR», Quim Torra.

A ello, se sumó su rechazo a la exhumación de los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos y su traslado al cementerio de Mingorrubio.

Ambos acontecimientos le sirvieron para oponerse frontalmente a Pedro Sánchez, contra el que dirigió la mayor parte de sus esfuerzos desde el primer momento, y fueron convenientemente aderezados con el discurso repetido en comicios anteriores contra la inmigración ilegal, el feminismo «radical» o los «chiringuitos» políticos de la España de las autonomías.

Mensajes que unidos a una menor participación le han valido este 10 de noviembre para ser la fuerza que más ha subido en votos y en escaños, 28 más que en abril.

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