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La junta militar permite que siga la base de drones de EEUU

Las últimas tropas francesas abandonan Níger tras el golpe de Estado en julio

Aviones militares en Níger. Europa Press

Francia ya no es el imán que atrae las miradas y las manos de los gobernantes de sus antiguas colonias. De su imperio, recreado como Francáfrica a partir de los años 60 del siglo pasado, se han desprendido dos países este año: Gabón y Níger.

En agosto pasado un golpe militar derrocó en Gabón al presidente Alí Bongo, socio de Francia y Marruecos, que se había hecho reelegir, nuevamente, en unas elecciones fraudulentas. Bongo ejercía la presidencia desde 2009.

Más importante ha sido el golpe de Estado producido en julio en Níger, país del Sahel, limítrofe con Mali, Nigeria, Argelia, Libia y Chad. El presidente depuesto, Mohamed Bazoum, era uno de los pocos gobernantes civiles que quedaban en esa zona. Y tan amigo de Francia que apoyaba las sanciones contra la junta militar que gobierna su vecino Mali desde 2021.

Uno de los objetivos del nuevo gobierno de Níger ha sido conseguir la expulsión de Francia. El presidente francés, Emmanuel Macron, cuya injerencia y soberbia en el trato a los jefes de Estado africanos ha aumentado el enfado de las poblaciones con su antiguo protector, aceptó la realidad y preparó la retirada del personal militar y civil presente en el país. Ésta se ha completado antes de Nochebuena.

La junta militar, que se une a las que ya gobiernan Mali y Burkina Fasso, y con las que ha firmado un pacto de protección, no es, por ahora, anti-occidental. En Níger se mantiene personal italiano y alemán, y sigue operando la enorme base militar de drones de Estados Unidos en la ciudad de Agadez, con más de 600 soldados.

Pasados los primeros momentos después del derrocamiento de Bazoum, el Gobierno de Joe Biden suspendió la cooperación con Níger y hasta habló sobre una intervención militar, pero ahora Washington anuncia la vuelta a la normalidad de las relaciones.

La región del Sahel y los países limítrofes, lo que en la última cumbre de la OTAN se definió como flanco sur, se están convirtiendo en una zona inestable y violenta. Las causas son varias: la incompetencia de los gobiernos para mantener el orden, la ineficacia de la ayuda occidental para desarrollar esos países (sea a través de fondos de la UE o de ONG), el terrorismo islámico y la irrupción de actores foráneos, como los rusos y los chinos.

Una consecuencia de todo ello es la persecución de los cristianos nativos, que son asesinados impunemente, como ocurre en Nigeria. En este país, el más poblado de África, con cerca de 225 millones de personas, las bandas de terroristas islámicos matan a cristianos constantemente, sin que los presidentes, Muhamed Buhari (hasta mayo pasado) y Bola Tinubu, ambos musulmanes, detengan las matanzas. La última de éstas ha causado más de 160 víctimas durante los cultos de Navidad.

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